40 M de habitantes, 45 contagios: el misterio de la caída de casos de covid-19 en Japón

Mientras que la variante ómicron de covid-19 está causando estragos en la mayoría de países de la Unión Europea, y llevando a muchos a registrar máximos históricos en infecciones diarias, los contagios y muertes diarios por coronavirus en Japón se han desplomado en los últimos meses, sorprendiendo a las autoridades sanitarias niponas. Y nadie parece saber exactamente el motivo ni el porqué de esta baja incidencia.

Japón vivió su peor momento de la pandemia a finales de agosto, con máximos de hasta 25.000 contagios diarios en plena resaca de los Juegos Olímpicos y con los Paralímpicos todavía a medio celebrar, un brutal aumento que llegó a colapsar los hospitales. Pero, desde entonces, las cifras han caído drásticamente, con una media de contagios registrados de menos de 200 al día en un país de 125,8 millones de personas. Tokio, megaurbe de 40 millones de habitantes, registra estos días una media a siete días de 45 contagios. La curva de casos ha entrado en encefalograma plano: la cifra se mantiene estable, sin aumentos reseñables, casi desde finales de octubre, pese a que la nueva variante ómicron entró en el país hace casi un mes y que Japón está viviendo uno de los inicios de invierno más fríos que se recuerda.

Argemino Barro. Nueva York

Los científicos nipones están investigando varias hipótesis para encontrar una explicación a esta fuerte caída de contagios, pero no se ha logrado llegar a una conclusión unánime. Tampoco hay una explicación unánime lógica para las sorprendentes bajas tasas de mortalidad, contando Japón con una de las poblaciones más envejecidas del mundo, con casi el 30% de sus ciudadanos de 65 años o más. Víctimas del hachazo de la pandemia, la esperanza de vida en países como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania o Francia disminuyó en 2020; ese mismo año, la esperanza de vida de los japoneses incluso aumentó. “Honestamente, no sabemos la razón exacta que hay detrás de la repentina caída en las muertes por covid-19 en Japón”, lo resumía el profesor de Salud Global en el Instituto de Medicina Tropical de la Universidad de Nagasaki, Taro Yamamoto, en declaraciones al ‘Washington Post’.

El factor X japonés

En medio del estupor general, empiezan a barajarse algunas teorías. Un posible factor ha sido la respuesta de los ciudadanos japoneses a la gran cantidad de infecciones después de los Juegos Olímpicos, cuando los hospitales se vieron colapsados. La crisis, casi inédita en Japón durante 2020, provocó este otoño de 2021 un apoyo generalizado al distanciamiento social y al uso de la mascarilla. Incluso por las calles de los municipios pequeños, casi la práctica totalidad de ciudadanos llevan la mascarilla en la calle. Los japoneses, con una tasa de vacunación superior al 80%, siguen evitando visitar áreas de riesgo como los grandes centros comerciales, a pesar de que estos han invertido millones de yenes en mejorar la ventilación del aire. Este cambio en la movilidad de los nipones deja curiosas estampas en un país célebre por sus atiborradas calles.

Otros países asiáticos han tomado medidas similares en mayor o menor medida, pero con resultados bien diferentes

Otros países asiáticos han tomado medidas similares en mayor o menor medida, pero con resultados bien diferentes, como sería el caso de Corea del Sur o Malasia, que están sufriendo nuevos picos de contagios apuntalados por la ómicron, desconcertando a todos los expertos. Investigadores japoneses han identificado recientemente un factor X genético entre su población que podría haber ayudado a contener el brote y mantenerlo en cifras relativamente bajas. Los científicos del Instituto Riken de Tokio aseguran que los japoneses étnicos tienen más probabilidades de tener una característica genética específica relacionada con los glóbulos blancos que podría estar ayudando al cuerpo a combatir el covid-19. “Podría considerarse un factor X”, dijo el profesor Shinichiro Fujii, responsable del equipo de laboratorio de inmunoterapia de Riken, a ‘Nikkei Asia’. Japón es uno de los países más étnicamente homogéneos del mundo, con un 98% considerados de etnia japonesa yamato.

Aunque aún se necesita más investigación para comprender completamente cómo responde el sistema inmunológico, según este hallazgo, publicado en la revista científica ‘Nature’, una proteína que se encuentra en un 60% de los japoneses ayudaría a las células a recordar infecciones pasadas causadas por coronavirus estacionales y a responder potencialmente cuando se exponen al covid-19.

Estatuas de Shisa, un perro-león guardián de Okinawa, Japón. (Reuters/Issei Kato)Estatuas de Shisa, un perro-león guardián de Okinawa, Japón. (Reuters/Issei Kato) Estatuas de Shisa, un perro-león guardián de Okinawa, Japón. (Reuters/Issei Kato)

En lugar de al buen comportamiento, cambios en los patrones de movilidad o factores genéticos, otras voces simplemente apuntan a una infradetección de los casos. Según el investigador del Instituto Metropolitano de Ciencias Médicas de Tokio, Michinori Kohara, parte de la explicación de esas ínfimas cifras radica en el carácter limitado de las pruebas y el rastreo de contactos en Japón. Kohara publicó un estudio el mes pasado sobre casos positivos asintomáticos y no reportados, en el que afirma que las cifras oficiales probablemente solo registraron entre un cuarto y un décimo del número real de casos hasta hace pocas semanas. Desde entonces, el escenario es distinto, ya que las pruebas de autodiagnóstico ya son totalmente disponibles.

En este escenario, el Gobierno japonés lleva tiempo preparándose para una posible sexta ola de contagios en el país, y al primer ministro Fumio Kishida no le tembló la mano a la hora de reaccionar a las nuevas del descubrimiento de la nueva variante a finales de noviembre: ordenó un urgente y estricto cierre de fronteras a los ciudadanos extranjeros, así como un endurecimiento de las medidas y protocolos de entrada para todos aquellos nacionales y residentes con procedencia del extranjero, poco después de haber flexibilizado sus restricciones implementadas en marzo de 2020.

Aumento de la xenofobia

El hecho de que uno de los principales focos de contagio de las últimas semanas hayan sido las bases militares norteamericanas de Okinawa, en medio del oasis sin apenas casos del resto de Japón, no hace más que avivar un creciente fenómeno en el país: episodios de xenofobia. El Gobierno de la prefectura de Okinawa declaró el 22 de diciembre que más de 223 personas dieron positivo durante un periodo de ocho días en Camp Hansen, una base de la Infantería de Marina de Estados Unidos. Al menos cinco casos confirmados eran de la variante ómicron. Un empleado de otra base estadounidense, Camp Schwab en Nago, Okinawa, también dio positivo por la nueva variante.

Todos estos casos han generado una enorme ansiedad y preocupación entre las autoridades y ciudadanía en general, que considera que los soldados estadounidenses y los extranjeros en general no llevan la mascarilla de manera correcta ni respetan las normas de distancia social marcadas por las autoridades sanitarias. Todo ello está provocando tensiones entre ciudadanos extranjeros y locales y no solo en Okinawa, sino que se extienden por todo el país.

Fruto de estas tensiones, a principios de este mes, la Embajada de Estados Unidos en Tokio emitió un aviso inusual sobre la detención y registro de extranjeros por parte de la policía japonesa en lo que se sospechaba eran “incidentes de discriminación racial”, aunque no está claro si las situaciones estaban relacionadas con el virus. Incluso en el turístico barrio de Asakusa de Tokio se han empezado a ver carteles en tiendas donde se prohíbe la entrada a extranjeros.

El primer ministro japonés ya ha anunciado la adopción de nuevas medidas adicionales para combatir la variante ómicron al regresar de la pausa vacacional de fin de año, después de la prohibición de entrada a los extranjeros sin residencia o la puesta en circulación de pruebas gratuitas para detectar el virus en las zonas donde se esté propagando. En este mismo sentido, el Ministerio de Sanidad nipón aprobó su primer tratamiento oral antiviral, el Molnupiravir, y distribuir las primeras 200.000 dosis del medicamento de manera inmediata en los hospitales y farmacias del país. Los ensayos con Molnupiravir concluyen que los pacientes con covid-19 que recibieron el fármaco dentro de los cinco días posteriores a manifestar síntomas tenían un 30% menos de probabilidades de ser hospitalizados o morir.

El profesor de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Toho, Kazuhiro Tateda, advirtió en una entrevista con la televisión pública NHK que, “considerando que habrá una mayor interacción y reuniones coincidiendo con fin de año y la disminución de la eficacia de la vacuna después de más de seis meses de las primeras dosis, hay factores mínimos que reducirían la infección”. Según una investigación del Instituto de Tecnología de Nagoya, se estima que las infecciones diarias aumentarán a 3.000 a finales de enero de 2022 y a más de 3.700 casos a mediados de febrero.

A pesar de esto, aún aparecen, desde el ámbito científico, nuevas noticias que invitan a la esperanza: investigadores de Tokio están desarrollando una vacuna contra el covid-19 que ofrecería una eficacia de por vida y que, de confirmarse, cambiaría completamente el transcurso de la pandemia. La investigación, desarrollada en el Instituto Metropolitano de Tokio de Ciencias Médicas, levanta entusiasmo en sus primeros ensayos en primates y, de ir todo en óptimas condiciones, podría estar a la venta a partir de 2024. El tiempo dirá.

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