
Se llamaba Néstor Martin-Fernández de la Torre. Nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1887 y murió en esa misma ciudad en 1938 a los cincuenta y un años, a causa de una neumonía mal curada. Su entierro convocó a miles de personas. En el momento de su muerte realizaba su obra más ambiciosa, «El poema de los elementos».
Néstor inició su periodo de formación primero en Madrid y Barcelona cuando tenía trece años, y desde 1907 en Londres, Bruselas y París. En la capital de España frecuentó las tertulias literarias a las que acudían Valle-Inclán, Lorca, Dalí y Gómez de la Serna. En París vivió diez años con su pareja, el compositor Gustavo Durán. La ruptura sentimental con Durán y la crisis económica provocada por el crack del 29 lo obligaron a regresar a Las Palmas. En vida fue reconocido internacionalmente, aunque su obra fue totalmente ignorada por el régimen franquista. Ahora el Museo Reina Sofía la recupera en una gran exposición retrospectiva.
El estilo de este artista se movió entre el modernismo, el decadentismo y el simbolismo, y la temática de su pintura abordó sin complejos su fascinación por los cuerpos andróginos y la homosexualidad, con un alto contenido erótico que desafiaba la moralidad de su tiempo. En sus pinturas de grandes dimensiones los cuerpos masculino y femenino se funden en composiciones barrocas llenas de fantasía, con detalles que aluden a su cualidad gay, su militancia en la masonería («Poema de la tierra», una obra cuya exposición fue prohibida por un obispo) y su atracción por el ocultismo, todo ello entre exuberantes elementos canarios de la flora, la fauna y el mar que rodea las islas. Su identidad canaria se ha manifestado también en proyectos como el diseño del Parador de Tejeda y la serie de paisajes de «Visiones de Gran Canaria».
Esta del Museo Reina Sofía es la mayor exposición de su obra. Reúne unas 200 piezas entre pinturas, murales, esculturas, figurines y escenografías que diseñó para «El amor brujo» de Manuel de Falla, «Fandango de candil» de la Argentina (una obra compuesta por Gustavo Durán) y «La sirena varada» de Alejandro Casona. Están distribuidas en diez salas en las que también se pueden ver libros, revistas, cuadernos y fotografías relacionadas con el artista. La mayor parte de las obras aquí expuestas pertenecen al Museo Néstor de Las Palmas de Gran Canaria, que lleva en obras varios años.
La exposición se inicia con paisajes y marinas de un joven artista que en el estudio madrileño de Hidalgo de Caviedes aprendió la técnica del retrato y de las escenas de calle. En el Círculo de Bellas Artes expuso en una muestra colectiva su obra «Adagio», en la que aborda el mito de Leda y el cisne desde una clara visión erótica. De su etapa en Barcelona se expone «La hermana de las rosas», «Epitalamio» (una obra fundamental y muy polémica donde incluye un autorretrato feminizado de su imagen), «El jardín de las Hespérides» y el retrato de Enrique Granados, obras que recogen los ecos del modernismo que entonces ocupaba a los artistas de la ciudad. Los protagonistas de sus cuadros son seres ambiguos y refinados, etéreos y sensuales, figuras andróginas con guiños literarios, como «Un caballero inglés» o «Estampa romántica» y sobre todo «Los siete vicios» y «Oriente».
En 1913 comenzó a elaborar su proyecto más ambicioso, «Poema de los elementos», que no llegó a terminar. Se trata de cuatro grandes murales dedicados a la aurora, el mediodía, el crepúsculo y la noche, de un erotismo exuberante. El «Poema del mar» consta de «Pleamar», «Bajamar», «Mar en borrasca» y «Mar en reposo», en cuyas imágenes se mezclan peces de grandes dimensiones con jóvenes desnudos, uno de ellos Gustavo Durán.
Representó a la mujer española, ataviada con ropas tradicionales, con una feminidad masculinizada. Mujeres musculadas y hombres feminizados para reflejar su intención de conciliar los opuestos y para representar la ruptura de la ortodoxia patriarcal. Una de las salas está dedicada totalmente a sus sátiros, elementos de la mitología de estos personajes dotados de cornamenta, cuerpo de hombre y patas de macho cabrío que Néstor representa con libidinosidad impúdica y mirada lasciva y concupiscente, en algunos de los cuales introduce símbolos masónicos.
La obra muralista de Néstor está representada aquí además de «El jardín de las Hespérides» por reproducciones de los que hizo para el Teatro Pérez Galdós en Las Palmas y el Casino Kursaal de Santa Cruz de Tenerife, al que pertenece un bello óvalo donde representa a una pareja lésbica.
El polifacetismo de Néstor está también presente, a través de diseños de textiles, muebles, joyas y otros objetos y de los dibujos para la obra arquitectónica del Albergue de la Cruz de Tejeda y el Pueblo Canario. La exposición se cierra con una sala que incide en la canariedad de Néstor, uno de los elementos más significativos de su obra. En «El Poema del Atlántico» y «Visiones de Gran Canaria» muestra su interés por la flora, la fauna y el paisaje de las islas, donde buscaba la esencia de la cultura popular y trataba de darla a conocer en carteles que sirvieran para atraer a un turismo entonces incipiente.
- Título: «Néstor reencontrado»
- Lugar: Museo Reina Sofía. Madrid
- Fecha: Hasta el 8 de septiembre
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Enlace de origen : Al rescate de Néstor