Bolloré, el Murdoch francés que acecha a Prisa: “Tiene tanto poder que parece irreal”

CNews, la polémica cadena francesa de información 24 horas, se ha convertido en el principal ariete de la batalla mediática que Vincent Bolloré, el magnate de medios, ha emprendido en Francia contra el progresismo informativo. Un poderoso altavoz para situar en el debate público las ideas más conservadoras sobre seguridad, inmigración o identidad, y que ha encumbrado al ultraderechista Eric Zemmour, el periodista que está acaparando el foco político galo como potencial candidato revelación de las presidenciales de 2022.

Propietario de Canal+ y con participaciones en otros medios como la radio Europe1, el semanario ‘Paris Match’ y el dominical Le ‘Journal du Dimanche’, Bolloré se ha convertido en uno de los hombres más influyentes del panorama mediático francés. El multimillonario bretón no duda en gestionar de forma directa y agresiva los medios que controla para imponer sus ideas en las redacciones. Un hombre de negocios que busca ahora expandir su presencia en España con una ofensiva sobre el Grupo Prisa, con la que espera aumentar su participación hasta el 29,9% desde el actual 9,9% —justo al límite de la opa técnica—.

Bolloré tiene tanto poder que parece irreal. Hace lo que quiere con los medios que compra, cambia la línea editorial para propagar sus ideas religiosas y políticas”, explica Jérémie Fabre, uno de los responsables del informe ‘Médias Français, Qui possède Quoi ?’ (‘Medios franceses, ¿quién posee qué?’), que publica anualmente ‘Le Monde Diplomatique’ para desbrozar el complejo entramado de la propiedad de los medios.

Guillermo Rivas Pacheco. París

Con apenas cinco minutos de cada hora dedicados a la información, a los reportajes y las conexiones en directo con los escenarios de la noticia, CNews es, ante todo, una maquinaria bien engrasada para crear polémicas. La parrilla es un campo abonado al debate, con tertulianos que van de la derecha identitaria a la derecha tradicional y presentadores que no se limitan al papel de árbitro, sino que dan su punto de vista sin ningún miramiento para animar la discusión. Muchos han comparado a Bolloré con el australiano Rupert Murdoch y su cadena estrella, la estadounidense Fox, instrumental en la victoria de Donald Trump.

Un vistazo al menú informativo de un día cualquiera en CNews sirve para afianzar esta imagen: por la mañana, dos horas comentando una noche de violencia y coches quemados en una ‘banlieue’ francesa; al mediodía, otras dos hablando de la recepción del líder húngaro, Viktor Orbán, a Marine le Pen; por la tarde, dos más sobre Zemmour. El fin de semana la carta incluye una hora sobre cómo la izquierda está destruyendo la identidad francesa; un debate sobre los milagros de santa Genoveva, patrona de París, que sigue cuidando de la capital francesa, y un historiador hablando de la confiscación de los bienes de la monarquía durante la Revolución. Hasta hace poco más de un mes, el plato estrella era una hora diaria del propio Zemmour explicando en directo sus teorías sobre la decadencia de Francia.

Eric Zemmou. (Reuters)Eric Zemmou. (Reuters) Eric Zemmou. (Reuters)

En las redacciones, el empresario entra con fuerza y ruido. En 2015, tras tomar el control del grupo Canal+, Bolloré quiso dar a iTele, la cadena de información 24 horas del grupo, un cambio editorial más acorde con sus ideas. Su presión desencadenó una huelga histórica de los periodistas de la redacción de lo que acabaría siendo CNews. Pese a los 31 días de paro, la huelga más larga de un medio audiovisual en Francia desde mayo del 68 fracasó, la redacción perdió y 94 de los 120 empleados acabarían saliendo de forma voluntaria de la cadena.

“Cuando compra un medio, deja partir a la mitad de la plantilla porque todo lo que le interesa es mantener la marca. Siempre actúa así”, afirma Fabre, redactor habitual de la asociación de vigilancia de los medios Acrimed (Action Critiques Medias).

Menos información, más polémica

A menos periodistas, menos coberturas informativas, menos reportajes y menos investigación. Eso deja horas y horas para debates pirotécnicos, algo que no es solo una decisión económica, según François Jost, semiólogo y profesor emérito de la Universidad Sorbonne Nouvelle, sino que nace de una visión ideológica y una seña de identidad. “Se ha convertido en una cadena de combate”, asegura Jost.

Tres temas que se repiten en bucle, cada día: seguridad, inmigración, identidad. Con un enfoque que, para este especialista de la historia mediática, apuesta por el ángulo más pesimista y decadente. “En abril, unos militares firmaron una tribuna sobre la situación de Francia que dejaba prever un posible golpe de Estado. En lugar de hablar de la situación en el Ejército, del derecho de reserva de los militares, el título del debate en CNews era: ‘¿Vamos hacia una guerra civil?”, cuenta Jost.

Otra clave del formato de CNews es que, a pesar de ser una televisión, la imagen apenas tiene peso. Los eternos debates de la cadena no se apoyan en reportajes o imágenes en el lugar de la noticia. CNews se consume como la radio, puesta en casa de fondo mientras se hacen otras cosas. “La matinal, por ejemplo, se difunde al mismo tiempo en la radio Europe1”, dice Jost.

“Para Bolloré, la mayoría silenciosa no tiene su espacio en televisión”

Los enfoques, los debates y los formatos buscan hacer una información menos elitista. “Los periodistas en Francia tienen fama de ser de izquierdas. Se dice que la información está hecha desde París, muy lejos de los problemas reales de la gente. Para Bolloré, la mayoría silenciosa no tiene su espacio en televisión”. Y los chalecos amarillos en 2018 parecieron darle la razón, una de sus principales reivindicaciones era la lucha por la palabra.

Así, en cuatro años, CNews ha doblado su audiencia: del 1% al 2,2%, situándose, con entre 600.000 y 800.000 espectadores diarios, por detrás de la hegemónica BFMTV (3%) —y superándola en momentos clave gracias a la presencia del polémico Eric Zemmour—. Aunque sigue lejos de los seis millones de franceses que se reúnen cada noche en torno a la privada generalista TF1, CNews ha conseguido mover el eje de la derecha audiovisual, haciendo que BFMTV, que era considerada la televisión clásica de la derecha —con mucha información de sucesos y debates—, “parezca una cadena moderada”.

“Bolloré supo ver que había un nicho en la derecha, que en ese porcentaje podía encontrar la audiencia de CNews”

El auge mediático de CNews coincide con una derechización de la sociedad francesa. A seis meses de las elecciones presidenciales, un 37% de los votantes se sitúa entre los puntos 6 y 10 de la escala ideológica, frente a un 20% que se reivindica de izquierda, según una encuesta encargada por el diario ‘Le Figaro’. De cara a los candidatos, el 56% de los franceses votaría por un político de la derecha.

Después de que un 33% del electorado diera su voto a Marine le Pen en la segunda vuelta de las presidenciales de 2017, “Bolloré supo ver que había un nicho en la derecha, que en ese porcentaje podía encontrar la audiencia de CNews”, explica Jost, para quien Bolloré es “un símbolo de la derechización de la sociedad francesa”.

Enric Bonet. París

La guillotina de los Guiñoles

Además de Canal+, CNews, C8 y los medios del grupo Lagardère, tiene intereses en Editis y Hachette, los mayores grupos editoriales en Francia. En España, además de su participación en Prisa, tiene un 28,8% de Mediaset. Expertos explican que, al igual que interviene en el capital, Bolloré también lo hace con la línea editorial y los periodistas. “Es un patrón duro. Dirige los medios como una empresa”, según François Jost.

Los famosos Guiñoles de Canal+, emblema de la política francesa, desaparecieron de la televisión en 2018 después de que el magnate tomara el control del grupo. Primero despidió a sus históricos guionistas y después marginó el programa en la parrilla, pasando de ser difundidos en abierto a a la franja de pago de la cadena. Bolloré firmó la sentencia de muerte de 30 años de crítica y sátira política.

“Ahora vemos que el mayor peligro para la libertad de prensa son las cadenas privadas y las personas como Vincent Bolloré”

Durante el mandato de Emmanuel Macron, el ‘Journal de Dimanche’ ha sido el mejor altavoz de las medidas de su Gobierno, con entrevistas semanales a los miembros del Ejecutivo. Por su parte, ‘Paris Match’ fue el medio donde el propio Macron construyó su imagen de candidato a la presidencia en 2017, a base de numerosos reportajes y sesiones de fotos. Sin embargo, a finales de septiembre, fue Eric Zemmour quien protagonizó la portada de ‘Paris Match’.

Lo que tendría que haber sido el reportaje sobre el arranque de la campaña política del candidato de la derecha identitaria francesa acabó siendo una exclusiva con fotos robadas por un ‘paparazzi’. Unas fotos en el mar, abrazado a su consejera de campaña, Sarah Knafo, de 28 años (Zemmour está casado con la abogada Mylène Chichportich). A mediados de octubre, Hervé Gattegno, director del ‘Journal du Dimanche’ (JDD) y de ‘Paris Match’, dos medios del grupo Lagardère, fue despedido.

“Durante años, nuestro mayor miedo fue que el poder político controlara los medios de comunicación. Ahora vemos que el mayor peligro para la libertad de prensa son las cadenas privadas y las personas como Vincent Bolloré”, sentencia François Jost.

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