Bruselas pide una poderosa arma comercial más para evitar la “intimidación económica”

El Ejecutivo comunitario ha presentado este jueves una propuesta para contar con un nuevo arma comercial más potente y ágil con el que poder imponer sanciones de manera rápida y decisiva contra países terceros que estén sometiendo a una “coerción económica” a un Estado miembro de la Unión Europea. La nueva herramienta daría enormes poderes a la Comisión Europea, que ya es la que lleva las riendas de la política comercial de la Unión Europea. Ahora contaría, además, con un instrumento que le permitiría por ejemplo imponer o aumentar aranceles, restringir la propiedad intelectual o excluir a países terceros de los mercados financieros europeos.

La idea es que si país europeo está siendo sometido a una “coerción económica” por parte de una potencia tercera, la Comisión Europea pueda dar una respuesta rápida y decisiva en nombre de toda la Unión Europea para proteger a ese determinado país de las medidas comerciales que, por ejemplo, pueda tomar Rusia o China contra ella, teniendo el visto bueno del Gobierno nacional que se esté viendo afectado.

Nacho Alarcón

Un caso práctico del que se habla en estos últimos días es el de Lituania, que se encuentra en pleno enfrentamiento con China después de que Vilna haya facilitado la apertura de una oficina diplomática de Taiwán en el país. Pekín considera que el territorio taiwanés le pertenece, así que ha tomado medidas contra Lituania, rebajando su presencia diplomática en Vilna y prohibiendo la entrada de exportaciones lituanas en el mercado chino. El Gobierno lituano pide ayuda a la Unión Europea y un cierre de filas frente a Pekín.

Pero el terreno sobre el que pisa esta propuesta de la Comisión es enormemente inestable. Los intereses de los Estados miembros son muy diversos. Un país puede encontrarse en pleno enfrentamiento con un determinado país tercero, como es China, pero son muchos otros los socios europeos que no querrán una gran escalada comercial con dicho país debido a sus intereses económicos.

“En un momento de crecientes tensiones geopolíticas, el comercio está siendo utilizado como arma cada vez más y la UE y sus Estados miembros se están convirtiendo en blancos de intimidación económica”, ha asegurado Valdis Dombrovskis, vicepresidente ejecutivo de la Comisión a cargo de Comercio. “Necesitamos las herramientas adecuadas para responder. Con esta propuesta enviamos un mensaje claro de que la UE se mantendrá firme en la defensa de sus intereses. El objetivo principal de la herramienta anti-coerción es actuar como elemento disuasorio. Pero ahora también tenemos más herramientas a nuestra disposición cuando se nos obligue a actuar. Este instrumento nos permitirá responder a los desafíos geopolíticos de las próximas décadas, manteniendo a Europa fuerte y ágil”, ha señalado el letón.

Dombrovskis ha admitido que el caso de Lituania y China sería un ejemplo en el que la Comisión podría utilizar este nuevo instrumento. Pero el vicepresidente también ha mencionado el caso de Rusia: “La situación en la que un tercer país restringe o amenaza con restringir el suministro de gas como una herramienta para influir en la toma de decisiones de la UE en una u otra área podría potencialmente calificar bajo este instrumento anti-coerción”.

Lucas Proto

Esta propuesta se enmarca en el intento del Ejecutivo comunitario de dotar a la Unión Europea de una visión más geoestratégica que requiere también, de procedimientos más rápidos y más decididos. En el mundo actual el comercio es todavía de manera más clara y directa una herramienta al servicio de los intereses de un determinado país o bloque comercial. También para la propia Unión Europea, que proyecta su visión del mundo y sus objetivos a través de los acuerdos comerciales con países terceros. Otros, como Rusia, utilizan también el comercio para sus objetivos particulares.

Bruselas quiere, con esta propuesta, asegurarse de que la Unión no cae en la “ingenuidad” sobre la que lleva alertando algún tiempo Emmanuel Macron, presidente francés. Si esta Comisión Europea quiere ser, como asegura su presidenta Ursula von der Leyen, la “Comisión geopolítica”, el Ejecutivo comunitario necesita de instrumentos rápidos y eficaces que se adapten a un mundo mucho más unilateral y agresivo.

Pero la propuesta de la Comisión no gusta a todos, ni dentro ni fuera de la Unión. Aunque en Bruselas se habla de esta herramienta para presentar cara a China o Rusia, países como Japón han mostrado su preocupación con que la nueva arma comercial de la Unión Europea viole las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Es un argumento que también han utilizado algunos Estados miembros de la Unión durante el proceso de consulta que comenzó en marzo, como Suecia. Muchos otros son escépticos.

Además, existe siempre una tensión entre la Comisión y los Estados miembros. Entre la visión más federal, más centralizada en el Ejecutivo comunitario, y la pulsión intergubernamental de las capitales, que prefieren mantener la situación bajo control. Y esta nueva herramienta daría poderes muy importantes a la Comisión en un campo en el que ya tiene las competencias y, además, con un instrumento en el que la frontera entre la política comercial y la política exterior, sobre la que los Estados miembros son muy celosos, empieza a ser borrosa.

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