Cuando las manos dan forma a la piedra, cuero, madera…

Hay profesiones que solo se eligen con auténtica pasión. No siempre son fáciles y no siempre suponen elevados ingresos, pero aquellos que decidieron en un momento dado de sus vidas tomar el camino del trabajo con las manos reconocen que no las cambiarían por nada. Piedra, madera, cartón, vidrio, cuero, arcilla… se rinden ante las extraordinarias capacidades de creación de los artesanos y se dejan transformar en objetos únicos y exclusivos.

Tres de los numerosos profesionales de la comarca de Pontevedra que forman parte de la marca Artesanía de Galicia hablan a FARO sobre sus profesiones con motivo del Día Internacional del Artesano, que se celebra cada 19 de marzo en honor a San José carpintero. Son solo una aleatoria selección del talento en diversos ámbitos: escultura, fabricación de instrumentos musicales y encuadernación.

Santiago Domínguez Besada, junto a una de sus obras en su taller en Ponte Caldelas. GUSTAVO SANTOS


Pasión por la escultura

El nombre de Santiago Domínguez Besada nunca sonó tanto como cuando construyó el año pasado el cruceiro más grande del mundo, y el primero desenclavado fuera de Galicia, con una altura cercana a los nueve metros de altura. La obra de este pontevedrés, cuyo taller se encuentra en Ponte Caldelas, nació para ser ubicada en el parque Bayfront Park de Miami.

Sus inicios se remontan a la Escola de Cantería de Poio a finales de la década de los 90: “De mi generación soy el único que acabó dedicándose a la escultura. Este es un oficio que te elige él a ti. Realmente fue algo casual. Mis primeros recuerdos de la infancia son jugando con la plastilina. Mi pasión era el volumen. Con más años también me gustaba todo lo relacionado con la construcción, la piedra, la cantería…”

De la escuela de “canteiros” se fue a Madrid, donde comenzó a trabajar en la Catedral de la Almudena. A partir de entonces, no le ha faltado actividad. “La escultura y yo nos encontramos. Se me dio muy bien y no sabría decir cuándo fue, pero ya en el segundo año en la escuela yo ya tallaba directamente. No me imagino la vida sin la escultura, porque es lo único que sé hacer”, reconoce.

Afirma que este tipo de oficios no tienen unos ingresos fijos. “Hay épocas de grandes proyectos, de trabajos muy importantes, con los que llenas el bolsillo muy bien, pero hay otros meses que son bajos en los que aprovecho para hacer piezas que sé que tienen salida en la venta o para hacer exposiciones. Es una montaña rusa”, añade.

“No me imagino la vida sin la escultura, porque es lo único que sé hacer”

Santiago Domínguez Besada


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El boca a boca es fundamental en su actividad, “pero sobre todo internet; no hubiera llegado a esto sin internet”. Es por ello que mantiene al día su trabajo en las redes sociales, como Instagram, o en su blog: besada-escultura.com/entradas. “Con las redes llegas a la otra esquina del globo, pero es algo que pasa en todos los oficios en general. He de reconocer que internet supuso un revulsivo para mi trabajo”, señala.

Los célebres escultores Xosé Cerviño García y Mestre Mateo son algunos de los referentes de los que ha aprendido lo que hoy día pone en práctica sobre la piedra. “Al final te haces de experiencias. Los años te van colocando un poco más adelante y vas llegando a más gente. Es una conexión”.

Entre las obras suyas que se pueden ver en espacios públicos de Pontevedra destacan el Monumento al Donante de Órganos de la ciudad de Pontevedra (ante el Hospital Provincial) o el Monumento en Praza de José Martí. Pero por diversos lugares de Galicia y del mundo se pueden encontrar sus piezas, como la Fuente con Caballos en Villa Gely para Campeche (México), encargo del presidente del Celta, Carlos Mouriño.

Actualmente, Santiago Domínguez Besada trabaja en un nuevo cruceiro de grandes dimensiones, inspirado en el histórico de Hío, de Cerviño. Avanza que ya tiene una persona interesada esperando por él.

Aunque pueda sorprender, un buen escultor recibe numerosos encargos, “sobre todo de tipo religioso”. Santos, bustos, escudos, pequeños cruceros, fuentes, ornamentación para jardines… “Es llevar la idea del cliente a la realidad”.

Laureano Muñoz Quintás trabaja con una pandereta en Mourente. Rafa Vázquez


Enganchado a la música

De raza le viene al galgo al pontevedrés Laureano Muñoz Quintás, fabricante de instrumentos musicales de percusión y gaitas. Su familia es la fundadora del reconocido grupo tradicional folk Os Alegres, por lo que él comenzó a bailar con cuatro años y con ocho a tocar. Su futuro estaba escrito. “Mi tío ya hace tiempo que empezó a arreglar él mismo los instrumentos, porque no encontraba artesanos por Pontevedra que se lo hicieran. Empezó con percusión y yo con él. Fui a la Escola Municipal de Artes e Oficios de Vigo y aprendí a hacer gaitas, zanfonas…”, resume.

Esta profesión se ha convertido en su forma de vida, ya que también da clases de gaita. Reconoce que los ingresos no son excesivos y que los años de la pandemia del COVID fueron muy duros: “Estaba todo parado, no había actuaciones, clases, no se reparaba nada…”

“Llevo en ello desde siempre. Esto empezó como hobby y acabó siendo mi profesión”

Laureano Muñoz Quintás


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Muñoz crea desde su taller en Mourente gaitas, panderetas, pandeiros, tambores, bombos, tarrañolas… Confiesa que la gaita es el instrumento musical más difícil sobre todo para dar con la herramienta adecuada para hacer los vaciados interiores de los punteros, sobre todo. “Cada instrumento tiene su complicación, pero con la gaita una diferencia de un milímetro ya no da las notas. Es muy delicado, un pequeño error es crucial”, afirma.

No se imagina su vida sin la música, “porque llevo en ello desde siempre”. “Esto empezó como hobby y acabó siendo mi profesión”, celebra.

Mónica Portela Abuín trabaja uncuaderno en Marín. // GUSTAVO SANTOS


Encuadernación y reciclaje

Hace ocho años que Mónica Portela Abuín inicio su proyecto Tocamadera de artesanía reciclada y especializada en álbumes y libretas de madera recuperada, entre otros.

“Tocamadera llegó a mí o yo a ella por la necesidad de encontrar una alternativa profesional en un momento determinado de mi vida”, explica esta vecina de Marín, desde donde trabaja. Y es que ella había estudiado Educación Social, Educación Ambiental y Paisajismo y ya había puesto en marcha una iniciativa de recuperación de huertas, que se vio truncada por una lesión importante en la espalda.

Como “toda la vida me ha gustado hacer cosas con las manos, como lo era la agricultura, decidí desarrollar este proyecto de encuadernación artesanal”.

El material estrella de su trabajo es la madera, que va recogiendo en las puertas de tiendas, fruterías, contenedores, carpinterías… “Toda la madera que recojo es recuperada e intento ser siempre muy respetuosa, por ejemplo, no quiero de podas agresivas”, dice.

Así, sobre todo, hace álbumes y cuadernos con cubiertas de madera recuperadas. Además, organiza talleres de creación con madera, en la que los participantes hacen otro tipo de piezas y explorar otras técnicas. “Por suerte, mi trabajo no me aburre”, confiesa Portela Abuín.

Al igual que sus compañeros, admite que vivir de la artesanía es muy fluctuante. “Yo tengo que reconocer que a mí de verdad lo que me apasiona es trabajar en mi taller porque cada pieza tiene un proceso y yo disfruto muchísimo de ese proceso: explorar con qué hilos puede quedar mejor el resultado… Lo que me parece fundamental es hacer cosas que duren, que sean únicas y duraderas”, sintetiza. “Creo que en este momento el sistema nos obliga a comprar sistemáticamente, usar, tirar, volver a comprar…”, se lamenta.

“He encontrado en la artesanía la manera en la que consigo estar a gusto conmigo en este mundo”

Mónica Portela Abuín


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Insiste en que lo que diferencia un producto artesano de uno industrial es su diseño, sus características. “Hacer un trabajo de artesanía implica una autoría detrás; tiene un diseño previo, un ensayo-error que una empresa se puede permitir a mansalva y repetirlo hasta la saciedad, pero un artesano no. A mí me gusta que cada producto sea específico para cada persona, aunque estructuralmente pueda parecer similar, que lo que tú te lleves sea lo que tú tienes en la cabeza y quieres. Crear una experiencia de compra más personal. En ello está la esencia de lo que hacemos”, asevera.

Una cuestión que la apena es que el trabajo artesanal es muchas veces más valorado fuera de España: “Yo vendo a través de una plataforma on line y vendo muchísimo fuera. Sin embargo, aquí estoy empezando a vender ahora. Me alegra que parece que empieza a haber un cambio de mentalidad. Supongo que hay personas en esto de la artesanía que están marcando un antes y un después, como está ocurriendo con la moda”.

Respecto al papel de las Administraciones, la artesana considera que se están haciendo muchas cosas. “Hay cierto reconocimiento a nuestra tarea, revalorización. No hace mucho me proponían hacer una exposición, algo que antes no me pasaba. Sobre todo, entidades pequeñas, como los ayuntamientos, ven potencial como reclamo de la producción local”, apunta.

Hoy por hoy funciona exclusivamente a través de las redes sociales, como TocaMadera. “He encontrado en la artesanía la expresión, la manera en la que consigo estar a gusto conmigo en este mundo. Me permite hacer lo que me gusta y, sobre todo, no aburrirme, porque cada proceso es nuevo. Aúna todos mis intereses: mi respeto por el medio natural, mi conciencia ambiental… Es una coherencia absoluta que me permite estar tranquila”, concluye.

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