El cambio climático no es igual para todos: los 10 países más amenazados del mundo

El cambio climático es una realidad que afecta a todo el planeta, aunque no lo hace del mismo modo. En España nos hemos acostumbrado a ver cómo, cada año, tienen lugar tormentas, lluvias intensas o largas olas de calor que, si bien son comunes, no tienen lugar de la misma manera que hace algunos años. La mayor parte de los científicos no discrepan entre sí: en los últimos años se está notando un incremento en la intensidad de los fenómenos meteorológicos y, por lo tanto, en su impacto. ¿Que haya más chaparrones o haga mucho más calor es cosa del cambio climático? Harían falta más estudios para hacer una afirmación de este tipo, pero todos coinciden en que lo que sí está demostrado es que los fenómenos adversos van a ser cada vez más intensos y severos.

Al igual que estos fenómenos son diferentes en cada país, lo son también sus impactos y, sobre todo, su manera de reaccionar y responder a ellos. En este sentido, ¿se puede decir que algunos países son más vulnerables que otros? Absolutamente. Aunque no hay manera de definir cuánto. El índice de riesgo climático de Germanwatch, por ejemplo, es un análisis realizado en base a conjuntos de datos de alta fiabilidad sobre los impactos de los fenómenos meteorológicos y los datos socioeconómicos asociados.

Cada año se publica este índice que, si bien no puede clasificar los países en función de su vulnerabilidad climática integral, sí da una visión global de los impactos relacionados con el clima, teniendo en cuenta importantes procesos como el aumento del nivel del mar, el deshielo de los glaciares o la acidificación de los océanos. Ahora bien, este índice se basa en datos recopilados en el pasado, y tampoco debe usarse como una proyección lineal de los impactos climáticos futuros, sino que de él se deben sacar conclusiones de no demasiado largo alcance, para los debates políticos sobre qué países o regiones son más vulnerables al cambio climático.

Los diez países más vulnerables al cambio climáticoJapónFilipinasAlemaniaMadagascarIndiaSri LankaKeniaRuandaCanadá Islas Fiyi

Es importante, además, tener en cuenta que el hecho de que tenga lugar un solo evento meteorológico extremo (una ola de calor severa, una fuerte inundación, etc.) no puede atribuirse fácilmente al cambio climático antropogénico —es decir, al cambio climático provocado por la acción o inacción del ser humano—, aunque tampoco hay que obviar que, como ya hemos dicho anteriormente, el cambio climático es un factor cada vez más importante en el cambio de probabilidad de que tenga lugar o la intensidad de un evento climático extremo. Este índice, por su parte, debe servir como advertencia, para que los gobiernos puedan desarrollar políticas públicas que estén dirigidas a la preparación ante eventos más frecuentes o severos en el futuro.

De las lluvias de Japón a la ola de calor de Alemania

Japón es uno de los países incluidos en este ‘top 10’ de la amenaza climática, elaborado en 2020 con datos hasta 2019. El país nipón se vio afectado por tres fenómenos meteorológicos muy severos en 2018: a principios de julio se registraron días de precipitaciones con más de 200mm. al día, el doble de lo que se suele registrar en los días más húmedos del año, provocando inundaciones y deslizamientos de tierra que provocaron la muerte de más de 200 personas, amén de las más de 5.000 viviendas que se vieron destrozadas. Más de dos millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares por riesgos derivados de la tormenta y los daños causados por las lluvias se estiman en unos 7.000 millones de dólares.

Desde entonces hasta finales de agosto, los sistemas de alta presión provocaron una elevada ola de calor que provocó más de un centenar de muertos, además de 70.000 hospitalizados por golpes de calor y agotamiento derivado de las altas temperaturas: en la ciudad de Kumagaya se registraron temperaturas de 41,1º, récord nacional en Japón. Apenas un mes desués el tifón Jebi tocó tierra, convirtiéndose en el tifón tropical más intenso que experimentaba el país asiático en más de 25 años, provocando daños por un valor superior a 12.000 millones de dólares.

Mientras tanto, el norte de Filipinas quedó arrasado en septiembre de 2018 tras el paso del tifón Mangkhut, de categoría 5, el más potente registrado en el mundo en aquel año. El viento alcanzó una velocidad de hasta 270 kilómetros por hora cuando tocó tierra, afectando a un cuarto de millón de personas en todo el país. La mayor parte de las vícimas, más de medio centenar, fallecieron a causa de los deslizamientos de tierra provocados por las fuertes lluvias. También la temporada de monzones de India fue particularmente dura entre junio y septiembre de 2018: en el estado de Kerala murieron más de 300 personas, ahogadas o enterradas por los deslizamientos de tierra provocados por las peores inundaciones que experimentó el país en un siglo. Los daños ascendieron a unos 2.800 millones de dólares. Pero antes de terminar el año, India vivió dos ciclones, Titli y Gaja, en octubre y noviembre, respectivamente, con vientos de hasta 150 kilómetros por hora.

También Islas Fiyi sufrió una fuerte temporada de ciclones entre febrero y abril: el Gita, con vientos máximos sostenidos de hasta 126 kilómetros por hora; el Josie, que provocó inundaciones que llevaron consigo la muerte de varias personas y el desplazamiento de varios cientos y el Keni, una tormenta tropical de categoría 3. Los dos últimos afectaron a más de 150.000 personas. También los países africanos Kenia y Ruanda vivieron en 2018 una fuerte temporada de lluvias estacionales: entre marzo y julio Kenia registró casi el doble de las precipitaciones de una temporada húmeda corriente, con ríos desbordándose e importantes deslizamientos de tierra; en Ruanda, las fuertes precipitaciones agravaron los casos de cólera y provocaron una epidemia del virus chikungunya.

Calentamiento brutal en Canadá

El año 2018 comenzó en Canadá con sus temperaturas mínimas entre 45º y 48º bajo cero, las más bajas en un siglo. En mayo, la región de la Columbia Británica registró unas inundaciones tan potentes que provocaron el desplazamiento de cientos de personas, pero en abril llegaron temperaturas extremas: esto llevó consigo una de las peores temporadas de incendios forestales del país, empeorándo sustancialmente la calidad del aire. En julio, el país (y también parte de Estados Unidos) vivieron la peor ola de calor en décadas, provocando la muerte de cerca de un centenar de personas en Quebec. Ocho años antes, otra ola de calor había tenido lugar en la misma zona y durante las mismas fechas, y otras tantas personas perdieron la vida. No obstante, no han mejorado las cosas recientemente: este mismo año Lytton (Columbia Británica, Canadá) batió el ‘récord’ nacional de calor, registrando una temperatura de 49,6 grados, y quedó arrasado por las llamas en la temporada de incendios.

Álvaro Hermida

Estados Unidos tampoco se libra de las altas temperaturas: la ciudad de Portland marcó, en julio de 2021, una temperatura nunca antes registrada, 45ºC, cuatro grados por encima del último ‘récord’. A raíz de esta ola de calor, los expertos se pusieron de acuerdo para advertir de que no se debe normalizar estas olas de calor como “propias del verano”; de hecho, el calor con esta intensidad puede matar (y mata). Tanto es así que en el país han establecido el Día Nacional de Conciencia del Calor, que se celebra el último mes de mayo para poner en guardia a los estadounidenses.

Pérdida de fauna y migración climática

No obstante, ni las fuertes precipitaciones ni las intensas olas de calor son las únicas consecuencias del cambio climático, sino que hay muchas otras. En Madagascar existen 14 especies de lemures diferentes, dos de los cuales están en riesgo de desaparición. En este caso, la tala de árboles tiene gran parte de la culpa: según un modelo informático publicado el año pasado en la revista ‘Nature Climate Change’, la combinación entre la deforestación y la fluctuación climática podrían provocar la desaparición de una gran parte del hábitat natural de los lemures rufos (género Varecia), que incluye dos especies en peligro crítico. Según la investigación, el hábitat natural de estos animales podría reducirse entre un 29% y un 59% a causa de la deforestación y entre un 14% y un 75% por el cambio climático, o entre un 38% y un 93% por ambas causas de cara al año 2070.

Un lemur sifaka de Verreaux, en Kirindy (Madagascar), en septiembre de 2019 (Reuters)Un lemur sifaka de Verreaux, en Kirindy (Madagascar), en septiembre de 2019 (Reuters) Un lemur sifaka de Verreaux, en Kirindy (Madagascar), en septiembre de 2019 (Reuters)

Otra de las más graves consecuencias del cambio climático es la migración climática: Sri Lanka comenzó el año 2018 con fuertes lluvias monzónicas que afectaron a 20 distritos del país, especialmente en la costa sur y oeste. En la ciudad de Galle, situada en el suroeste de Sri Lanka, a unos 120 km de Colombo, cayeron aquel año 166 mm. de agua en 24 horas, en una zona en la que las precipitaciones medias son de 290 mm. en un mes completo: más de 6.000 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares. Sri Lanka no es, sin embargo, el único país amenazado por la migración climática: solo en Asia Oriental y el Pacífico podrían ser hasta 49 millones de personas las que tendrían que dejar sus casas por el cambio climático para 2050, según un estudio publicado por el Banco Mundial; 49 millones de personas se verían afectadas en Asia Meridional y hasta 86 millones de personas en el África subsahariana.

Sarah Romero

Otro estudio publicado por el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (Iiasa), en el marco de una investigación científica impulsada desde Viena publicada en ‘Nature Climate Change’ en 2020, ha logrado “identificar las regiones geográficas que pueden ser especialmente susceptibles a los movimientos migratorios en el futuro”, debido principalmente a una mayor exposición a “múltiples peligros ambientales” pero también al nivel de ingresos suficiente como para “financiar la migración”. Roman Hoffman, economista del Instituto de Demografía de Viena (VID), señalaba entonces que los desplazamientos desatados por el impacto medioambiental son menores tanto en las regiones de rentas más bajas como en las de ingresos más altos; en las primeras, porque la gente es “demasiado pobre” como para poder irse, y en las segundas porque tienen “recursos suficientes como para hacer frente a las consecuencias”.

No obstante, en los países de renta media con una alta dependencia agrícola es donde más desplazamientos forzados se observaban, derivados del cambio climático. En el continente americano, por ejemplo, las poblaciones menos afectadas serían las de rentas muy bajas (Bolivia y Paraguay) y las de rentas más altas (Estados Unidos y Canadá), mientras que otros de renta media sí se verán más afectados por la migración climática, como Argentina, Uruguay, Brasil o México. Algunos países ya están buscando soluciones: el Gobierno de Maldivas, por ejemplo, anunció este mismo año la construcción de la primera ciudad flotante del mundo, una de las posibles soluciones a la subida del nivel del mar.

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