El ‘Mesías de las Plantas’: “Contra el cambio climático podemos aprender de Cuba y Corea del Norte”

Carlos Magdalena (Gijón,1972) es toda una eminencia en el mundo medioambiental. Si los ‘Kew Gardens’ –declarados como patrimonio de la humanidad por la UNESCO- vienen a ser como el Vaticano vegetal, él ejerce como sumo pontífice en los viveros tropicales. Ocupó titulares de medio mundo cuando robaron el único ejemplar en exposición del nenúfar enano ugandés, la planta acuática más minúscula sobre la faz de la Tierra. “Tranquilos, tenemos de repuesto”, explicó. Lleva 20 años salvando especies que se las da prácticamente por extinguidas. De ahí que se le conozca como ‘El Mesías de la Plantas’, un título que da nombre a su libro, traducido ya a diez idiomas.

El asturiano se codea con figuras de la talla de David Attenborough y Jane Goodall, pero tiene una cercanía que atrapa y un don para comunicar el importante mensaje que transmite la ciencia. “A nadie le tienes que explicar por qué es criminal darle un puñetazo a La Gioconda, pero todo el mundo me pregunta que por qué no dejamos que se extinga una especie, cuando es algo muchísimo más relevante, importante y complejo”, relata en entrevista con El Confidencial. En plena cumbre climática COP26, Magdalena mantiene una larga charla con este periódico sobre todo lo que está en juego y el escenario “apocalíptico” al que podemos llegar si se permite que el calentamiento global llegue a los 2 grados.

Celia Maza. Londres

PREGUNTA. De pequeño querías ser como Félix Rodríguez de la Fuente.

RESPUESTA. Lo veía como un personaje fascinante. Actuaba como una especie de chamán para la sociedad española. Era como si tocara el tambor a las nueve de la noche con esa música tan reconocible de su programa y nos hipnotizara a todos, contándonos nuestra relación con lo que nos rodea y cuál es nuestro sitio. Y hacía eso de una manera muy apolítica, bastante científica. Con toques un poco filosóficos, quizá. Pero su labor era hacer entender a la gente cómo funciona el medio ambiente que ven desde su ventana. Es el ‘alma mater’ de mi carrera profesional. Mi preocupación es que nos estamos quedamos sin chamanes.

P. Están David Attenborough (95 años) y Jane Goodall (87 años), y luego Greta Thunberg (18 años). Pero parece que entre medias quedó una generación medioambiental perdida.

R. Los que nacimos entre los 60 y 70 pertenecemos a una generación en la que quemábamos madera como si no hubiera un mañana. ¿Dónde están los referentes de mi generación? Seguro que los hay, pero no hay un personaje que haya cogido el micrófono y lo haya revolucionado todo. Hay un fallo generacional. Y lo que ocurre es que es precisamente esta generación la que ahora está en posición de tomar decisiones. La bola está en nuestro tejado. Necesitamos una Greta en sus 40 años que haga de puente generacional. Nos estamos jugando mucho. Lo que se decida ahora a nivel medioambiental va a afectar por varios milenios. Pero somos una generación que vivimos a un ritmo frenético. Es como si nos dijeran que vienen los marcianos o el mundo se acaba, pero nuestra respuesta es “muy bien, pero yo no tengo tiempo ahora para esto”.

“En muchos países, el movimiento verde se asocia con movilizaciones más relacionadas con la izquierda. Pero la ciencia en sí es apolítica”.

P. Dices que Félix Rodríguez de la Fuente transmitía el mensaje de manera apolítica. ¿Uno de los grandes problemas ahora es el medio ambiente se ha politizado en exceso? Parece que tiene que ser una causa única de uno u otro bando.

R. No puede ser secuestrada por unos u otros. Tiene que ser de ambos bandos. Eso es impepinable. No puedes solucionar las crisis medioambientales que están relacionadas también con crisis económicas si no existe un consenso en todo el mundo para debatir cuáles son las soluciones y cómo se pueden implantar. Félix, por ejemplo, venía del mundo de la caza y era de una zona del centro de España. Eso nos puede sonar a territorio de derechas más que de izquierdas en lo que es el imaginario social, pero sin meterte en estos pantanos, yo creo que habló para todos. Si intentas meter a una figura como Félix en la derecha o izquierda vas a tener unos problemas muy grandes. Es cierto que en muchos países, el movimiento verde se asocia con movilizaciones más relacionadas con la izquierda, pero la ciencia en sí es apolítica. Te está dando hechos objetivos, y es un hecho que las emisiones de CO2 están calentando el planeta.

P. Pero al fin y al cabo, la manera de afrontar los problemas pasa por la política. Y, según muchos expertos, la derecha considera que reducir las emisiones de carbono es una artimaña de la izquierda para asfixiar los mercados. Por su parte, la izquierda denuncia esa posición como prueba de que el verdadero obstáculo al progreso es el capitalismo.

R. Es cierto que al final todo acaba metido en un pantanal, no solo político sino también geográfico. Unos países dicen que la culpa es de China, otros dicen que es del norte que contamina más, que probablemente sea cierto. Y esto es parte del debate que tenemos. Es un problema político a la hora de implementar las soluciones, pero no es una cuestión política el detectar el problema en sí. El problema es el que es. Y se trata de un problema de recursos, consumo, legislación. Curiosamente, en todo esto se nos olvidan otras cosas. Nosotros, por ejemplo, producimos el C02, pero las plantas lo fijan. Y esto no es ni de izquierdas ni de derechas. La labor de los políticos debería de ser liderar cómo cambiamos para que esta ecuación matemática de emisión y absorción de CO2 no sea un problema político, sino que sea un problema técnico. Para la COP26, ‘Kew Gardens’ incide en el mensaje de que no puedes tener un ecosistema saludable si no puedes proteger a sus componentes.

EC/Agencias

P. Antes de hablar de esta COP26, hablemos del Acuerdo de París de 2015. Se dijo que era un punto de inflexión, pero ¿ha cambiado algo desde entonces?

R. Yo creo que ha cambiado la opinión pública. Esta más cansada de que se hable mucho y se haga poco. La población ha visto los efectos de la crisis climática que tenemos en todo el planeta, desde los incendios de Australia y España a las inundaciones de Alemania. La gente espera que los políticos tomen medidas. Si esta COP26 fracasa porque requiere del consenso de muchos países, una de dos, o la gente claudica y asume todo lo que se nos viene encima o, por el contrario, se planta y exige ese punto de inflexión tan necesario.

P. ¿Qué esperas de esta COP26? La antesala no parece buena: no estarán ni Xi Jinping ni Vladimir Putin, una docena de países -entre ellos Arabia Saudí, Japón y Australia- están presionando para minimizar la necesidad de alejarse rápidamente de los combustibles fósiles y la propia UE no se pone de acuerdo respecto a las centrales nucleares.

R. Todos tenemos este miedo de que no se llegue a un consenso global. Pero el público está generando ese cambio. A título personal, espero que no se quede en algo muy general con la promesa de que en 10 años haremos algo. Espero que se marque un objetivo a corto, medio y largo plazo con planes concretos.

Carlos Magdalena junto a un nenúfar. (Lucy Smith)Carlos Magdalena junto a un nenúfar. (Lucy Smith) Carlos Magdalena junto a un nenúfar. (Lucy Smith)

P. ¿Y eso se puede conseguir precisamente ahora, cuando todo el mundo está inmerso en una importante crisis de suministro de gas?

R. La verdad es que estamos en un momento muy complicado. Estamos hablando de la necesidad de reducir emisiones de CO2 cuando nos adentramos en un invierno en el que el mundo no sabe si va a tener combustible para calentarse. ¿A ti qué te da más miedo? Para este año, a mí me da más miedo que me corten el gas. Pero para la próxima década, me da más miedo que no me lo corten. Y ahí es donde está el dilema. No hay una única solución,hay una batería de recursos de los que podemos tirar. Y que solo si somos capaces de administrarlos con inteligencia y coordinar las ventajas de cada uno de ellos podremos salir de esta.

“Más allá de los 1,5 grados sería un escenario catastrófico. Si alcanza los 2 grados será ya apocalíptico”.

P. Boris Johnson, que actúa como anfitrión en esta COP26, ha presentado un plan de 10 puntos, que pasa por la descarbonización en los edificios [a partir de próximo año, los británicos podrán pedir subsidios de hasta 5.800 euros para cambiar los viejos calentadores de gas por bombas de calor, que tienen hoy por hoy un coste hasta tres veces superior]; por que para 2030 todos los coches nuevos vendidos sean eléctricos y por alcanzar neutralidad de carbono para 2050. Y aún así, hay voces que dicen que no es suficiente. ¿Qué pedís los expertos a los políticos?

R. Que cumplan con el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados. Más allá de los 1,5 grados sería un escenario catastrófico. Si alcanza los 2 grados será ya apocalíptico. El problema es que cuando se plantean medidas, la gente se pregunta cómo les va a afectar en su día a día. ¿Quién va a pagar, por ejemplo, por las bombas de calor? Yo soy el primero que estoy aquí hablando del calentamiento climático, pero tengo que coger aviones porque toda mi familia está fuera. Este es el drama que tenemos. De ahí que tengamos que llegar a consensos.

En el mundo siempre hay mucha tensión. Ahora tenemos guerra en Libia, situación en Afganistán, Brexit…. siempre hay otras cosas en la agenda. Creo que el plantea necesita ahora una tregua. Félix [Rodriguez de la Fuente] decía que el político escucha generalmente al filósofo, pero sin embargo, la gran crisis de nuestro tiempo es medioambiental, por lo que los políticos tendrían que escuchar más a los científicos. La ciencia ofrece datos objetivos, pero luego hay que saber interpretarlos y comunicarlos. Porque si no los comunicas, volvemos a este problema de que los filósofos, ya sea a nivel de la calle o a nivel político, van empezar a tomar partido, externalizando las culpas. La clave es que nuestro futurp pase por una transición entre método científico y el político. La ciencia tiene que ser escuchada.

P. ¿Transgénicos u orgánicos?

R. No habría que tener que elegir. Un transgénico que sea resistente a una peste significa que podría ser un candidato muy orgánico porque no puede que no necesitemos utilizar ese pesticida. El tema es con qué fin utilizamos estos transgénicos y a costa de qué. No creo que haya que elegir una cosa u otra, se trata de fusionar todo en una sinergia. Si tú, por ejemplo, tienes una filosofía en la que no utilizas animales en el proceso de producción de carne, te estás dando al final un tiro en el pie, porque ciertos animales pueden tener un rol como pesticida biológico. Leía hace poco cómo utilizan patos para producir arroz. En países asiáticos en los que hay un helecho flotante muy pequeño que fija nitrógeno del aire, el pato lo come y al digerirlo suelta este nitrógeno en el agua. Con lo cual, no tienen estas dependencias de fertilizantes que vienen del combustible fósil. Pero si de repente al helecho le entra un hongo, la solución aquí para no utilizar pesticidas y envenenar a estos patos 0sería tener un arroz transgénico resistente a estas pestes.

“Una vaca a 40 grados en California no necesita lo mismo que la vaca que está en Asturias”

P. ¿Tenemos que volvernos todos veganos para salvar al planeta?

R. Probablemente debemos de dejar de comer carne al nivel que lo estamos comiendo ahora mismo. La carne que se coma debe prestar servicios medios ambientales y garantizar que no existe un maltrato animal. Pero si todo el mundo se convirtiera en vegano se retrasaría quizá nuestra caída climática, pero no se solucionaría el problema. El peligro siempre está en generalizar, como decir, por ejemplo, que una vaca consume 30.000 litros de agua. Porque una vaca a 40 grados en California no necesita lo mismo que la vaca que está en Asturias. Por otra parte, los bosques que no tienen herbívoros acumulan maleza y arden más que los que tienen algo de ganadería extensiva. El estiércol de estas vacas quizá apoya la fertilización de ciertas áreas del ecosistema y una serie de insectos que de otra manera no existirían. El diablo siempre está en los detalles, pero Twitter solo tiene 140 caracteres. Cuando uno te cuenta solo una línea de su película y el otro solo una línea de la suya, llegan los problemas.P. ¿Qué países lo están haciendo bien?

R. En cuestión de conservación de biodiversidad y explotación de recursos, por ejemplo, Costa Rica es un país tropical que se ha apuntado a esta lucha contra el calentamiento climático muy rápidamente y está llevando a cabo gestiones de recursos bastante pionera. Han visto que la biodiversidad no es un peso sobre nuestras espaldas, sino una riqueza tenemos que gestionar e incluso que explotar. Está también el tópico de los países nórdicos, pero quizá este modelo no se puede aplicar tanto a las economías más pequeñas, con niveles adquisitivos más bajos. Hay países que no tienen tanto margen de maniobra.

Y en este contexto es cuando me llaman la atención dos: Cuba y Corea del Norte. Cuando los nombro parece que saltan todas las alarmas porque no tienen el favor de la política internacional. Pero la razón es que su sistema agrícola se ha movido mucho en el tema del círculo orgánico. Es un error pensar que esto es una cuestión de ideología, porque Rusia y China están a kilómetros de ser orgánicas. Cuba y Corea del Norte tuvieron una necesidad porque tenían una crisis alimentaria y la han solucionado de una manera muy alternativa y distinta al resto porque no tenían otra opción. La pregunta aquí es si nosotros tenemos otra opción con el calentamiento climático llamando a la puerta. ¿Qué podemos aprender de esto? En todos los países hay oportunidades para aprender. Hay soluciones tradicionales y del pasado que con la tecnología moderna se podrían afinar para alcanzar una revolución verde.

P. Costa Rica ha sido precisamente premiada en los llamados ‘Oscar Verdes’ creados ahora por los Duques de Cambridge. ¿Cómo ves esto de que la Familia Real británica esté tan implicada con esta causa?

R. Es algo muy bienvenido. Si el problema no es político sino técnico, no veo conflicto con que la Familia Real se implique. Es más, cuando el príncipe Guillermo dijo recientemente que los multimillonarios debían dejarse de carreras del turismo espacial para enfocarse primero en proteger el planeta en el que vivimos, yo me sentí agradecido. Pienso exactamente igual. Como estas compañías son multinacionales es muy fácil que si alguien como yo hacemos alguna crítica se interprete como un ataque al capitalismo. Pero cuando viene de un miembro de la Monarquía, que está más asociado al sector de la política conservadora, se agradece porque las incongruencias deben ser denunciadas. Y te puedo decir que la implicación de la familia real inglesa con la causa medio ambiental no es solo de boquilla. Tuve oportunidad de conocer en un acto de ‘Kew’ al príncipe Carlos y en el saludo constaté que yo tenía más mano de abogado que él. No es de los que ha plantado solo una planta en su vida.

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