
Los mejillones son una de las cumbres de la gastronomía gallega y uno de los productos más populares fuera de nuestras fronteras. Galicia produce más del 40% de los mejillones de la Unión Europea (UE).
Su cultivo en las particulares ‘bateas’ y los nutrientes que reciben de las aguas de las rías les aportan una textura y sabor únicos que los sitúan como uno de los manjares del mar de las costas gallegas.
Esta materia prima de calidad se presta a distintas y muy variadas preparaciones, pero los entendidos recomiendan disfrutar de todo su sabor con la preparación más sencilla: los mejillones cocidos.
Un ingrediente muy gallego
A la hora de cocer mejillones, lo primero es limpiarlos bien, siempre con agua fría, limpiando las ‘barbas’ y raspando las conchas para eliminar las impurezas. Y ojo, si encuentras alguno roto o que no se cierre al tocarlo, deséchalo; podría estar en mal estado.
Nuestro ingrediente especial aparece en el segundo paso: un poco de vino Albariño. Antes de ponernos a cocer nuestros bivalvos, los colocamos en una olla grande con una base de líquido. Aunque puede utilizarse solo agua o agua con laurel, el Albariño sacará lo mejor del mejillón.
Este vino gallego de la región de las Rías Baixas es conocido por sus notas frutales y toques cítricos. Esta combinación equilibra la dulzura del mejillón con la acidez del vino, resaltando el sabor del marisco y ayudando a suavizar su textura.
Una vez terminada la cocción, siempre a fuego alto y con la olla tapada, tus mejillones estarán perfectos y listos para servir. Pero nuestra recomendación no termina ahí.
El jugo resultante de la preparación puede conservarse. Este caldo le dará un toque digno de un restaurante a otras preparaciones como arroces o sopas.
Enlace de origen : El truco de los gallegos para preparar los mejillones perfectos: ni laurel ni limón