España ha perdido casi 50.000 pequeños comercios en los últimos cinco años

El despegue de las compras por internet, que se dispararon durante la pandemia del covid-19, y los cambios de hábitos de los consumidores, que buscan, cada vez más, espacios en los que el acto de compra sea algo experiencial (quieren ver, probar y experimentar), han tocado y hundido al comercio minorista español, que ha visto cómo en el último lustro echaban el cierre un total de 49.970 establecimientos. Y aunque la crisis sanitaria lo aceleró, lo cierto es que el fenómeno había empezado ya antes, y desde el año 2000 han desaparecido en España una de cada cinco tiendas de venta al detalle.

Así, mientras durante las dos primeras décadas de este milenio, el censo del comercio minorista pasó de los 646.800 negocios a 550.300 (un 15% menos), el proceso se ha intensificado tras la pandemia, con una reducción del 9%, hasta los 500.340 establecimientos de finales de 2024, según recoge el informe sobre ‘Nuevas dinámicas de consumo tras el covid-19’, que este miércoles han presentado la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).

En ese mismo quinquenio, el que va desde 2019 hasta 2024, las ventas ‘on line’ han aumentado, en contrapartida, en un 95%, hasta el punto de que el 56,7% de la población en España compra de manera habitual por internet, frente al 46,9% que lo hacían antes del covid. El porcentaje de empresas que recurren ya a este sistema de venta ha pasado del 36% previo a la crisis sanitaria al 45% en 2023.

“La pandemia hizo que personas que no habían utilizado nunca antes este sistema de compra, y que posiblemente no se habrían sumado de no haberse producido esa situación, empezaran a comprar por internet, especialmente el colectivo de mayores de 50 años“, indica Marta Frasquet, catedrática de Comercialización e Investigación de Mercados de la Universitat de València (UV).

Las trabas económicas y de brecha digital generacional que han tenido que afrontar muchos de esos pequeños establecimientos para incorporar las más nuevas tecnologías constituyen uno de los motivos que los han abocado al cierre. “Aquellos que han sido más rápidos en la adopción de estos cambios han sido os que han sobrevivido”, señala Frasquet. Esto ha penalizado, sobre todo, a las pequeñas cadenas minoristas, “ya que las tiendas de barrio, el comercio tradicional, ha podido aprovecharse de otra de las tendencias que surgieron con la pandemia, cuando la gente redescubrió las compras de proximidad”, indica la investigadora.

Así, “las grandes cadenas, al contar con mayores recursos para adoptar estas tecnologías, han liderado el cambio, lo que ha favorecido la concentración del sector y ha dificultado la supervivencia de pequeños comercios. La pandemia aceleró este proceso de transformación, consolidando la digitalización del comercio“, observan los autores del estudio.

Aquellos que han podido subirse al carro de la innovación tecnológica “no solo han optimizado la eficiencia operativa, sino que también han redefinido los canales de venta y la experiencia del cliente en los establecimientos físicos”, agregan los investigadores.

Y es que ahora ya no se compra como antes de la pandemia. “El comportamiento de los consumidores cambió, en busca del bienestar y el cuidado personal, del medio ambiente y de la sostenibilidad, y todo ello incrementó la demanda de productos saludables, ecológicos y de proximidad”, prosigue la catedrática de la UV. Por otro lado, la incertidumbre económica reforzó el ahorro, “y las cestas de la compra se hicieron más pequeñas y más controladas, porque el comprador vigila más el gasto”. De ahí, subraya Frasquet, “que otra de las tendencias que se están observando sea la pérdida de peso de los grandes hipermercados, en beneficio de los supermercados”, sobre todo los situados en la trama urbana.

Repunte el pasado mes de junio

Con todo, no hay solo malas noticias para el comercio minorista español, que el pasado junio aumentó un 6,2% su actividad en comparación interanual, su mayor incremento desde noviembre de 2021 y el duodécimo consecutivo, coincidiendo con el comienzo de las rebajas de verano. Según los datos publicados el martes por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a precios constantes, es decir en la serie corregida de efectos estacionales y de calendario, el incremento fue también del 6,2%, una tasa 1,2 puntos superior a la de mayo.

Entre finales de junio y agosto, el periodo tradicional de la campaña de ofertas estivales y uno de los grandes picos de facturación de cada temporada, la patronal La Distribución (antes Anged) preveía un incremento cercano al 8% en el volumen de ventas.

Por modos de distribución, las grandes cadenas crecieron un 5,9% en los seis meses del año; el comercio electrónico, casi un 3%; las empresas unilocalizadas, un 2,3%; las grandes superficies, un 2,2% y las pequeñas cadenas, un 1,9%.

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