Explosión de contagios, jaque hospitalario y menos muertes: la ola ómicron que se cierne sobre nosotros

No ha pasado un mes desde que fuera secuenciada en Sudáfrica y la variante ómicron pronto destronará a la delta como la versión dominante global del coronavirus. Ya se ha extendido a 89 países y los casos se duplican cada pocos días, advirtió este fin de semana la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los datos sobre su potencial impacto en el curso de la pandemia siguen sin ser concluyentes y, a punto de cumplirse dos años de los primeros casos oficiales del SARS-CoV-2 detectados en China, cada región enfrenta esta nueva oleada en condiciones sanitarias, políticas y sociales tan particulares que hacen difícil extrapolar escenarios. Pero desde los países que ya están ahora metidos de lleno en las trincheras de ómicron se puede hacer un retrato robot de la ola que se cierne sobre nosotros: una avalancha de contactos que, pese a una menor letalidad, puede poner en jaque a los hospitales.

“Probablemente, no es inteligente sentarse y pensar que es una variante moderada, que no va a causar síntomas de enfermedad severa. Porque creo que los números [de contagios] se van a disparar y todos los sistemas de salud van a estar bajo presión“, aseguró la científica en jefe de la OMS, Soumya Swaminathan, en una conferencia de prensa en Ginebra el lunes.

El espejismo, aseguró la experta, tiene un origen muy claro: el desacople observado hasta la fecha entre la tasa de infecciones y la de fallecidos. Un fenómeno patente en la información que proviene de Sudáfrica, Dinamarca y Reino Unido, tres de los países con más transmisión local detectada de la nueva variante, donde se ve la marcada desviación entre la extrema capacidad de contagio de la variante y su tasa de letalidad. Los primeros estudios también parecen confirmar que si bien la ómicron tiene una “ventaja de crecimiento sustancial” respeto a la variante delta por su habilidad para evadir la inmunidad existente, las actuales vacunas -con doble dosis- siguen ofreciendo una protección sustancial contra la hospitalización y los síntomas más graves de la enfermedad. También los primeros estudios sobre el positivo efecto de los refuerzos son esperanzadores.

El caso más evidente es el de Sudáfrica. Allí, pese a que los contagios han tocado techo desde la aparición de la variante, los fallecimientos no están aumentando al mismo ritmo como sí sucedió en anteriores momentos de la pandemia. “Mientras la incidencia del covid-19 en Sudáfrica se encuentra en un máximo histórico (117% respecto al anterior pico), las muertes se están desacoplando y se mantienen relativamente bajas (menos del 6% respecto al anterior pico)”, explicó el matemático sudafricano Ridhwaan Suliman el sábado en su cuenta de Twitter, donde lleva desde el comienzo de la pandemia ofreciendo explicaciones gráficas a los datos de su país.

El patrón que se repite en los países analizados, según datos recopilados por Our World in Data. Dinamarca, que secuencia más que ningún otro país de la Unión Europea, está atravesando la peor ola de infecciones desde el inicio de la crisis sanitaria. Y, aunque las muertes también están aumentando, no lo están haciendo en la misma proporción gracias a la elevada tasa de vacunación (con un 77,3% de pauta completa). Del mismo modo, la alta cobertura (70% pauta completa) también está conteniendo el desastre en Reino Unido, que desde que levantó todas las restricciones en verano ha mantenido una elevada tasa de contagios. En las últimas semanas, coincidiendo con el auge de ómicron, las infecciones han superado el pico del pasado mes de enero. Los fallecimientos, sin embargo, siguen muy por debajo de las oleadas anteriores.

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Jaque hospitalario

Los expertos están preocupados por la falsa sensación de seguridad que puede generar este ‘desacople’ y advierten que un pico descontrolado de las infecciones todavía podría hacer colapsar los hospitales. “Inevitablemente, va a haber un ‘lag’ entre infecciones y hospitalizaciones”, dijo el epidemiólogo Mark Woolhouse, de la Universidad de Edimburgo, a la revista Nature el viernes pasado. “Mientras tanto, se deben tomar las decisiones políticas y no es sencillo”.

En Sudáfrica, las admisiones semanales de pacientes con covid han aumentado casi al nivel de la peor ola en un país que apenas cuenta con un 26% de la población vacunada -aunque su tasa de inmunización por contagio podría ser del 70%, según un estudio del prestigioso vacunólogo sudafricano Shabir Mahdi-. Los hospitales sudafricanos tocaron un pico de hospitalizaciones hace dos semanas con el ingreso de 7.433 pacientes, para luego reducirse a 6.887 la semana pasada, según datos del Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles. Esta semana se han registrado 383 nuevos ingresos para un total de 8.435 pacientes hospitalizados por covid, principalmente en la provincia de Gauteng donde se descubrió el primer brote de ómicron, de los cuales el 6,7% (566) están en la UCI.

Jorge Dastis

El Reino Unido muestra que los hospitales también llegan en un momento muy delicado a este punto de la emergencia. En la mayoría de los países se han retirado el personal e instalaciones extra que se utilizaron durante los momentos más duros de 2020. Ahora, aunque las UCI no se llenen al ritmo de las anteriores olas de la pandemia, un aumento de contagios entre sanitarios puede complicar mucho las cosas. Un estudio de la revista del servicio de salud británico ha desvelado que el número de profesionales que no han podido ir a trabajar por contacto con un positivo o infección se ha doblado en los últimos cuatro días.

El Grupo de Asesoramiento Científico para Emergencias (SAGE, por sus siglas en inglés) del Reino Unido anunció la semana pasada que, sin más restricciones, los ingresos hospitalarios en Inglaterra podrían alcanzar un máximo de 3.000 al día o más. Los últimos datos disponibles muestran que las hospitalizaciones diarias ya se acercaban al millar diario, con 919 ingresos a 14 de diciembre.

“En Reino Unido, uno de los escenarios que plantaban es que las infecciones diarias se multiplicaran por tres o por cinco. Si nos ponemos en esa situación y los casos aumentan, una avalancha de positivos todos a la vez, aunque solo un porcentaje pequeño tenga que ir al hospital, puede tensionar mucho el sistema”, agrega Nistal Villán. “Si hay una ola de contagios y todo el mundo se coge la baja al mismo tiempo, podemos encontrarnos con un problema grandísimo”, avisa.

Óscar Gelis Pons. Copenhague

En la línea de fuego

La presión hospitalaria también está subiendo en varios países de la Unión Europea, donde un promedio del 69% de la población tiene la pauta completa. Uno de los casos más significativos es Países Bajos, donde el número de pacientes enfermos de coronavirus en UCI es de 596, el 57,5% del total de las camas disponibles, aunque lejos de los máximos de primera ola y con una ligera tendencia a la baja en las últimas dos semanas. Las hospitalizaciones también apuntan hacia un paulatino descenso desde el pico alcanzado a comienzos de diciembre. El viernes pasado se produjeron 81 hospitalizaciones, por las 351 del 1 de diciembre. En España también ha habido un ligero repunte de las hospitalizaciones y de los pacientes en UCI, aunque también registra descensos en la última semana. Una saturación que ya estaría empezando desbordar la base del sistema sanitario.

“Si hablas con gente que está en la primera línea de fuego ahora mismo, están hasta arriba. No dan más de sí. El colapso del médico de cabecera, de la atención primaria, ya está aquí. No es solo que haya médicos y enfermeras que se infecten y no puedan atender, sino todos los diagnósticos que hay que hacer a mayores y enfermos por otros motivos y que no se están haciendo”, asegura Estanislao Nistal Villán, virólogo de la Universidad CEU San Pablo, a El Confidencial.

Un caso aparte es Dinamarca. El país registra estos días su mayor escalada de contagios, con las autoridades avisando de que los de ómicron se doblan cada día. El Instituto Statens Serum de Copenhague, que rastrea los datos de la pandemia en el país, considera que la variante se convertirá en la dominante en el país en algún momento de esta semana. También han registrado un aumento de las muertes diarias, que rondan la decena -el máximo, 41, se registró en enero-, y de las hospitalizaciones que siguen en aumento desde finales de noviembre. Hay 581 pacientes de covid hospitalizados en Dinamarca en este momento, de los cuales el 11,3% (66) ocupan camas UCI, con un ligero incremento en las últimas 24 horas.

El pasado 13 de diciembre, las autoridades sanitarias del país nórdico presentaron datos que mostraban que las tasas de hospitalización parecían estar a la par de las otras variantes. También el Imperial College señaló que, con los pocos casos estudiados hasta la fecha, no veía evidencias de una menor hospitalización por ómicron comparado con delta en Inglaterra. De nuevo, las muestran son demasiado pequeñas todavía para hacer pronósticos.

A pesar de esta tendencia, es importante señalar que cualquier comparativa del número de infecciones tiene que tener en cuenta también el nivel de positividad de los test; esto es, cuántos positivos en coronavirus hay entre todas las personas que se hacen test. Un porcentaje muy alto puede implicar que hay una gran cantidad de infecciones que no se están detectando. En Sudáfrica es del 30%. El número contrasta con la tasa de positividad del 4,48% en Reino Unido y del 8,97% en España. Según la OMS, una tasa de positividad de en torno al 5% daría a entender que las autoridades sanitarias están controlando el desarrollo de la pandemia. Países Bajos se desmarca de la tendencia europea, con una positividad similar al 27% de Sudáfrica.

Agencias

Todos los expertos coinciden en que, por el momento, la vacunación sigue siendo nuestra mejor defensa para prevenir casos graves y que cualquier estrategia exitosa pasa por fomentar las dosis de refuerzo, especialmente entre la población vulnerable. Y reforzar los comportamientos que se han demostrado útiles en los anteriores picos infecciosos: usar las mascarillas, guardar la distancia de seguridad, limitar los contactos sociales, restringir aforos y evitar los espacios cerrados atestados o mal ventilados.

No tenemos que caer en la paranoia. Es una nueva oportunidad para que quienes toman decisiones sean conscientes de a qué situación podemos llegar. Pero también tenemos que saber que los problemas no son los mismos que teníamos al principio de la pandemia, que estamos vacunados y que la mayor parte de la gente va a estar protegida”, contextualiza Nistal Villán. “Existe la sensación de que volvemos a la casilla de salida y no es así”.

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