Ibex 2022: dudas y esperanzas de dejar atrás doce años de letargo

Con una ganancia cercana al 8% -que se eleva al 10,8% si se toman en consideración los dividendos- el 2021 del Ibex difícilmente se puede considerar negativo. Al fin y al cabo, no han sido muchas las ocasiones en las que el índice ha ofrecido a los inversores un rendimiento de este calibre en los últimos años. De hecho, se trata de su segundo mejor registro desde 2013.

Pero es precisamente esa tan prolongada escasez de alegrías en los últimos años la que deja cierta sensación de desazón entre los inversores. Un ejercicio más, el Ibex arrancaba con altas expectativas de cerrar la brecha abierta el año anterior y una vez más ha acabado a la zaga de los principales índices mundiales. En comparación con el Cac 40 francés, el S&P 500 estadounidense o el Ftse Mib italiano, que sellaron 2021 con rendimientos que se sitúan entre el 20 y el 30%, los avances del Ibex representan un premio de muy escasa entidad.

“La bolsa española ha experimentado en 2021 un comportamiento irregular, a diferencia del brillo que han tenido otros índices, pese al fuerte impulso de los beneficios empresariales”, corrobora Victoria Torre, directora de Oferta Digital de Singular Bank.

Carlos Rodríguez

Un mal tono que se explicaría, en parte, por el ‘gatillazo’ que ha protagonizado la economía española en este ejercicio. “España entró en el año 2021 como clara favorita en cuanto a crecimiento y termina el año siendo una de las grandes decepciones de la eurozona”, apunta en este sentido Amelia Benito, gestora del fondo Ibercaja Bolsa España de Ibercaja Gestión. A esto se sumarían cuestiones como la elevada exposición de las compañías que conforman el Ibex a los mercados latinoamericanos, aún renqueantes tras el zarpazo del coronavirus.

Pero lo peor para el mercado español es que su relativa mala evolución respecto a las grandes bolsas internacionales se ha convertido en la tónica habitual. En una comparativa frente a los principales índices de Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Japón y Estados Unidos, el mercado español sale persistentemente mal parado en los últimos lustros. Desde 2010, año en que la agitación por la crisis del euro comenzó a agrietar la confianza de los inversores en un país que unos años antes había sido considerado una especie de milagro económico, los resultados anuales del Ibex se han situado a la cola de todos ellos en siete ocasiones, acumulando un retroceso que ha vuelto a agrandarse este ejercicio.

Aunque frente a esto suele aducirse que el efecto de los dividendos (que índices como el Dax alemán sí computan, mientras que el Ibex los resta de su valor) desvirtúa una realidad que sería más benevola para el índice español, lo cierto es que los números registrados en este periodo son contundentes en contra del índice nacional aunque se incluya la retribución al accionista.

En 12 años, cada euro invertido en el Ibex ha generado 25 céntimos, 15 veces menos que la media

Así, en términos de retorno total, el Ibex ha acumulado unos rendimientos en estos doce años del 25,22%, equivalentes a algo menos del 1,9% al año. En el mismo lapso de tiempo, el Cac y el Dax han rondado ganancias en torno al 170%, el FTSE 100 británico suma más de un 128% (medido en euros) y hasta el Ftse Mib italiano -un mercado aquejado de incertidumbres similares- triplica los rendimientos del selectivo español. La comparativa con Wall Street es aún más sonrojante. Todo esto resulta en que en estos 12 años, cada euro invertido en el Ibex 35 habría generado un rendimiento total inferior a los 0,25 euros, 15 veces menos que los 3,73 euros que habría dado de rendimiento la misma inversión en el MSCI de bolsas desarrolladas.

Son muchas las razones que se pueden aducir para explicar esta desfavorable evolución. Una de las más socorridas tiene que ver con la composición del índice español, en el que sectores como la banca, muy penalizados en los últimos años por las heridas de la pasada crisis financiera y los efectos de las políticas de tipos de interés en mínimos, tienen una presencia muy superior a la de otros índices. Por contra, los sectores más pujantes de la economía internacional, como tecnológicas, biotecnológicas y todo tipo de negocios basados en la digitalización ocupan una posición muy minoritaria. “Todos conocemos, porque vienen de lejos, los problemas en la composición de nuestro selectivo con la elevada ponderación de algunos sectores y la falta de otros que están cambiando el mundo“, observa Virginia Pérez Palomino, directora de renta variable de Tressis.

Sin embargo, durante 2021 se ha dado un fenómeno curioso, ya que, a diferencia de lo que venía siendo habitual en los años precedentes, la banca no ha sido un lastre para el Ibex, sino que, al contrario, se ha mostrado como uno de sus estiletes, favorecido por las dinámicas de recuperación económica y unas perspectivas de tipos de interés al alza a medio plazo. Esto ha resultado en avances generalizados, que van desde el 67% de Sabadell a casi el 15% en el caso de CaixaBank.

Agustín Monzón

Sin embargo, el sector eléctrico, uno de los que mejor se había comportado previamente -lo que le había llevado a superar a la banca como el sector más relevante del Ibex- ha firmado un año mucho menos propicio, que sin duda ha frenado la remontada del mercado español. Y a esto se añade una presencia también considerable de compañías ligadas al turismo, que se mantienen aún muy penalizadas por la pandemia.

Como observa Rafael Peña, socio de Olea Gestión y cogestor del fondo Olea Neutral, el Ibex ha ganado en diversificación en los últimos años, fundamentalmente por la pérdida de peso de banca y telecomunicaciones, pero lo ha hecho en magnitudes aún muy bajas. “Si entonces [hace diez años] solamente cinco compañías representaban más del 60% del peso en el índice, actualmente son siete”, apunta.

El pobre rendimiento del Ibex y de sus pesos pesados en los últimos años son, con todo, una de sus principales bazas para plantear una remontada en el futuro inmediato, que podría iniciarse ya este 2022. Al fin y al cabo, el índice español cotiza a un PER (relación entre valoración y beneficios empresariales) estimado para 2022 de apenas 13 veces, frente a las más de 14 y 15 veces del Dax y el Cac, respectivamente.

“Es cierto que durante este año no hemos visto interés por parte de los inversores internacionales, cuya atención ha ido dirigida a otras regiones europeas que frente a sus medias históricas cotizaban con descuento, como pueden ser Francia o Alemania”, explica Benito. Tras este movimiento, sin embargo, esos descuentos se habrían reducido mucho, explica la gestora de Ibercaja, mientras que “países como España, precisamente por haberse quedado atrás durante 2021, podrían atraer las miradas de los inversores en busca de compañías con valoraciones más atractivas. Por lo que no descartamos que el Ibex en algún momento pueda sorprender y superar a sus vecinos comunitarios”.

Diez empresas del Ibex cotizan más de un 25% por debajo de sus precios objetivo medios

Una visión similar defiende Victoria Torre, quien repara en que “algunos de los principales pesos pesados del Ibex 35 siguen contando con un potencial alcista importante, y eso podría ayudar a que el selectivo repunte en 2022, siempre que la recuperación económica acompañe. Así, por ejemplo, BBVA, Santander o Iberdrola podrían dar empuje al Ibex 35 el próximo año”. Según los registros de Bloomberg, 31 de las 35 compañías del índice cotizan por debajo de sus precios objetivos medios y diez de ellas tienen un potencial de revalorización superior al 25%.

Natalia Aguirre, directora de Análisis y Estrategia de Renta 4 sintetiza varios argumentos para respaldar una actitud constructiva sobre las perspectivas del Ibex en 2022: la reducción del diferencial de crecimiento entre España y Europa, tras la decepción de este 2021 y con el apoyo de los fondos europeos; la continuidad de la recuperación global, que “debería redundar en una mejora de los resultados de nuestras compañías, altamente globalizadas”; el elevado peso del sector bancario en un entorno propicio por las perspectivas de la política monetaria; un menor riesgo regulatorio en el sector eléctrico, tras las tensiones de este ejercicio; y la previsible recuperación del sector turístico si las condiciones sanitarias lo permiten.

Razones similares expone Luis Buceta, director de Inversiones de Creand AM: “La valoración de la bolsa española es la más barata dentro de las principales bolsas europeas y, además, muestra un nivel de sobreventa elevado. En la medida en que el escenario de recuperación previsto para el año que viene vaya ganando visibilidad y trimestre tras trimestre los resultados empresariales vayan acompañando este escenario, solo por una reversión a la media en los múltiplos pagados por esos resultados, podremos ver un comportamiento espectacular de la bolsa española“.

Agustín Monzón

En su opinión, “en España hay muy buenas compañías, en sectores con un gran crecimiento por delante y francamente infravaloradas. Es cuestión de tiempo que el mercado vuelva a fijarse en ellas y reconozca su valor”. Sin embargo, también admite que el atractivo del mercado español se ha visto enturbiado en los últimos tiempos por una serie de factores que no parecen esencialmente puntuales. “Al inversor institucional, y especialmente al extranjero, que es donde está el volumen, le gusta poco la incertidumbre sobre temas ajenos a los que ya tienen los propios negocios y compañías. Y el contexto político, jurídico y fiscal ha estado marcado por la incertidumbre estos últimos años”, observa.

Además, Buceta apunta a otro importante hándicap del mercado español que podría estar drenando interés por parte de los inversores internacionales: la escasez de cobertura por parte de las casas de análisis. “La empresa cotizada española tiene un tamaño inferior al medio de otras bolsas, y son las compañías de menor tamaño las que han recibido menos cobertura por parte de las casas de análisis, a raíz del cambio normativo introducido por la directiva MiFID II”.

Debilidades estructurales

Estas debilidades de carácter más estructural son las que enarbolan los que mantienen una visión más escéptica sobre las opciones del Ibex de recuperar terreno con el resto de los grandes índices europeos e internacionales. “No nos encontramos ante una oportunidad por infravaloración del Ibex, el mal comportamiento se debe a factores estructurales”, comenta Rafael Peña, quien considera que “el Ibex representa una reducida parte de la economía denominada en euros y no ofrece la suficiente diversificación que una gestión pasiva o indexada requiere”.

Más tajante aún se muestra Virginia Pérez cuando señala que “hace tiempo que deberíamos habernos dado por vencidos con el Ibex”. La experta de Tressis resalta que “los beneficios son el motor y el soporte de las cotizaciones y, mientras que en el resto de Europa los beneficios empresariales están en expansión, superando en 2021 los niveles a los que habían llegado en los momentos previos a la pandemia, en España se encuentran aún en proceso de recuperación y probablemente falten años para que se logre llegar a los resultados empresariales obtenidos en 2019″.

Con todo, Pérez matiza que “en España contamos con compañías con un notable crecimiento de sus beneficios y unos negocios en pleno desarrollo”, aunque “solo algunas cotizan en el Ibex”. Esa visión selectiva es la misma que defendía recientemente el equipo de análisis de Bankinter en la presentación de su estrategia de inversión para 2022. En la misma observaban que la composición sectorial del índice, con su efecto en la evolución de los resultados; las vulnerabilidades de la economía, manifestadas en una débil evolución de la productividad; o decisiones políticas erróneas, como la reciente aplicación de nuevos impuestos, seguirán pesando sobre el Ibex, al que otorgan el potencial de revalorización más bajo entre los grandes índices internacionales.

Si el Ibex desea que 2022 se convierta, al fin, en el año de su redención, tendrá que convencer al mercado de que sus problemas son cosa del pasado. Y con un historial de decepciones tan nutrido en los últimos tiempos, no será, ni mucho menos, una tarea sencilla.

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