La asombrosa vida del ortopedista cubano de Sadam Huseín: “A partir hoy, solo me toca usted”

A una película sobre Rodrigo Álvarez Cambras no le faltarían giros de guion. Científico, inventor, militar, profesor, pintor, conferencista. Por la vida del ‘padre de la ortopedia cubana’ desfilan presidentes, deportistas de élite, artistas y gente humilde en escenarios tan dispares como el Congo, Francia o Irak. Diseñó y patentó en 28 países el fijador externo multifuncional RALCA, con el que ayudó a miles de pacientes. Fundó y dirigió el Complejo Ortopédico Frank País hasta convertirlo en un centro de referencia internacional. En su larga carrera, realizó tratamientos, operaciones, y trasplantes inéditos en la historia de la medicina, contribuyó a conseguir decenas de oros olímpicos y llegó a cambiar, literalmente, la historia del siglo XX.

Durante más de 40 años, la presencia del doctor Álvarez Cambras en los medios cubanos era habitual. Al frente de un evento, de una delegación extranjera o dando el parte médico del paciente estrella de turno, su talento e influencias lo convirtieron en un personaje mítico de la esfera pública antillana.

Alicia Alamillos

Cumplidos los 82 años, las aventuras terminaron para el doctor. En 2016, fue destituido personalmente por el entonces ministro de Salud, Roberto Morales Ojeda, como director del Frank País. Desde entonces, se han sucedido los desplantes oficiales al reputado científico. En 2018, el portal Infomed del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), publicó un artículo sobre la historia de la ortopedia cubana en el que Álvarez Cambras ni siquiera era mencionado. En octubre de 2019, no fue invitado a un congreso de ortopedia celebrado en La Habana, a pesar de haber sido el principal promotor de este tipo de eventos en el pasado.

Amigos, colegas y antiguos pacientes del doctor comenzaron a denunciar públicamente estos hechos. Los medios alternativos cubanos se dieron un banquete al exponer cómo uno de los grandes genios de la revolución era marginado y olvidado. Yo entonces trabajaba para el Granma y me preguntaba cómo el doctor, que se acercaba ya a los 86 años, lidiaba con todo esto.

La dirección rechazó mi propuesta. Pese a que la hemeroteca del diario insignia del comunismo cubano acumula cientos de menciones a lo largo de varias décadas, el eminente doctor era ya una figura en decadencia para sus estándares propagandísticos. “Álvarez Cambras debe estar mal”, se limitó a decir mi jefe entonces. No me plegué a la censura y decidí contactar por mi cuenta a la familia Álvarez. Pocos días después, en la tarde del 15 de diciembre de 2020, me recibieron en una casa del reparto Náutico, al oeste de La Habana. Este es un extracto de cinco horas de conversación con el doctor Ávalrez Cambras.

Alfredo Herrera Sánchez. La Habana

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Esperé alrededor de media hora en una sala de estar repleta de adornos de todos los continentes. El doctor se acercó lentamente y me dijo:

—Ven, vamos a mi despacho.

Álvarez Cambras camina encorvado y con bastón. Las fotos colgadas en las paredes de su estudio parecen de otro hombre. En esa galería de retratos se puede ver cómo su carrera —y éxito— estuvo marcada por la estrecha amistad que lo unía a Fidel Castro Ruz, quien confió en él para impulsar la entonces incipiente ortopedia cubana. También orientó su carrera militar al enviarlo a varios conflictos y promovió su intensa labor diplomática en Oriente Medio, como presidente de la Asociación de Amistad Cubano Árabe.

El tiempo no ha cegado su memoria. Poco a poco, comenzó a narrar los momentos vividos con dignatarios, estrellas del deporte e intelectuales. Recordándolas parecía estar allí de nuevo, erguido y poderoso.

“Arriba está Sadam Huseín, cuando me dio la Orden de la Rafidain de Irak. Después está Daniel Ortega, que me dio la Orden Militar en primer grado. Luego Rafael Correa, que me dio la Orden del Sacrificio. Y por allí está Putin, dándome la Orden de Honor de Rusia”.

A partir de 1959, la imagen internacional de la Revolución era estratégica para el Gobierno cubano. Castro desplegó una red de embajadas por todo el mundo para multiplicar el alcance y la influencia del proyecto socialista caribeño. La colaboración internacionalista se materializaba con el envío de médicos y/o militares a países donde la izquierda tomaba el poder. A finales de 1964, Álvarez Cambras solicitó partir voluntario a Vietnam y su petición fue atendida por José Ramón Machado Ventura, ministro de Salud en aquella época.

“Entonces nos recibió Fidel en su casa de la calle 11 en el Vedado y almorzamos con él”

Sentado en su escritorio, el legendario galeno se yergue al recordar cómo entró en la historia para siempre:

“Entonces nos recibió Fidel en su casa de la calle 11 en el Vedado y almorzamos con él. Ahí nos explica que la misión es, en realidad, para África, que forma parte del plan del Che (que estaba por salir también), de formar dos columnas: la primera bajo su mando y la segunda dirigida por Jorge Risquet”.

El día de la partida, Álvarez Cambras fue el último en abordar el barco. Al poner un pie en la escalerilla, Fidel le pregunta:

—¿Y a ti no te dieron reloj?

—Sí, sí me lo dieron. Un Poljot, pero estaba roto.

“Y entonces Fidel se quitó un reloj [siempre llevaba dos] y me lo dio”.

Álvarez Cambras con Fidel Castro. Archivo RAC.Álvarez Cambras con Fidel Castro. Archivo RAC. Álvarez Cambras con Fidel Castro. Archivo RAC.

El doctor Álvarez Cambras, o Kiko, como le llamaban sus compañeros, todavía guarda el Longines Conquest que le regalara el Comandante en Jefe. Ese gesto lo recuerda como el inicio de su amistad. Y aún hoy lamenta muchísimo no haber estado en Cuba cuando Fidel se cayó en Santa Clara ese 21 de octubre de 2004 en el que empezó un declive físico en un proceso a cámara lenta que culminó con su renuncia en 2008:

“Ojalá lo hubiera operado yo. Estaba en México dando un curso sobre fijadores cuando eso sucedió. Me enteré y lo que hice fue ir al aeropuerto, buscar un pasaje y salir para acá. Pero cuando llegué ya habían terminado de operarlo. Era una gran fractura. Los compañeros que lo operaron son buenos cirujanos, pero la decisión que tomaron en mi opinión no fue la mejor. Cuando un hombre tiene la edad que tenía Fidel no puede estar en cama. Si le reconstruyes la rótula para dejarla perfecta, debe tener un yeso enorme acostado en una cama durante meses. Y ese tiempo con la edad que tenía Fidel, es demoledor. Yo le hubiera reconstruido el ligamento, coloco una rodillera y a la semana lo pongo a caminar

Manuel Solórzano. La Habana

El doctor continúa el recorrido por las fotografías y se detiene en una más antigua:

“Ese es Velazco Alvarado, el presidente de Perú, cuando le iban a dar el golpe de Estado… Yo estoy ahí en el medio, vestido de negro. Nos citó en una madrugada y le pusimos la prótesis en una noche. ¡Increíble! Cinco días después de operado. Y se paró (levantó) y se puso el uniforme de general…”

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Rodrigo Álvarez Cambras llegó a la vida de Sadam Huseín de manera convulsa y a la postre el dictador fue otro de sus grandes y más poderosos amigos.

Cuando ya Sadam Husein tenía el poder real, pero aún era el vicepresidente de Irak, un cercano colaborador suyo, Tarek Aziz, coincidió con el dirigente cubano Carlos Rafael Rodríguez durante un vuelo a Ginebra. En ese breve encuentro, solicitó la presencia del ortopédico en Irak para atender a su jefe, a lo que Fidel Castro accedió. Álvarez Cambras encontró a Sadam postrado en la cama. Llevaba tres meses en aquellas condiciones y estaba frustrado. No comprendía por qué los médicos que lo rodeaban carecían de un diagnóstico.

Después de una serie de exámenes rutinarios, el ortopedista cubano y la comitiva que lo acompañaba determinaron que se trataba de una hernia discal que, sospechosamente, no había sido tratada. Entonces, el ministro de Salud mandó al grupo de cubanos a recorrer Irak durante una semana, supuestamente invitados por Sadam Huseín. Cuando regresaron de su viaje, les indicó que debían abandonar el país inmediatamente. Álvarez Cambras intuía algo raro y decidió redactar una carta dirigida al propio Sadam —enviada a través de su secretario privado— en la que le explicaba que veía indicios de una conspiración para sacarlo del poder.

Paula Corroto

Cinco horas antes del vuelo de partida, la guardia personal del Huseín irrumpió en la habitación de hotel de los cubanos y los llevó a palacio. Álvarez Cambras recuerda el momento de manera inquietante:

“Llegamos y Sadam estaba acostado con el papel en la mano. Tenía dos papeles uno en inglés y otro en árabe porque lo habían traducido. Y me dice:

—Profesor, ¿usted escribió esto?

—Sí.

—¿Usted lo sostiene?

—Sí, sí.

—Usted tiene razón. Están presos los tres médicos.

“Profesor, a partir de hoy y de este segundo, nadie me puede tocar que no sea usted y su gente”

En eso mandó buscar al ministro de Salud y le dije:

—¿Cómo que los tres médicos están presos?

—Sí, están presos. Esto es una conspiración para sacarme del poder y ya frente a su carta confesaron.

Entonces Sadam le dice al ministro:

—Usted está destituido de su cargo y va a ir a los tribunales.

Luego nombró a un nuevo ministro de Salud y me dijo:

—Profesor, a partir de hoy y de este segundo nadie me puede tocar que no sea usted y su gente.

Entonces pusieron tres carros Volvo nuevos con tres choferes a disposición de nuestro grupo. Fuimos para el hotel y a partir de ahí empezamos a tratarlo. Ya nunca más nos desconectamos. Al ministro ese no lo vi más, imagino que lo fusilaron y los tres médicos desaparecieron”.

El doctor contó esto con naturalidad. Cuando se ha vivido entre episodios así, uno desvirtúa el sentido de lo humanamente correcto, el talento cae en manos de recovecos políticos y cualquier ápice de profesionalidad queda a un lado frente a la ideología.

***

Un amigo de Kiko interrumpe brevemente la entrevista.

—¡Frank cará! —lo saluda el doctor.

—Pasé por aquí a dejarte el pan nada más —explica apenado el amigo.

—¿Qué? ¿Nos trajiste pan? ¡Qué bueno! —responde el doctor con los ojos muy abiertos.

En ese instante, Álvarez Cambras inclinó su cabeza y cruzó ligeramente los brazos sobre el escritorio en franco gesto de satisfacción. La visita de su amigo adquirió una connotación diferente. Un hombre que ha logrado todo en la vida, tanto personal como profesionalmente, jamás imaginó que pasaría la vejez con tanta escasez del alimento bíblico. El Gobierno cubano controla toda la economía y la producción de pan no es la excepción. Hace unos meses comenzó a sustituir la harina de trigo por la de maíz en un producto que se vende regulado: solo 80 gramos por persona. La OMS recomienda consumir entre 200 y 250 gramos diarios.

Al retomar la conversación, Álvarez Cambras reconoció que su relación con Sadam “era casi una hermandad”. Un lazo que fue explotado muy bien por Fidel Castro.

Alfredo Herrera Sánchez. La Habana

Sadam Huseín era fanático a los palacios y construcciones de lujo. Llegó a edificar casi un centenar por todo el país durante sus 24 años en el poder. Como muestra de su autoridad y de la simpatía que sentía hacia Cuba, un día le hizo una propuesta a Álvarez Cambras:

“Él quería hacer una casa enorme para mí y otra para Fidel, igual que una que había costado cinco millones de dólares. Yo le dije:

—Mire, va a ser muy difícil…

—No, yo quiero hacerla en Cuba. Yo mando los ingenieros, los arquitectos, los trabajadores, y el dinero.

—Bueno, voy a hablar con Fidel.

Él me había enseñado la casa. Era muy lujosa, de mármol negro. Cuando veo a Fidel me dice:

—No, Kiko, no podemos aceptar eso. Regresa y dile que tú tienes una buena casa y yo también, que no nos hace falta. Pero mira a ver si le tumbamos los 10 millones esos”.

A mediados de 1978 se planifica la primera visita de Sadam a Cuba y, como buen árabe, decide dormir una noche en la casa de su mejor amigo

En ese momento, el doctor se enrojece un poco y ríe pícaramente. Lo secundo y también sonrío para conjurar la incomodidad que había adquirido nuestra conversación. Quería llegar a los recovecos de su pasado como embajador de la desfachatez de un país.

“Entonces, a la vuelta le dije a Sadam:

—Dice Fidel tal cosa…

Y mandó los 10 millones para acá, pero la casa no. Yo le dije que tenía una buena casa”.

A mediados de 1978 se planifica la primera visita de Sadam a Cuba y, como buen árabe, decide dormir una noche en la casa de su mejor amigo, Rodrigo Álvarez Cambras.

“En ese momento yo vivía en la zona de Barlovento, en una casita de dos habitaciones. En un cuarto vivíamos Cristina y yo, y en el otro los tres niños.

Cuando le digo eso a Fidel, me dice:

—Cómo vamos a atender a ese hombre si le dijimos que [tenías una gran casa]. Le hemos tumbado el dinero…

Una vez más la conversación se detuvo y el doctor se echó a reír. Al cabo de unos segundos, recuperó el aliento y continuó con su historia.

“En dos meses recorrí La Habana con el secretario de Fidel, Pepín Naranjo, en busca de una casa. Encontramos una en Playa en la calle 18, muy bonita y grande que era una especie de almacén del Ministerio de Educación. Estaba vieja ya. La casa tiene 11 baños y 10 habitaciones, piscina, dos pisos, 4 salones, unos jardines gigantescos. Fidel la vio y dijo que estaba bien:

—Debe ser esta para que él [Sadam Huseín] vea que tú tienes una casa buena.

Entonces metió 250 obreros allí. Aquello era una locura.

Cuando llega Sadam no habían terminado la casa, todavía le faltaban pequeñas cosas. Como no podíamos llevarlo allí Fidel dijo:

—Vámonos para Cienfuegos que yo quiero ir a chequear la nueva fábrica de cemento y él se va a sentir bien por hacerlo con nosotros.

El número 51 de 1978, la revista Bohemia expone los detalles de la visita de ambos líderes a la planta. Fidel se dirigió a los obreros y, cuando les preguntó si querían trabajar en Irak, respondieron con un sí rotundo. Sadam dijo a los congregados que debían sentirse orgullosos de los dirigentes que tenían, que merecían toda la confianza.

Sadam y Fidel en el número 51 de 1978. Revista Bohemia.Sadam y Fidel en el número 51 de 1978. Revista Bohemia. Sadam y Fidel en el número 51 de 1978. Revista Bohemia.

Kiko recordó que al día siguiente la pesadilla continuaba:

“Cuando determinamos regresar, llamamos a la casa y no habían terminado porque el césped del patio aún no estaba listo. Entonces nos llevamos a Sadam para un cayito que Fidel tiene que se llama Cayo Piedra para descansar”.

Cayo Piedra es una pequeña isla ubicada a 14 kilómetros de Playa Girón, muy cerca de la famosa Bahía de Cochinos. Fidel Castro lo convirtió en paraíso para recrearse en sus ratos libres. Cuenta con un faro, delfinario, helipuerto y piscina frente a las cristalinas aguas del Caribe.

Alfredo Herrera Sánchez. La Habana

“Después de varios días dando excusas fuimos para la casa. Sadam estaba medio cabrón. Llegamos a La Habana y aquello estaba lleno de gente. Vio toda la casa y le gustó mucho, pero él se dio cuenta de que era una casa que la habían acabado de arreglar y me dijo:”

—Pero la acaban de arreglar.

—Bueno, imagínese, lo menos que podíamos hacer si sabíamos que usted venía era arreglar un poco la casa.

Yo le expliqué, pero él no era bobo. Pasó la noche allí y luego fue a una casa de protocolo.”

Estos no fueron los únicos millones que Rodrigo Álvarez Cambras consiguió para Cuba. A partir del derrumbe del campo socialista la isla entró en una profunda crisis económica. El Gobierno de Fidel Castro necesitaba un préstamo y recurrieron a Kiko para lograrlo en Irak.

“Fui a ver a Sadam y le dije:

—Mire, en Cuba estamos escachados [arruinados], bloqueados, hay que pagar la deuda externa y necesitamos dinero. Fidel me dijo que le dijera a usted, que nos ayudará en eso.

Y me contestó:

—No hay problema, ¿cómo quieren el préstamo?

—Bueno, si yo le digo cómo lo quiero usted me va a botar [echar] de su oficina, va a pensar que es una falta de respeto mía. A mí me dijeron que debía pedirlo al 6% de interés y tres años de gracia, pero si yo le digo como lo quiero… Me da pena [vergüenza], no puedo decírselo.

—Dime, coño, ¿tú no eres amigo mío? —me insiste Sadam.

—Bueno, yo lo quiero sin intereses y a 10 años de gracia.

—Concedido.

Cuando yo llamé para acá y hablé con Fidel, me dijo:

—¿Tú sabes cuánto tú ganaste? 192 millones de dólares, que es lo que tendríamos que pagar de intereses nada más si hubiera sido de la otra forma.”

Las misiones de Álvarez Cambras siempre adquirían un aura dramática que le exigían al máximo. Ese crédito, por ejemplo, requirió de él más de una negociación.

“Mañana a las ocho el del Banco Nacional de Cuba, usted y el embajador van a estar presentes y se firmará de la forma que yo dije: con 0% de interés”

“Resulta que cuando el vicepresidente del Banco Nacional de Cuba fue a firmar el convenio del préstamo, el embajador iraquí, que era un incompetente, lo pone en contacto con el vicepresidente, Taha Yassin Ramadan. Entonces le dicen que lo van a firmar al 6% y a tres años de gracia, que no era lo que yo había pactado con Sadam.

Llaman a Carlos Rafael Rodríguez y este me localiza en España. Había ido a dar unas conferencias y estaba en casa del embajador cubano. Me dijo:

—Kiko, estamos preocupados porque me explican que lo que tú dijiste no es verdad. De todas maneras, vamos a coger el préstamo, pero no es la forma brillante en la que tú…

—No, no. Si usted me permite yo arranco para allá ahora. Me va a costar caro porque voy a tener que buscar aviones raros de esos y llegar en una noche allá [a Irak], antes que se firme el préstamo.

—Sí, sí. Pídele dinero al embajador, lo que te haga falta.

Y le pedí como 100.000 dólares al embajador para el viaje y, cuando llegamos, fui a palacio. No me dejaron entrar y me dijeron:

—¿A esta hora, de noche?

—Sí, pero es que mañana se va firmar…

—No, tengo una orden de él de no molestar.

Dentro del terreno de palacio vivían algunos dirigentes, escasos. Llamé a uno de los ministros y me dijo que él no era capaz de llamar a Sadam cuando estaba dormido… De casualidad pasa por allí Uday Houssein y le grité. Ya había estado con él aquí en Cuba y además era conocido mío. Me caía mal, pero bueno. Le dije:

—Quiero ver a tu padre, lo que pasa es que se puede poner bravo.

—No, él no se pone bravo contigo.

Y fuimos para allá. Cuando le cuento a Sadam él se molestó:

—¡No puede ser! ¿Las órdenes mías quién las da?

Entonces cogió el teléfono y empezó a hablar en árabe, yo no entendía lo que decía. Al terminar me dijo:

—Ya, mañana a las ocho el del Banco Nacional de Cuba, usted y el embajador, van a estar presentes y se firmará de la forma que yo dije: con 0% de interés”.

EFE

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Pero sin duda, el aporte que llevará a Álvarez Cambras a ser recordado más allá de sus fronteras fue un invento, sencillo pero eficaz, que cambió la ortopedia para siempre. El doctor había estado en París en 1968, donde Fidel lo envió a perfeccionar sus estudios junto a los mejores ortopédicos de Europa, especialmente a Merle D’Auvigné, quien le firmara, junto al rector, el título de Profesor Asistente Extranjero de la Facultad de Medicina de la Sorbona.

El doctor cubano había visto fijadores ortopédicos creados originalmente para fracturas equinas adaptados a humanos. En Roma y Siberia conoció otros dispositivos de uso específico en algunas fracturas. Entonces se propuso diseñar un fijador multipropósito en Cuba. Hizo varios prototipos con ayuda de un mecánico que operaba los tornos y fresadoras rudimentarias en un pequeño taller. El cuarto diseño cumplió sus expectativas y las del mundo. La primera patente otorgada fue la estadounidense. Después llegaron las de Francia, Italia y otros 25 países. Cuba se puso a la cabeza de la ortopedia mundial con el fijador RALCA.

El doctor Álvarez Cambras con el fijador RALCA. RAC El doctor Álvarez Cambras con el fijador RALCA. RAC El doctor Álvarez Cambras con el fijador RALCA. RAC

El doctor se ha quedado silencioso, una pausa poco común en su retórica. Con el rostro aminorado dice:

“Entre otras cosas el ministro este (Roberto Morales Ojeda) prohibió los fijadores. No podía, me dijeron, comprar los aceros porque eran caros. No los prohibió, pero ya no hay fijadores RALCA”.

Explicó que algo parecido ocurre con otro invento suyo: la prótesis de cadera cubana.

“Yo traje por primera vez la prótesis de cadera que se hacía en Francia, que era sencilla. Pero cuando empezamos a trabajar vimos que no cubría las características físicas de nuestro pueblo. Decidimos empezar a estudiar estas características haciendo placas, comparando. Todo para buscar una prótesis que se adaptara a la población cubana.

Hablé con Fidel y nos dio un crédito con una empresa vasca, de Bilbao, que se llamaba Banquisa. Fui allá y estuvimos hablando con los ingenieros. Mi hijo Rodrigo (también ortopédico) iba una vez a la semana a trabajar con ellos, y yo iba cada tres meses a ver el resultado. Un año estuvimos hasta que logramos la prótesis cubana. Que este hombre (Roberto Morales Ojeda) prohibió comprarla más tarde, increíblemente.

Hay un refrán chino que dice “me voy a sentar en el portal a ver pasar el cadáver de mis enemigos”

Ahora compraron unas fabricadas en Granada, en España, que después que las trajeron hubo que botarlas [tirarlas] porque se oxidaban, no servían. Y la mía no la compraron más. Hay una lista de gente esperando por prótesis de cadera y sufriendo en este país, miles y miles. Si no compran las mías que compren por lo menos una buena.

Ese hombre no sirve (Roberto Morales Ojeda). Hay un refrán chino que dice “me voy a sentar en el portal a ver pasar el cadáver de mis enemigos”. Él se va a joder. Yo quizás primero, porque soy más viejo; pero él, a la larga, termina mal. Ese tipo no sirve. Está apoyado por el Partido y me dijeron que lo están preparando para ponerlo en un cargo grande”.

El 21 de abril de 2021, Roberto Morales Ojeda fue promovido a miembro del Buró Político y secretario de Organización y Política de Cuadros del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Un cargo de nombre y alcance largos.

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La casa en la que Álvarez Cambras recibió a Sadam Huseín, hoy día. AHSLa casa en la que Álvarez Cambras recibió a Sadam Huseín, hoy día. AHS La casa en la que Álvarez Cambras recibió a Sadam Huseín, hoy día. AHS

Ninguno de los inventos de Álvarez Cambras se produce hoy en Cuba. El hospital ortopédico que creó y llegó a convertir en unos de los mejores del mundo adolece de los insumos más básicos. La casa donde recibió a Sadam Huseín tiene una planta en desuso. En la revista Bohemia ya no se publican las visitas de sus amigos.

Uno de los pilares ideológicos de la Revolución Cubana ha sido defender su soberanía ante la histórica injerencia de Estados Unidos. En plena Guerra Fría, llegaron miles de millones en préstamos, subsidios y en aranceles flexibles o nulos obtenidos bajo el paraguas del campo socialista y gobiernos afines estructural o políticamente, como el Irak de Sadam Huseín. Desgraciadamente, todos esos millones no generaron una economía próspera. Allí está, contrayéndose a cada minuto, controlada por el Estado hasta la inoperancia de cualquier emprendimiento privado, ignorando los elementos más básicos del mercado y a la espera de un milagro que no ha sucedido en 60 años: que el socialismo cubano funcione.

***

Al terminar la entrevista, el doctor insiste en acompañarme a la salida. En la pared de una sala cuelgan varios cuadros del pintor ecuatoriano Osbaldo Guayasamín. Sus personajes trastocados me miran con insistencia y no puedo evitar sentirme como ellos. El profe se tumba en el sofá y le pido una foto de recuerdo. La noche caía en La Habana y en la calle, Rodrigo hijo alistaba el Mercedes-Benz de su padre. Eso tampoco funcionaba bien.

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