La caída de capturas sube casi un 10% el precio en lonja de merluza, gallo y rape

Aunque no son exclusivas de Gran Sol, la merluza, el gallo y el rape que se descargan en los puertos gallegos provienen en su mayoría del caladero británico, donde estas tres especies son estratégicas en el plano económico y social. Entre enero y abril, las lonjas de Galicia han comercializado casi 8.300 toneladas por 42,7 millones de euros, cifras que dan cuenta de la sangría que han experimentado los buques que viven de estos stocks, que en los últimos dos ejercicios acumulan un descenso del 32,7% en capturas y un 12% en valor. La persistencia del veto a la pesca de fondo en las 87 áreas del Atlántico Noroeste implantado a finales de 2022, unido al tijeretazo que ha sufrido la flota, su paro y otros condicionantes como el mal tiempo registrado este invierno, con episodios extremos, han acelerado aún más la merma de las cantidades que llegan a la comunidad, que ha recibido 2.100 toneladas menos que hace un año a un ritmo de 17.500 kilos menos al día.

La caída de la oferta ha encarecido significativamente la pescada, el rapante y el peixe sapo, cuyo precio medio conjunto ha crecido un 9,3% en el primer cuatrimestre de 2025 frente al de 2024 hasta los 5,17 euros/kilo; incremento que se suma al 19,4% contabilizado entre 2024 y 2023. Si se compara con los 3,96 euros/kilo de entonces, el alza acumulada es del 30,6%. Del 38,8% para el primer pescado; del 23,9% para el segundo y del 8,6% para el tercero.

Solo en el último año, la comercialización de las tres especies se ha hundido más de un 20% en volumen, cercenado por la prohibición promovida por la UE contra la pesca de fondo en aguas europeas. No obstante, no es el único motivo. «Son muchos», destaca Sergio López, gerente de la OPP-7 Burela, explicando que el palangre, que vive de la merluza, «ha pescado poco y los barcos han tenido malos rendimientos».

La sangría de la flota

Cuando antes lo habitual era parar en junio, buena parte de la flota adelanta ahora su descanso a los meses de marzo y abril para que sus tripulaciones, en su práctica totalidad extranjeras, aprovechen el Ramadán. Y esperando también a que los precios vuelvan a remontar tras la caída que sufren después de la temporada alta que suponen las Navidades. A eso añade que «cada año hay menos buques», entre los que optan por poner fin a su actividad y los que se exportan a caladeros más rentables. En el caso del arrastre, ligado al gallo y el rape, Galicia ha perdido el 60% de sus embarcaciones de altura, que han pasado de 59 a 20 entre 2022 y 2024.

Fenómenos como la borrasca Éowyn, que puso en alerta roja a Irlanda y Reino Unido a comienzos de año, han influido para mal a la hora de salir a faenar, puesto que «la mayor parte de los pesqueros amarraron», si bien los temporales son asiduos en Gran Sol. Como aspecto negativo, asimismo, las cuotas pactadas por Bruselas y Londres para este 2025, en el que hay un 20% menos de pescada, un 8,9% menos de rapante y un 1,3% menos de peixe sapo.

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