La lira vuelve a caer tras el espejismo de Erdogan y cerrará 2021 con un desplome del 40%

El plan del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, para estabilizar a la lira ha fracasado. La divisa turca se deja más de un 2% este jueves, después de un miércoles aciago en el que se desplomó un 15%, y ya se ha comido la mitad de las ganancias acumuladas la semana pasada, que llegaron al 73% respecto a los mínimos del 20 de diciembre.

Más que una montaña rusa de cotizaciones, como podría parecer en los últimos días, lo que ha ocurrido es un espejismo: la tendencia a largo plazo es claramente bajista, con un desplome superior al 40% en lo que va de año. El plan de Erdogan para estabilizar la divisa solo ha permitido un repunte coyuntural que ahora se ve amenazado.

Los problemas persisten, y tienen al Banco Central de Turquía en el centro del huracán. El regulador ha dicho que priorizará las medidas destinadas a animar a los ahorradores a utilizar los depósitos en liras, presionado por el propio Erdogan, en lo que supone otro paso de una política poco ortodoxa que algunos expertos prevén alimente aun más la inflación.

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Lo mismo sucede con las constantes bajadas de tipos, con las que el mandatario turco pretende aplacar un fenómeno de subidas de precios que ya ahoga a la población, contrariando, así, cualquier lógica económica. La injerencia del poder político en el sistema monetario no solo no ha servido para estabilizar la situación, sino que la agrava a cada día que pasa: una lira ya solo vale 0,068 euros.

En un documento lanzado este miércoles, el regulador ha anunciado nuevas ocurrencias, como medidas para que la lira sea más atractiva que la moneda extranjera, frente a las que se impone la realidad. Los responsables de la política monetaria también se ceñirán al objetivo de inflación a medio plazo del 5%, aunque actualmente el incremento de precios supera el 20%, y abandonarán la promesa de una política monetaria más estricta hecha por el exgobernador Naci Agbal hace un año. Antes, por supuesto, de que Erdogan se lo quitase de en medio.

Diciembre ha sido uno de los meses más tumultuosos para la lira en décadas. La moneda se desplomó un 27% desde el 30 de noviembre hasta el mínimo histórico del 20 de diciembre, debido a los constantes recortes de los tipos de interés a instancias del presidente. Tras el repunte por las medidas de estabilización, esta semana han vuelto las dudas entre los inversores.

Los analistas han desestimado las últimas orientaciones del banco central que va en contra del pensamiento económico dominante

Los analistas han desestimado las últimas orientaciones del banco central que va en contra del pensamiento económico dominante, y consideran que las medidas no ortodoxas para impulsar la demanda de liras no pueden ofrecer más que un alivio temporal. “El intento de Turquía de reducir la inflación de más del 20% al 5% mientras recorta agresivamente los tipos de la política monetaria está condenado al fracaso”, afirma Per Hammarlund, de Skandinaviska Enskript, según recoge Bloomberg. “Las autoridades turcas no pueden tener su pastel y comérselo también”, añade.

El Banco Central de Turquía ha dado nuevos pasos para fomentar los depósitos en liras, y esta semana dijo que apoyaría la conversión de las cuentas de divisas y de ahorro en oro a la moneda local, y que pagaría mayores rendimientos a los prestamistas comerciales que cambien algunos de sus depósitos en divisas en la institución monetaria. A principios de este mes, presentó un nuevo mecanismo que compensar a los titulares de depósitos en liras si la caída de la moneda supera los tipos de interés bancarios.

Aunque la popularidad de Erdogan se ve afectada por la inflación que acompaña a la caída de la lira, que se prevé que llegue al 27% en enero, el presidente se mantiene en su posición de que los tipos de interés están frenando el crecimiento de la divisa. Mientras tanto, la economía se tambalea: el rendimiento de los bonos del Estado a 10 años ha subido más de 7 puntos porcentuales desde que el banco central empezó a bajar los tipos en septiembre, hasta un máximo histórico del 25%.

En cambio, no se aprecian por ningún sitio los aumentos en la producción y en las exportaciones que el presidente alega para seguir implantando una política monetaria que ha arruinado a la divisa del país.

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