La UE intenta gestionar el desengaño de los Balcanes sin la entrada al sueño europeo a la vista

La principal herramienta de influencia de la Unión Europea en su vecindario es la llamada “perspectiva europea”, la posibilidad de que un día los países que conforman el cinturón exterior de la Unión por el este y sureste, puedan, algún día, formar parte del club, con todo lo que eso significa. Es la manera de guiar, de mantener cerca y de poner a los países vecinos en la senda de las reformas y del refuerzo del estado de derecho. Pero al mismo tiempo es un instrumento que genera muchas divisiones dentro del club. Muchos Estados miembros consideran que Europa no puede permitirse más ampliaciones. No por ahora.

Y esas divisiones generan una importante disonancia cognitiva en el vecindario europeo. La UE sigue utilizando una y otra vez la “perspectiva europea”, pero al mismo tiempo no se avanza en esa dirección. Eso se ha visto claramente este jueves en una reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea junto a los socios de los Balcanes Occidentales. Un lado promete una ruta con la que sabe que no podrá cumplir por el momento, mientras el otro lado, donde están Serbia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte, Albania y Kosovo, un territorio que declaró su independencia unilateral de Serbia en 2008 y que siguen sin estar reconocido por Belgrado y por cinco países de la UE, entre ellos España, acepta las buenas palabras mientras sabe que, al menos por ahora, se quedarán en eso.

Más allá de la ampliación

La Unión Europea intenta mostrar que tiene una política en los Balcanes más allá de la promesa de una ampliación, pero choca con la realidad de sus socios balcánicos: lo que quieren es poder tener un camino claro hacia la entrada en la Unión Europea. Sin embargo no se hacen falsas esperanzas, y desde luego esta cumbre no servirá para que las alimenten. Su camino hacia la UE, aunque no está completamente cerrado, es escarpado y serpenteante. Los líderes europeos querrían en todo caso que sus socios balcánicos miraran más allá de la ampliación.

Esa idea ha quedado claramente reflejada en la declaración que ha cerrado la cumbre, en la que directamente invitan a los líderes de los Balcanes a que hagan entender a su opinión pública que la relación con la UE va más allá de la promesa de formar parte de la misma. “La UE es, de largo, el socio más cercano, el mayor inversor y el mayor donante de la región. La escala y el alcance sin precedentes de este apoyo deben ser plenamente reconocidos y comunicados por los socios en su debate público y comunicación”, señalan los jefes de Estado y de Gobierno europeos.

María Zornoza. Bruselas

La Unión tiene que mantener a los Balcanes en su órbita gravitacional. Potencias como Rusia, China o Turquía entienden que se trata de una región fundamental y juegan sus cartas en ellas. En algunas capitales europeas existe la preocupación de que incumplir la promesa de la ampliación haga que los socios balcánicos olviden todos los otros lazos que les unen a la Unión Europea. De ahí que se pida a sus líderes que transmitan esa realidad a sus ciudadanos. Pero los Veintisiete han intentado ir más lejos y han comprometido un paquete de apoyo de 29.000 millones de euros como un resultado tangible para los Balcanes.

Francia, Países Bajos y Dinamarca son algunos de los países que más se oponen a la idea de avanzar en la ampliación hacia los Balcanes Occidentales. Señalan una y otra vez que la ampliación demasiado rápida hacia el este está en el origen de muchos de los problemas de la Unión hoy, como son los ataques al estado de derecho en Polonia o Hungría. París repite siempre la misma idea: antes de ampliarse, la Unión Europea debe reformarse.

España, entre los más abiertos a la ampliación

España se encuentra sin embargo entre los Estados miembros que se muestran más abiertos a la ampliación. Al finalizar la cumbre, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, ha recordado el importante aliciente que fue la promesa europea para apuntalar el “impulso reformista” en España tras la llegada de la democracia. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, también ha subrayado una y otra vez la “perspectiva europea” de los Balcanes.

Y ahí se acaban las buenas noticias para los vecinos balcánicos. Albania y Macedonia del Norte todavía esperan poder iniciar negociaciones mucho tiempo después de que Tirana y Skopje hayan cumplido con los requisitos que les habían solicitado los Veintisiete. Las promesas de apertura de conversaciones se han ido incumpliendo por distintas razones. En este momento se encuentra bloqueado porque el último Gobierno de Bulgaria, ahora en funciones, inició un pulso con Macedonia del Norte por cuestiones históricas y lingüísticas tras haber sido uno de los principales impulsores del inicio de las conversaciones con Skopje. No es extraño que Edi Rama, primer ministro de Albania, que esta semana ha visitado España, haya sido uno de los líderes más críticos con las “promesas rotas” por parte de la Unión Europea.

Irene Savio. Roma

Solamente dos de los países que han participado en la cumbre han iniciado ya esas conversaciones: Serbia y Montenegro. Y nadie habla de fechas concretas, aunque la presidencia eslovena del Consejo intentó que se fijara la fecha de 2030 como nuevo hito para la apertura de la puerta europea a los Balcanes Occidentales. Peor es la situación de Bosnia-Herzegovina y de Kosovo, que además tiene que llegar antes a un acuerdo con Belgrado para su reconocimiento si es que quiere tener opciones reales de iniciar negociaciones con la Unión Europea.

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