La última misión del comandante de los ‘Escorpiones Rojos’: sacar del hoyo a Rumanía

Por primera vez desde la II Guerra Mundial, el Gobierno de Rumanía está dirigido por un militar de carrera que apela a su trayectoria en el Ejército para ganarse la confianza de una ciudadanía hastiada de corrupción, promesas rotas y culebrones políticos.

Después de más de cincuenta días sin Gobierno por la ruptura de la alianza de centroderecha salida de las elecciones del pasado diciembre, una supermayoría invistió el 25 de noviembre en el Parlamento a un nuevo Ejecutivo de Gran Coalición entre liberal-conservadores y socialdemócratas. Al timón de la nave está el exjefe del Estado Mayor, el general Nicolae Ciuca, que pasó a la reserva en 2019 para afiliarse al Partido Nacional Liberal (PNL) de centroderecha y hacerse cargo del Ministerio de Defensa, con una popularidad forjada en su batalla de Nasiriya (Irak) al mando de los ‘Escorpiones Rojos’.

Marcel Gascón. Bucarest

Ciuca recibió del presidente de Rumanía, el aliado del PNL Klaus Iohannis, el encargo de formar gobierno. Con su elección, Iohannis buscaba revertir el descrédito de una clase política demasiado centrada en sus luchas de poder para ocuparse de la cuarta ola de la pandemia, que desbordó los hospitales públicos al tiempo que batía récords de mortalidad continentales en Rumanía.

A diferencia de todos sus antecesores, comunistas y democráticos, Ciuca no debe su meteórica carrera política a su desempeño en un partido político o una institución civil, un detalle que juega a su favor en una sociedad que siempre ha mostrado mucho aprecio por las instituciones tradicionales y de orden. Según un sondeo realizado en octubre por encuestadores de la Academia Rumana, un 87% de los ciudadanos tienen una idea positiva de las Fuerzas Armadas, que es la institución que más confianza inspira por delante de la Iglesia Ortodoxa (70%) y del servicio secreto (67%). Solo un 20% de los encuestados dijo confiar en los políticos.

A orillas del río Éufrates

Las credenciales del nuevo primer ministro provienen, precisamente, de una brillante carrera militar que tuvo su punto culminante en marzo de 2004 a orillas del río Éufrates y ha moldeado unas formas sobrias y directas que le apartan de la imagen de frivolidad de la mayoría de sus compañeros en la política.

Con Ciuca al mando de este batallón rumano que formaba parte de la fuerza multinacional de la OTAN, los Escorpiones Rojos procedían a cortar las vías de comunicación a la ciudad de Nasiriya, que había caído en manos de los insurgentes iraquíes, cuando fueron atacados dos veces por los rebeldes con lanzagranadas y morteros.

Los soldados de Ciuca abrieron fuego contra sus atacantes y consiguieron repeler ambas emboscadas sin sufrir ninguna baja. La llamada Batalla de Nasiriya no es más que una nota a pie de página en la historia de las misiones occidentales en Irak, pero tiene su importancia en Rumanía, donde está considerado el primer episodio de combate en que se ve inmerso el Ejército rumano desde la II Guerra Mundial. Su papel en aquellos hechos le ha valido el calificativo de “héroe de guerra” a un primer ministro que también ha comandado tropas en Afganistán y Bosnia-Herzegovina.

Alicia Alamillos

El estilo que imprime la llegada de una figura como Ciuca a la jefatura de Gobierno pudo comprobarse durante su discurso de investidura. Quizá por primera vez desde la instauración de la democracia poscomunista en Rumanía, la llegada de un nuevo líder no estuvo marcada por las promesas de venganza o los reproches a los enemigos, a los antiguos aliados o a los mismos socios.

Ciuca se comprometió a imponer “una nueva manera de gobernar el país” que implique a todos los agentes sociales y conjugue prioridades tradicionales de la derecha, como el control del gasto y el impulso de las inversiones en infraestructura, con la expansión del gasto social en pensiones y salarios públicos con que sus nuevos socios socialdemócratas han conseguido mejorar el nivel de vida de los rumanos a costa del déficit público. Entre las novedades del discurso de Ciuca respecto al de su predecesor en el cargo y actual presidente de su partido, Florin Citu, destacó también la importancia que dio a reducir las desigualdades entre unas zonas urbanas relativamente pujantes y los muchos pueblos que carecen aún hoy de infraestructuras básicas.

Marcel Gascón. Bucarest

A diferencia de sus correligionarios occidentales, los socialdemócratas rumanos se caracterizan por su elemento patriótico y su conservadurismo en materia social, dos rasgos que Ciuca parece haber hechos suyos y que le apartan de la versión más tecnocrática y promercado del centroderecha representada por Citu.

En este sentido, Ciuca puso el acento en la necesidad de dar apoyo a las empresas nacionales frente a las multinacionales, y en la promoción de la natalidad como método para combatir el declive demográfico que sufre Rumanía debido a la emigración masiva.

Más allá de las diferencias ya visibles en sus formas y su discurso, el héroe de Nasiriya no lo tendrá fácil para conseguir resultados. Además de la firmeza y capacidad de mando que ya demostró en el Ejército, precisará de grandes dosis de mano izquierda para armonizar el concierto de egos que es esta coalición ultramayoritaria con tanto apoyo parlamentario como intereses divergentes que satisfacer entre los barones de los partidos.

“Los socialdemócratas rumanos se caracterizan por su elemento patriótico y su conservadurismo en materia social”

Si las cosas marchan según lo previsto, Ciuca tendrá de margen hasta el 1 de julio de 2023, la fecha en que el líder socialdemócrata, Marcel Ciolacu, debe hacerse cargo de la jefatura de Gobierno según el acuerdo ‘a la israelí’ de poder rotatorio alcanzado por los dos grandes partidos que forman la Gran Coalición rumana.

La lectura positiva más elocuente de la instalación del Gobierno Ciuca la hizo desde la misma tribuna de oradores del legislativo el veterano líder parlamentario de los diputados que representan a las minorías nacionales, el rumano de origen armenio Varujan Pambuccian. “Gracias a Dios, se ha terminado, se ha terminado un año marcado por las luchas absurdas, continuas, marcadas por la ambición desmedida y la sed de poder”, dijo el líder de la minoría armenia. “Tenemos al fin un Gobierno estable, y no me habéis oído decir esto en los 25 años que llevo aquí“, agregó Pambuccian, en referencia a la inestabilidad crónica de una política rumana marcada por las luchas entre partidos y los encontronazos entre el Gobierno y el jefe del Estado cuando estas dos instituciones no comparten color político.

Como recordó el propio Pambuccian, Ciuca tiene ante sí una misión mucho más complicada que las que lideró en teatros de operaciones a miles de kilómetros de casa. De que la lleve a cabo con éxito depende esta vez el bienestar de muchos millones de rumanos.

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