El centeno es un cereal usado desde hace siglos en un oficio ancestral que está viviendo un reverdecer de la mano de artesanas como Isabel Liñares Recimil, cesteira cuyos productos están en todo el mundo a través de las ferias y exposiciones a las que acude. Apasionada de su labor, puede convertir el material con el que trabaja en cualquier tipo de pieza, aunque su especialidad, que ya hacía su abuela, son los sombreros. Ella ha ampliado el catálogo a bolsos y carteras que enlazan tradición con los gustos del siglo XXI. Su base creativa está en Silleda, donde reside y se ocupa de todo el proceso, desde el cultivo a su recogida, secado y posterior trenzado. Una cadena artesanal que otorga identidad y autenticidad a cada pieza.
A día de hoy, Isabel es la única —o una de las pocas— artesanas que mantiene viva la cestería con paja de centeno, un cultivo antaño común en las aldeas gallegas y que ella se ha propuesto recuperar con éxito y esfuerzo. Su dedicación a todo el ciclo, desde sembrar hasta trenzar, la convierte en guardiana de un saber singular que pocos practican ya y que con su labor quiere rescatar del olvido.
«Lo mío viene de mi abuela —explica— y luego fue mi madre la que me abrió el camino. Ella solo hacía sombreros para vender, pero luego yo amplié las piezas haciendo bolsos de varios tipos y carteras de mano». También hace abanicos, gorras infantiles o cestos a los que puede aportar color con una cinta o con un ligero remate textil.

Dos sombreros / Artesanía de Galicia
Isabel muestra sus creaciones a través de las muchas ferias a las que acude: desde Raigame hasta los Encontros de Carboeiro, pasando por Corazón de Artesanía en Agolada, entre otras. «Desde abril a septiembre solo hago ferias, por eso mis piezas van para cualquier parte del mundo», refiere. Sus sombreros y bolsos no conocen fronteras y Brasil, Holanda o Alemania son algunos de los muchos puntos en los que han recalado. La labor de Isabel es conocida y reconocida y hay tiendas que ya le han encargado productos. Con el debido tiempo de espera porque todas las piezas se realizan a mano, de manera que nunca hay dos idénticas. Cada artículo en un testimonio vivo de la economía circular: materia prima local, trabajo manual y nulo impacto ambiental.
A partir del otoño llega la siembra y si la llaman a través de entidades o asociaciones, Isabel da cursos a quienes desean aprender esta técnica centenaria. No solo difunde su saber, sino que espera sembrar vocaciones y poner en valor una artesanía en riesgo de desaparecer. Fascinada por su oficio, espera que generaciones futuras sigan entretejiendo la paja de centeno entre las manos.
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Enlace de origen : Las formas del centeno