María Jesús Montero, la doctora de las cuentas y fiel escudera de Sánchez

Tras las últimas elecciones generales, María Jesús Montero Cuadrado (Sevilla, 1966) era una de las que más aplaudía al lado de Pedro Sánchez, la noche del 23 de julio (23J), como una de sus más fieles escuderas. Al acabar 2023, esta médica era, además de la guardiana de las finanzas públicas como ministra de Hacienda -un cargo que el presidente del Gobierno le ha reservado todas las veces que ha constituído un Ejecutivo desde 2018-, la vicepresidenta primera del Gobierno, en sustitución de Nadia Calviñoque se marchó a presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI), cargo que ostenta desde el pasado 1 de enero.

Antes que eso, entre noviembre y diciembre pasados, Montero ocupó la vicepresidencia cuarta, por detrás de Nadia Calviño (primera), Yolanda Díaz (segunda) y Teresa Ribera (tercera). Gracias a su fidelidad y capacidad negociadora no ha parado de ganar posiciones. Después de la remodelación en la que dejaron sus carteras la entonces vicepresidenta primera, Carmen Calvo y el ministro de Transportes, José Luis Abalos, además del jefe de Gabinete de Pedro Sánchez, Iván Redondo, Montero dejó de ser la portavoz del Gobierno, un cargo que combinó con el de ministra de Hacienda de enero de 2020 a julio de 2021. Desde ese momento hasta noviembre pasado fue ministra de Hacienda y Función Pública.

Montero, curtida en mil negociaciones, ha sido una de las ministras con más perfil político. Es la vicesecretaria general del PSOE desde 2021 y ya desde entonces se esperaba que subiera posiciones en el Gabinete. A ella le correspondió un papel protagonista en las negociones con los socios de Podemos. La salida de Calviño del Ejecutivo para convertirse en presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI) fue la gran oportunidad para que Sánchez la premiara con la vicepresidencia primera en diciembre de 2023 y pasara a controlar todo el área económica.

Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Sevilla y técnica en Función Administrativa de Hospitales y exconsejera de Hacienda y Salud del Gobierno andaluz, Montero ha tenido que aparcar algunos proyectos políticos importantes, como la reforma del sistema de financiación autonómica, caducado desde hace una década; o los Presupuestos del Estado para el presente ejercicio, después que en Catalunya se entrara en clima electoral al convocar el ‘president’ Pere -Aragonès comicios anticipados. El Gobierno central entendió que la enconada pugna ERC/Junts, ambos socios del Ejecutivo, iba a hacer imposible la búsqueda de apoyos parlamentarios en una legislatura ya de por sí endiablada.

Otra de sus iniciativas, acordada con ERC, ha sido un mecanismo de condonación parcial de deuda autonómica que pretende extrapolar al resto de las comunidades el perdón de 15.000 millones del fondo de liquidez autonómica (FLA) ya comprometido con Catalunya. La vicepresidenta no dudó en tentar a las comunidades en manos del PP, que son mayoría, con este beneficio. A Montero le corresponde también trasponer a las cuentas españolas las nuevas reglas de disciplina presupuestaria de la Unión Europea (UE) y los consiguientes ajustes, que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha cifrado en unos 46.000 millones de euros en cinco años.

La vicepresidenta primera tuvo un papel esencial en las negociaciones con Junts y ERC, un camino tortuoso que finalizó con la investidura de Pedro Sánchez tras el 23-J, con compromisos fundamentales como la ley de amnistía, pendiente de la ratificación de un Senado en el que el PP se ha parapetado con su mayoría absoluta y que, en todo caso, luego tiene que regresar al Congreso. 

Montero tiene en su haber tres presupuestos “en tiempo y forma”, como a ella le gusta decir (los de 2021, 2022 y 2023) y armó las políticas del escudo social del Gobierno que sirvieron para paliar los efectos del covid y que luego se prorrogaron para reducir el impacto de la guerra en Ucrania. A su vez ha peleado por ensanchar la base fiscal del país, con impuestos a la banca, las grandes energéticas o las grandes fortunas, con las comunidades del PP en contra. Entre las cuestiones fundamentales sigue pendiente la reforma del modelo de financiación, sobre el que lanzó una propuesta inicial en diciembre de 2021, que acabó en un cajón ante la imposibilidad de un pacto que contentara a todas las comunidades.

Montero se forjó en la política en la consejería de Salud del Gobierno andaluz, de la que fue titular. Tras pasar por el Servicio Andaluz de Salud, primero fue viceconsejera en el Gobierno de Manuel Chaves y en 2004 consejera de Salud, área que ha sido siempre su vocación y donde se curtió en su carrera política. En 2013 se convirtió en consejera de Hacienda, un cargo que, según ha contado en alguna ocasión, la forjó como negociadora con todas las fuerzas políticas. Entró en el Gobierno como independiente para acabar afiliándose al PSOE de Sevilla. Fue una militante disciplinada pero alejada de la vida orgánica del PSOE y por eso nunca pasó por la escuela de las Juventudes Socialistas.

En Andalucía era de las pocas voces capaces de plantar cara a Susana Díaz, la anterior presidenta de la Junta. También ha sido una de las más leales colaboradoras de Pedro Sánchez. Durante mucho tiempo se barajaba su nombre para liderar a los socialistas de Andalucía en un momento de mayoría absoluta del PP en la comunidad, pero a ella no parecía interesarle mucho el puesto. Desde que dio el salto a Madrid pensó que este paso no tendría vuelta atrás. Y, por ahora, no lo tiene.

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