‘Mein Kampf’, el explícito e indigerible panfleto de Hitler cumple 100 años en pleno ‘revival’ ultra

La raza aria debe dominar el mundo, solo los fuertes tienen derecho a la vida, Alemania debe ganar más espacio hacia el este europeo y los judíos son los culpables de todo: estas son las líneas maestras del único libro que escribió Adolf Hitler, ‘Mein Kampf‘ (‘Mi lucha’). Se cumplen este 18 de julio cien años de la publicación de un libro que durante décadas estuvo proscrito de las librerías alemanas y austríacas, pero que nunca dejó de circular a través de múltiples vías. No está claro, sin embargo, que quienes tuvieron acceso a un ejemplar llegasen a leerlo.

“Pocas veces, o probablemente nunca en la historia, un dictador dejó tan claros sus objetivos antes de llegar al poder como hizo Hitler”, advertía hace ya unos años el historiador Eberhard Jäckel, autor de referencia en cuanto al estudio científico del nazismo. ‘Mein Kampf’ ocupa un total de 800 páginas, repartidas en dos volúmenes y escritas entre 1924 y 1925. El primero lo redactó durante los nueve meses que pasó en la cárcel bávara de Lansberg, tras su fracasado golpe de estado de noviembre de 2023, en Múnich.

12 millones de ventas

La llamada ‘biblia de Hitler’ es un compendio más que explícito de su antisemitismo, con párrafos en que habla ya de ‘envenenar con gases’ a miles de judíos. También anticipa los delirios bélicos que empezó a consumar tras alcanzar su primer propósito, la anexión de su Austria natal al Reich alemán, en marzo de 1938. Para entonces, el libro del ‘Führer’ era ya un superventas en el área germano-parlante. Hasta 1945, el año de la Capitulación nazi, se habían vendido 12 millones de ejemplares.

El primer volumen se publicó el 18 de julio de 1925; el segundo, en diciembre del año siguiente. No solo su contenido es delirante o ideológicamente nauseabundo para un lector común, sino que además su escritura es tan deficiente que resulta indigerible incluso para un público más o menos ‘afín’, aseguraba con ocasión del centenario la politóloga Barbara Zehnpfennig, desde el diario ‘Rheinische Post’. El primer volumen es esencialmente una biografía glorificada de sus inicios y de la fundación de su partido, el NSDAP; en el segundo abunda en sus planes ‘programáticos’.

No se convirtió en best-seller de la noche a la mañana. Su lectura era dificultosa en lo formal incluso para personas de su entorno. Pero a partir de 1930 empezaron a subir las ventas. Coincidió con el progresivo ascenso electoral de su partido, hasta alcanzar en 1932 la marca del 33% de los votos. En 1933, el año en que fue proclamado canciller del Reich, había llegado a la marca por entonces mágica del medio millón de ejemplares.

Imagen de la portada de la primera edición de 'Mein Kampf'

Imagen de la portada de la primera edición de ‘Mein Kampf’ / .

Empezaron a difundirse versiones íntegras o resumidas, así como traducciones en 18 idiomas, incluido el español. A partir de 1945, muchos de quienes lo compraron, sea por convicción o por miedo a que no tenerlo implicara ser percibido como ‘enemigo’ del régimen, procedieron a esconderlo en algún lugar recóndito de su biblioteca o a deshacerse de él.

Durante 70 años, en Alemania fue difícil hacerse por vías regulares con un ejemplar del superventas de Hitler. En la posguerra alemana, la tutela del panfleto hitleriano y sus derechos de autor había quedado transferida por los aliados estadounidenses a Baviera. Mientras que en muchos países, tanto del mundo árabe como Turquía, India o Brasil, siguió distribuyéndose sin problemas, en Alemania quedó prohibida cualquier reedición o venta.

Fuera de la tutela bávara

El 31 de diciembre de 2015, prescribieron los derechos de autor que mantenía Baviera. Se optó por perpetuar el veto a cualquier edición no crítica de la obra. La publicación del texto en bruto, tanto en Alemania como en Austria, se consideraba incitación al odio racial, delito que en casos determinados deriva en penas de prisión. Sí se permiten versiones críticas o contextualizadas por historiadores, pese a las críticas de la comunidad judía de Alemania.

En realidad, hacerse con un ejemplar nunca había sido demasiado complicado, sea vía pseudo-anticuarios, adquiridos fuera de Alemania o por las redes de distribución de devocionarios neonazis. En tiempos de internet, los canales se multiplicaron. Sigue siendo dudoso que quienes lo adquirieron, por caminos irregulares o ya en ediciones críticas, acabaran leyéndolo. Los partidarios de regularizar su difusión apuntan incluso que haber tratado de proscribir el libro hizo que se convirtiera en objeto de deseo o culto.

Sea cierto o no, el líder del ala más radical de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), Björn Höcke, ha utilizado reiteradamente en público frases del ‘Mein Kampf’, para asegurar luego ante la justicia que no ha leído el libro. Cuesta creerlo, ya que fue maestro de historia. Pero no es descartable que incluso los neonazis desistan de su lectura y se limiten a repetir frases sueltas de sus redes.

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