Corre Emilio Madarnás hacia Santiago. Su coraje ha flaqueado desde Padrón. El calor y el cansancio lo agobian. Una vocecilla interior le susurra que abandone. Lo tienta a cada zancada. No se rendirá, sin embargo. Lo sostienen más de 3.000 corazones. El propio y los ajenos que han seguido su aventura a través de Instagram y premian con un «me gusta» su esfuerzo. Madarnás, hassel_run en esa red igual que en Tik Tok, distingue al fin en el horizonte las torres de la catedral. Y como ha sucedido a tantos desde el medievo, esa visión le inflama el alma y le aligera los pies. Llegará con los rayos del ocaso iluminando la fachada del Obradoiro. Había partido esa misma mañana con el amanecer reflejado sobre el reloj de Santa Irene, en Vigo. Ha recorrido cien kilómetros exactos en 12 horas y 32 minutos. Un peregrino al galope.
Se recuerda Madarnás practicando siempre deporte desde niño: fútbol, natación, ciclismo… Con pasión pero sin excesiva exigencia. Con ese mismo relax, «saliendo a lo loco», comenzó a correr. El cambio de planteamiento le llegó a los 30. «Se me adelantó la crisis», bromea hoy, desde sus 37. Lleva siete practicando running «con más empeño y planificación». Y aunque ha participado de la fiebre que ha multiplicado pruebas y asistencia en el calendario popular olívico, matiza: «Siempre he ido un poco por libre, medio rebelde. No me gustaba pagar por correr. Lo hacía por mi cuenta».
Hasta A Cañiza
Hoy combina las carreras regladas, muchas fuera de Galicia, con sus propias iniciativas. Como la que en el pasado diciembre le llevó a unir «de un tirón» Vigo y A Cañiza «sin ni siquiera saber bien qué trayecto tomar». 60 kilómetros y más de 500 de desnivel positivo. Lo acompañó su amigo y socio habitual, Enrique Sampayo; futbolista que militando en el Gran Peña en 2020, cuando el Covid interrumpió la Liga, se le unió en el vicio del trote.
–Montaros un canal y subirlo a Instagram –les recomendaron los amigos.
Y a Madarnás le pareció buena idea. Lo convirtió en su proyecto de año nuevo. Inaugurado en enero, ha ido compartiendo en esa cuenta de hassel_run desde entonces todos sus entrenamientos y retos. Entre ellos, los maratones de Madrid y Roma. También la Vig Bay y Entre Rías, de O Grove a Sanxenxo, cuyos recorridos analizaba de manera previa. Fue cuando se produjo una primera explosión de seguidores, que alcanzan los 1.616. «Vi que a la gente le interesaba. Me pedían consejos y agradecían saber así antes qué se iban a encontrar», detalla.
La decisión de realizar la peregrinación de Vigo a Santiago corriendo surgió de manera natural. Madarnás ha recorrido el camino como un peregrino convencional varias veces y por diferentes rutas: francés, norte, vía de la plata… También el portugués, caminando junto a Sampayo pero a buen ritmo, en menos de 24 horas. «Con la pandemia fue lo más duro, sin fuentes ni bares abiertos, casi deshidratados». Así que se sentía perfectamente preparado, aunque tuviese que afrontar el desafío en solitario. Sampayo, aún convaleciente de una operación de menisco, no le podría acompañar en esta ocasión.
Partió el pasado lunes desde Praza América, a primera hora de la mañana, para conectar en Redondela con el camino portugués del interior. Por delante, Soutomaior, Vilaboa, Pontevedra, Barro, Portas, Caldas de Reis, Valga, Pontecesures y Padrón como escalas previas. «Sin objetivos, pero con el ritmo más o menos planificado», resume. Uno de sus seguidores, Alex Gourdon, campeón de España de supermotard, esta vez en bicicleta, le alivió la soledad entre Redondela y Pontevedra. Y aunque el peregrino siempre transita solo en realidad, a Madarnás lo impulsaba de manera permanente el afecto que le remitían aquellos que estaban siguiendo su transmisión.

En Serra Amarela, donde preparó el desafío del camino a Santiago. / Jose Coutinho
«La gente me hinchaba a mensajes de ánimo», agradece. «Sentí la presión de fracasar en directo. No es que me hubiera importado, pero tanto empuje se convirtió en un incentivo más». Le ayudó especialmente durante la parada en Padrón; la más larga junto a la de Caldas, de unos quince minutos. Lo suficiente para hidratarse y alimentarse sin enfriar la maquinaria. Picaba el sol en esa temprana tarde por encima de los 30 grados y sin casi sombra en la que refugiarse. «Esos últimos kilómetros fueron una montaña rusa», reconoce.
Como descorchar champán
Lo salvó el reclamó distante de la catedral. «El cansancio se me fue. Volé en los dos últimos kilómetros». Incluso callejeó algo por el casco viejo para redondear el centenar al son de la gaita que resuena bajo el arco. «La primera vez que llegué como peregrino había sentido un subidón muy grande. Esta fue como descorchar una botella de champán; una inyección de adrenalina y una liberación por ver que todo el trabajo previo, de prepararse, planificar y comer bien, había dado su fruto al poner el cuerpo al límite».
Su pareja lo recogió en Santiago para regresar a Vigo en coche. Durante el trayecto pudo leer con detenimiento todos los comentarios en Instagram. «Me pasé una hora respondiendo. Es una cuenta pequeñita, que sólo lleva siete meses y sobre running, que no es nada llamativo. Pero esa poca gente compone una comunidad muy viva que impresiona», se emociona.
Esos cientos han peregrinado con él igual que en breve lo acompañarán en un periplo por los Balcanes. El vigués, que ayer ya salió a trotar «para ver que todo estaba en su sitio», recorrerá la semana que viene Albania, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia y Croacia en sus vacaciones. Por las mañanas, para activarse, correrá durante media hora con su cámara como un cordón umbilical o una ventana abierta al mundo. «Todo esto es para que la gente se entretenga y se motive», explica. «Ultreia», se saludaban los caminantes al cruzarse por las rutas jacobeas. «Vamos más allá», les dice Madarnás.
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Enlace de origen : Peregrino al galope