En el despacho de José Puerta Prado hay una foto de un barco que lleva su nombre. Es un pesquero de 292,59 toneladas de arqueo bruto (GT o gross tonnage), entregado en 1971 y construido en las gradas de Construcciones Navales Santodomingo con matrícula VI-5-9137. Un encargo de un armador colosal, José Puerta Oviedo, su padre, nacido a más de 550 kilómetros de la ciudad de Vigo, tierra adentro; del fundador de una compañía familiar cosida a su legado y que está a punto de cumplir las siete décadas. Grupo Pescapuerta preserva, así, una triple esencia: de sociedad familiar, de estrategia de crecimiento orgánico y de diversificación para seguir avanzando. Y con ella cerró el último ejercicio fiscal con 323 millones de euros de facturación consolidada, un 5,9% más —con más de 75.400 toneladas comercializadas—, y la previsión de alcanzar los 340 millones este 2025. La multinacional trabaja ya en la ampliación de su último gran proyecto, el del desembarco en el área de la acuicultura, avanzado por FARO, con la cría y engorde de langostino vannamei en Perú.
Esta iniciativa ha sido un éxito, con una «gran acogida» del producto en el mercado, explica su director general, Javier Calles. Es lo que ha llevado a Pescapuerta a firmar un «acuerdo estratégico para duplicar la capacidad de producción en los próximos meses», utilizando un modelo de cría extensivo y en agua marina, no en manglares, como es recurrente en zonas de Centroamérica como Ecuador o Nicaragua. Vanaper Trade es la marca vinculada a este segmento de negocio, presentada por primera vez en público en la edición de 2024 de la Seafood Expo Global, celebrada en Barcelona. Ahora bien, el proyecto más visible o emblemático de los de reciente ejecución nació en Marín y tiene 85 metros de eslora. Se llama Prion, un arrastrero congelador de última generación de Petrel Fishing Company, la joint venture de Pescapuerta en las Malvinas. Un buque de proa tipo invertida —el primero en la historia de la pesca gallega, más habitual en embarcaciones offshore— que supuso una inversión superior a los 30 millones de euros. Su rendimiento —se estrenó en la primera zafra de este año— fue más que satisfactorio. La matriarca del clan familiar, Margot Prado, fallecida en octubre del año pasado, fue la madrina en el acto de entrega.
Como abunda Calles, la solvencia financiera de Grupo Pescapuerta, con una reducida deuda financiera, «permite combinar el crecimiento con la realización de importantes inversiones en renovación de flota». Antes del Prion ya había construido el Falcon, entregado en 2021, ambos por el astillero Nodosa. «En próximos años se seguirá profundizando en la renovación y mejora» de sus buques. La compañía dispone de flota participada en las Falklands y en Mauritania. Acaba de incorporar a bordo «un novedoso sistema de incineración de vísceras que evita la propagación de anisakis al resto del ecosistema marino», revela el director general.
La buena evolución del grupo en los últimos meses obedece, según explican desde la compañía, al aporte de sus dos líneas estratégicas: el negocio tradicional como armadora — «continúa siendo el pilar fundamental» de su actividad— y el «fortalecimiento de su canal de distribución orientado al segmento horeca», en el que Pescapuerta ha ganado cuota de mercado. Más del 45% de la facturación consolidada procede del exterior de España: vende a más de 70 países, con Croacia, Italia, Portugal, Francia, Japón, Eslovenia, Jordania o China como referentes en su portfolio de clientes. «El éxito reside en la especialización, la diversificación y la capacidad de adaptarnos a las necesidades de cada mercado», resumen Javier Calles.
La singularidad del ecosistema de la industria pesquera de Galicia, con corporaciones de referencia y ascendencia familiar, descansa sobre ejemplos como el de Pescapuerta, presidida por José Puerta Prado, y que acaba de incorporar a la tercera generación de la saga. El legado —ya con más de 1.500 trabajadores en plantilla— continúa.
El «Prion», rumbo a la prospección de cara a la segunda zafra en Malvinas
La primera zafra de la flota de calamar en Malvinas, compuesta por 16 buques con capital gallego, arrojó un balance negativo: algo más de 37.000 toneladas, un 21% menos que la del año anterior. En 2024 no hubo segunda temporada, por primera vez en el caladero, tras analizar las biomasas del recurso y en aras de protegerlo al máximo.
Son los propios pesqueros, con el equipo de Recursos Naturales de las islas, los que realizan las prospecciones para obtener información de la abundancia o tamaño del calamar loligo.
En esta ocasión será el turno del arrastrero congelador Prion, participado por Pescapuerta, que partió de Vigo esta semana. La flota confía en poder retomar la actividad pesquera con normalidad.
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