
Richard Gere
Bello por fuera y por dentro. Estrella de Hollywood, galán entre galanes. Pareja de una mujer hermosa y activista. Norteamericano. No se muerde la lengua a la hora de criticar al actual inquilino de la Casa Blanca. Podría ser George Clooney, pero si apuntamos que practica el budismo emerge con claridad el perfil de Richard Gere. El hombre que nos enamoró en Oficial y caballero, nos volvió a enamorar en Pretty Woman, y reincidió en Chicago se ha empadronado en Madrid a sus 75 primaveras. Y no porque suscriba la definición dipsomaníaca que de la capital hace su presidenta Isabel Díaz Ayuso, “somos callejeros, nos gustan las terrazas, la alegría, la cervecilla, el vino, ¿qué pasa?”, sino por amor. Casado en terceras nupcias desde 2018 con la empresaria gallega Alejandra Silva (42), con quien tiene dos hijos de 5 y 6 años, se ha mudado a nuestro país con todos sus pertrechos para que ella pueda disfrutar de familia y amigos tras seis años juntos en los Estados Unidos.
El adonis intergeneracional y carismático de mirada achinada y pelo blanco afirma que lleva una vida casera, felizmente dedicado a su trabajo, a su música y libros y a las causas sociales en su mansión de La Moraleja. Dotada de bodega, no se vaya a ofuscar Ayuso. Transformado en icono cinematográfico de proximidad, sostiene de palabra y obra que la vida carece de sentido si no cumple el propósito de ayudar a los demás.
Dos maneras de observar un mismo momento estos días casi empatan en las portadas digitales: La reina Letizia coincide con Richard Gere en un acto benéfico, y Richard Gere coincide con la reina Letizia en un acto benéfico. Tanto monta, ambas figuras atraen el foco mediático de forma irresistible. El protagonista de American Gigolo, en pantalla desde los 19 años, y la cinéfila esposa de Felipe VI se han encontrado en una entrega de premios del Banco Santander. Es Alejandra Silva quien toma la palabra para destacar el trabajo de la oenegé que preside con su marido. Hogar, sí lucha para mejorar las condiciones de vida de las personas sin techo, como se refleja en el documental Lo que nadie quiere oír, con testimonios directos de almas paupérrimas a los millonarios filántropos. Solo unas semanas atrás, Gere había visitado el BCN Film Fest para presentar otra película de la que es productor, Sabiduría y felicidad, en la que su amigo el Dalai Lama reflexiona sobre ambos conceptos, sobre la compasión y la empatía. «Mujeres al mando, un mundo mejor. No dudaría ni un segundo en sustituir a Trump por cualquiera de las mujeres que están en esta sala», aseguró entre aplausos.
Donald Trump y la China, enemigos entre ellos y enemigos para Richard Gere, que no les perdona su desprecio por los derechos humanos y la brutalidad con que tratan a sus prójimos, a los más débiles, a los ciudadanos del Tíbet y a quienes se ven obligados a abandonar sus países en pos de una vida mejor. Dado que “el mundo no cambia rezando sino actuando” y que “no es tan difícil hacer lo correcto”, colabora con Open Arms, la entidad que rescata náufragos en el mar, un ‘orgullo para España’. Les secunda desde que quedara tan fascinado por su entrega y labor que acudió a Lampedusa para buscar in situ la manera de sumarse.
No desperdicia ninguna oportunidad de enviar mensajes duros y directos a los responsables de cerrar las puertas a quienes sufren. “El matrimonio oscuro de poder y dinero es irresponsable e incluso peligrosamente corrosivo”, dijo en la rueda de prensa previa a los Goya en Granada sobre el empresario votado por 74 millones de norteamericanos y sus primeras medidas anti inmigración. “América ya no nos inspira”, insistió cuando recogió el premio a su carrera en la gala de los premios del cine español. En 2007 recibió un Donostia y cinco años antes un Globo de Oro por Chicago. Porque estábamos hablando de una estrella de cine conocida mundialmente.
Si el budismo es también armonía y aceptación, Gere no abjura de una filmografía que abunda en ejemplos de cine pastel y comercial. Muy por el contrario, asegura sentir “gratitud, que no culpa” por una vida dedicada al trabajo que le apasiona aún hoy, cuando está a punto de rodar otra temporada de la serie de televisión La Agencia. Una historia trepidante sobre agentes encubiertos de la CIA, que en nombre de la libertad cometen desmanes que pondrían los pelos de punta a ese vecino de La Moraleja de nombre Richard Gere que se atrevió a decir ante el mundo entero: “Tenemos a un matón como presidente de los Estados Unidos”.
Enlace de origen : Richard Gere, el budista irritado con Trump