
El caso Cerdán lo ha cambiado todo y el Gobierno centra sus esfuerzos en seguir adelante, llegado el ecuador de la legislatura, para recuperar pie e intentar ganar el tiempo necesario que le permita revertir los sondeos. Los más optimistas en Moncloa apuntan a que ya se están comenzando a controlar los demoledores efectos de la presunta trama de corrupción de mordidas a cambio de obra pública por la que está en prisión el ex secretario de Organización, Santos de Cerdán, si bien apelan a levantar ahora la bandera de la “regeneración”. Con el desarrollo del plan anticorrupción y el impulso de medidas sociales que saquen a su potencial electorado de la desmovilización. Y sobre todo, que taponen las fugas en el voto femenino.
La amenaza de ruptura del bloque de investidura, con el aviso de Junts, Podemos y BNG al rechazar el decreto ‘antiapagones’ en el último pleno del curso, es ahora el principal fantasma que busca contrarrestarse acelerando los compromisos pendientes. Un camino que ya se está asfaltando con el PNV, mediante el inicio de las transferencias a Euskadi en materia de Seguridad Social, el desbloqueo a la operación Talgo o el envío al Congreso de la ley de secretos oficiales, y que en septiembre se abordará con el resto de socios, reimpulsando las negociaciones en Ginebra con Carles Puigdemont.
Insuficiente, sin embargo, para aprobar unos Presupuestos, como reconocen al menos ahora mismo en Moncloa, y apuntalar esta estrategia para atar a sus socios. Sobre todo cuando comienza a extenderse un ambiente preelectoral. No solo agitado por el PP, sino también en el espacio a su izquierda con el debate sobre las candidaturas conjuntas o de “izquierda plurinacional”, como ha alentado el portavoz de ERC, Gabriel Rufián.
Doble o nada
Entre algunos socios parlamentarios hay quien lanza el reto de una apuesta de doble o nada. Para que se intente la aprobación de unas nuevas cuentas públicas. El líder del PNV, Aitor Esteban, se refería esta semana a una “mayoría negativa” y la falta de voluntad de Junts y Podemos para aprobarlos y sacar de la precariedad al Gobierno. La apuesta de los Presupuestos también choca con el argumentario del Gobierno, que aleja riesgos. Como vienen haciendo desde el inicio de la legislatura, los socialistas defienden que se cuenta ya con unos presupuestos expansivos, aprobados por este mismo Ejecutivo, y con el oxígeno de los fondos de recuperación de la UE y los datos de crecimiento económico.
A la vuelta del verano Pedro Sánchez se someterá primero a la reválida del decreto ‘antiapagones’, que se volverá a aprobar en el Consejo de Ministros, y de otras medidas estrella del Gobierno sobre las que se ha reculado para evitar más varapalos parlamentarios. Este es el caso la ley Bolaños para reformar el acceso a la carrera judicial o el “hito” de la reducción de jornada. El jefe del Ejecutivo se guarda también el comodín de la crisis de Gobierno.
Recuperar la iniciativa
Los ministros socialistas se acogen a la respuesta estándar de que se trata de una “prerrogativa exclusiva del presidente del Gobierno”, aunque no son pocos los dirigentes que apelan en privado a una remodelación amplia que sirva como impulso para encarar la segunda mitad de la legislatura. Lo apuntaron ya casi como inevitable tras el comité federal del PSOE. Después de los cambios orgánicos, los del Gobierno. Una salida habitual en aras de recuperar iniciativa y reimpulsar una hoja de ruta.
El jefe del Ejecutivo evita dar pistas, incluso a su núcleo duro. En conversación informal con los periodistas a la vuelta de su gira latinoamericana, recogida por ‘EFE’, bromeaba sobre que no se le creería si negaba su intención de realizar cambios. Más o menos profundos y no más tarde de otoño, estarán obligados por la salida de la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, para ser candidata en las elecciones a la Junta de Andalucía.
“Estamos fuertes” o “ahora toca sudar la camiseta” son los mensajes que más repiten los colaboradores de Pedro Sánchez. A modo de arenga y tratando de visibilizar una recomposición tras el “tengo el corazón tocado” que admitió el jefe del Ejecutivo ante la reunión del máximo órgano de decisión del PSOE entre congresos celebrado después de publicarse el informe de la UCO sobre Santos Cerdán. De hecho, el Gobierno ha pasado al contraataque aprovechando el cisne negro del caso Montoro.
Efecto bumerán
La máxima pasa por cercar al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. No solo neutralizar sus ataques con el marco de la corrupción tras la imputación del ex ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y la cúpula del ministerio, sino convertirlos en un efecto bumerán. El caso Montoro ha servido a los socialistas para reforzar su mensaje sobre la corrupción sistémica en el PP. Los casos supuestamente aislados del denominado “triángulo tóxico”, y ante a los que se actuaría con celeridad y contundencia, frente a unas prácticas corruptas “generalizadas y sistematizadas”.
La pretensión pasa por contraponer modelos. Dos formas de gobernar, según diferenció Sánchez en su primera valoración del caso Montero, “en beneficio de la élite empresarial o en beneficio del interés general”. Para ello, la primera decisión pasa por la derogación de las reformas legales que presuntamente manipuló el exministro Cristóbal Montoro a cambio de pagos a su despacho, Equipo Económico.
Si el caso Cerdán había golpeado los cimientos fundacionales de la moción de censura, el Gobierno quiere ahora reivindicarla. “Esa corrupción acabó en el 2018 con la moción de censura y el cambio de Gobierno”, se refería Sánchez sobre la mecánica para “legislar en beneficio de la élite previo pago de comisiones”. No es ‘el y tú más’, subrayan en el Ejecutivo, sino ‘el y tú diferente’. Hay partido, o eso quieren transmitir en Moncloa, y Sánchez está dispuesto a jugarlo hasta los últimos minutos para voltear el marcador.
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Enlace de origen : Sánchez acelera pactos pendientes con los socios y guarda el comodín de la crisis de Gobierno para estirar la legislatura