
Santos Cerdán.
La abundancia y exuberancia de escándalos debería alentar el estudio de la propensión fisonómica de la corrupción, porque la apariencia es tan decisiva como el auténtico comportamiento facineroso. Por ejemplo, Al Pacino es un corrupto de manual, sin apenas esfuerzo histriónico y con la maestría interpretativa que en España simboliza Francisco Correa.
Frente a estos maestros del género, Santos Roldán, perdón Santos Cerdán, requiere un esfuerzo notable del espectador para acreditar una apariencia de perceptor siempre presunto de fondos irregulares.
Cerdán es oscuro, pero no solo en el sentido en que usted piensa. La contradicción, entre el físico bonachón de oso de felpa del secretario de Organización socialista saliente y su vida secreta, resulta más insidiosa para Paca Sauquillo que los sobornos en disputa. De ahí que la presidenta del PSOE madrileño sintetice su estupor ante la prensa con un explícito “siempre hace la misma cara”, un acierto en la caricatura que le ha sido requisado como titular de este retrato.
Sergio Leone hablaba sin contemplaciones de su actor fetiche. “Clint Eastwood (95) solo tiene dos expresiones, con sombrero y sin sombrero”.
A Santos Cerdán le sobra una expresión, porque con la cabeza cubierta pondría la misma cara, y la misma mano. De ahí que amasara una presunta corrupción cartuja, basada en el recogimiento. En las grabaciones impone el silencio de la regla monacal, a pesar de que solo están hablando los derechohabientes.
Sánchez reconoció el lunes que le habían llegado “rumores” sobre el socialismo de pago de Santos Cerdán y allegados, pero el presidente del Gobierno recordó que no atiende a las fake news aunque sean ciertas.
El ruido de fondo de su esposa, hermano y fiscal general le impidió elucidar las acusaciones más verídicas y peligrosas, un golpe en el seno de su Gobierno.
En el departamento de las excusas pueriles, Sánchez debió agregar que su segundo secretario de Organización ante el Supremo fue imputado en la variante de la justicia colaborativa. Se trata de la misma modalidad tendida a Mazón en Catarroja, y mediante la cual una eventual condena no se cumpliría en una celda, sino en un Airbnb.
‘El rostro impenetrable’ de Santos Cerdán no se corresponde exactamente con la efigie exhibida por Marlon Brando en la película del mismo título. Sin embargo, Sánchez debería aferrarse a que el hombre de las obras públicas les engañó por su impasibilidad, aunque una década de ejercicio de la presunta corrupción debería ofrecer pistas suficientes incluso en una organización religiosa como el PSOE.
Por paradójico que suene, la persona que impide que Santos Cerdán aparezca como un corrupto sin presunción posible en las grabaciones se llama Koldo García. El dicharachero y lenguaraz portero de discoteca reclama el protagonismo incluso en las conversaciones que está incitando para atrapar a sus compinches. Si se callara de una vez, la condena a sus interlocutores sería inevitable.
Cada cual tiene su culpable favorito en el caso Koldo, aquí se debe destacar a la increíble presidenta de Navarra. En lugar de blasfemar contra su “amigo”, María la Magdalena Chivite prorrumpe en un llanto que aclara que no denuncia a su íntimo, porque el río de lágrimas de la vergüenza está encaminado a reclamar la inocencia de su jefe más allá de toda presunción. Es posible que Sánchez sobreviviera en un país civilizado, pero su única presidenta regional sería pasaportada por tramitar el mayor escándalo socialista de su comunidad desde Gabriel Urralburu con un despistado “no es un buen día”. Pues imagine para quienes pagan las facturas, excelencia.
Rafael Nadal no es el robot más competitivo nacido en España, ese título debe reservarse a Sánchez. Empieza por describir la «traición» y la «decepción» que le causan sus secretarios de Organización, pero de inmediato desvía el foco hacia la corrupción del PP aledaño. Y reta a un futuro en el que “se verá quiénes son los delincuentes de verdad”. No convoca elecciones, pero está a punto de anunciar un combate PP/PSOE en la jaula, representados por Bárcenas y Cerdán. El resultado es incierto.
«No recuerdo esa conversación», negaba Cerdán con su única cara en el sentido de “hemos mantenido tantas con el mismo contenido”, antes de que toda España menos Chivite se sonrojara con los diálogos valleinclanescos. El impávido es el típico político al que envías a Bruselas para que reciba los insultos de ordenanza de Puigdemont, ante quien estuvo a punto de arrodillarse en su deslizamiento de la escena del sofá. Su último sacrificio por el PSOE consistió en tranquilizar a la chiripitifláutica Leire Díez. Sabe demasiado, suerte que no habla nunca.
Enlace de origen : Santos Cerdán, siempre pone la misma cara