
En medio de la entrevista, le llega una llamada de un número desconocido. Viene de Francia, y es una de las 6.000 que Samir Slim ha recibido de todas partes del mundo en las últimas 24 horas para insultarle o amenazarle. El propietario libanés del restaurante Mimassa, que se volvió viral al expulsar de su local a un grupo de israelíes, ha tenido que declarar en la mañana de este jueves por un posible delito de odio, pero el acoso sistemático que está recibiendo por parte de la comunidad digital proisraelí es ahora su principal preocupación.
Un acoso del que precisamente pretendía escapar al filmar el vídeo que se viralizó. La situación ocurrida el martes comenzó con el alboroto que el grupo de turistas hebreos comenzó al llegar a la terraza: «Estaban moviendo mesas, hablando a gritos, y yo salí con la intención de que no molestaran al resto de clientes y atenderles en lo que necesitaran». Minutos después, el grupo comenzó a pedir «de manera muy agresiva» productos sin determinadas carnes. Fue ahí cuando Samir trató de inspirarles confianza, y también ahí cuando empezó el problema: «Yo pensé, por su apariencia y lo que me pedían, que eran árabes, por lo que me acerqué como para decirles: ‘podéis estar tranquilos, sé lo que queréis’. Les pregunté si eran de Turquía, reaccionaron como con desprecio y me dijeron que era de Israel. Les dije que entonces se tenían que ir y me empezaron a desafiar y a gritar ‘fuck Líbano’ y ‘fuck Palestina’».
Es en este momento cuando agarró la cámara con la única intención de registrar todo lo que pasase, y que no se le pudiera acusar de nada que no hiciera: «Tú imagina que me lanzan una botella, ¿qué prueba tenía yo si no?». Su error, cuenta, fue mandarle el vídeo a unos amigos del Líbano, que lo difundieron en sus redes sociales, convirtiéndose en un trend en el país y llegando horas más tardes a las plataformas españolas. Es en este momento en el que la campaña sistemática de odio se potencia.
No sólo son llamadas: decenas de internautas entraron en el perfil de Google del restaurante para dejar reseñas negativas. Algunas lo tachan de «antisemita», pero otras van más allá y relatan experiencias en el restaurante difícilmente veraces, como el de la usuaria Eden Attal: «Una experiencia desastrosa. La comida era mala y el servicio pésimo. Nos trataron con mala educación. ¡Evítenlo!». Si miramos su perfil, vemos que la totalidad del resto de sus reseñas son de locales galos, y en sus redes (en las que reafirma ser «originaria de Francia») ha subido durante el último día fotografías en un hotel del mar de Galilea (Israel).
«Qué orgulloso estoy de vivir en España y que mis hijos hayan nacido aquí»
Ante toda esta situación, Samir tiene un único deseo: «Sé que va a ser difícil, pero ojalá que nuestro día a día vuelva a ser como si nada de esto hubiera pasado. Yo nunca quise que se difundiera tanto», comenta.
Eso sí, la situación que vive en la vida real dista mucho del acoso cibernético: ya al final de la conversación, un vecino de la zona en plena sesión de running para su carrera para hablar con el libanés. «Enhorabuena, tío, tienes un valor que ya quisieran muchos», le dice. Tras su marcha, Samir mira al vacío y expresa: «Qué orgulloso estoy de vivir en España y que mis hijos hayan nacido aquí».
Enlace de origen : «Sé que va a ser difícil, pero quiero volver a la normalidad»