Si no hemos logrado poner la primera dosis a los antivacunas, ¿cómo se hará tres veces?

Grecia sigue luchando para vacunar a sus ciudadanos más reticentes. El país que fuera modelo durante la primera ola de covid-19 y pionero en Europa en pedir una tercera dosis para el certificado covid está hoy entre los de mayor tasa de contagios en la Unión Europea. Hasta ahora, los repetidos intentos del Gobierno conservador de Kyriakos Mitsotakis para convencer a una parte significativa de la población adulta que se resiste a recibir la vacuna no han obtenido resultados. En su lugar, durante los últimos meses ha florecido una industria de certificados falsos de coronavirus, un fenómeno que está dejando un reguero de escándalos por varios países europeos y que pone a las autoridades ante el penúltimo nudo gordiano de la variante ómicron: si no se ha conseguido poner la primera dosis a los antivacunas, ¿cómo se les va a convencer de vacunarse tres veces?

A principios de diciembre, más de un tercio de los griegos seguía sin recibir la vacuna. El Ejecutivo griego lo ha intentado todo. La persuasión de la zanahoria —con campañas como la ‘Freedom Pass Card‘ (una tarjeta prepago por valor de 150 euros destinada a jóvenes que se vacunaran)— y la presión del palo —con medidas como la estricta prohibición de acceso a restaurantes, comercios no esenciales y otros espacios de ocio a quienes no se hubieran vacunado o superado la enfermedad—.

Lucas Proto

Desde principios de noviembre, Grecia está viviendo su mayor ola de coronavirus desde 2020, llegando a superar los 8.000 nuevos casos diarios en varias ocasiones (en un país de 10,72 millones de habitantes). Con la campaña de vacunación estancada en el 63% de la población y las unidades de cuidados intensivos ocupadas en un 90% por pacientes con covid, el Parlamento ha aprobado la vacunación obligatoria para todos los mayores de 60 años, convirtiéndose en uno de los pocos países de la Unión Europea que ha decretado vacunación obligatoria para un grupo demográfico concreto, más allá del personal sanitario.

Un fenómeno europeo

Pero hecha la ley, hecha la trampa. Coincidiendo con las medidas impuestas a principios de noviembre que obligaban a presentar una prueba de vacunación para acceder al ocio, empezó a proliferar una industria de certificados covid falsos, especialmente en la zona norte del país, donde se concentran especialmente los escépticos de la vacunación y donde se han registrado algunos choques con las autoridades públicas.

Según informó hace unos días Open TV, las autoridades griegas están investigando varios casos en el norte del país de certificados de vacunación falsos procedentes de Bulgaria. Mega, otro canal de televisión griego, reveló que algunos médicos de un conocido centro de diagnóstico de Atenas emitían certificados covid falsos a personas que no se habían sometido a ningún tipo de prueba. Los involucrados en la falsificación de este tipo de documentos pueden enfrentarse a graves cargos penales y a una multa de 5.000 euros, pero parece que algunos están dispuestos a correr el riesgo.

Según un reciente estudio publicado en ‘The Lancet’, la imposición de un certificado covid logró aumentar las tasas de vacunación en la mayoría de los países estudiados. Pero el aumento de restricciones a los no vacunados, en medio del miedo a la ómicron, ha generado también un efecto rebote de este tipo de falsificaciones, ha advertido la agencia policial europea Europol.

Cada vez es más fácil comprar certificados falsos covid por entre 100 y 150 euros a través de ‘bots’ encriptados en grupos de Telegram, según un estudio de la compañía de ‘software’ Check Point. En Austria, el primer y de momento único país europeo que ha aprobado la vacunación obligatoria para toda su población adulta a partir de febrero, incluso se ofrecen gratuitamente. En Italia, donde desde el pasado 6 de diciembre solo los vacunados o aquellos que hayan superado la enfermedad pueden entrar en restaurantes, cines o eventos deportivos, la policía ha asegurado que han detectado y bloqueado al menos 10 canales de mensajería de Telegram vinculados al mercado negro de certificados de coronavirus falsos —a pagar con criptomonedas— con aproximadamente 250.000 usuarios registrados (aunque solo un centenar habría intentado adquirirlos de manera efectiva).

Darío Ojeda

En Francia, la muerte de una mujer víctima del coronavirus tras mostrar en el hospital un certificado de covid falso ha destapado una creciente industria en el país galo, donde también existen grandes grupos que se resisten a la vacunación. Las autoridades francesas han identificado varios miles de certificados falsos, informó el ministro del Interior, Gerald Darmanin, este domingo en la radio RTL. Además, la policía mantiene abiertas otras 400 investigaciones sobre este tipo de redes, algunas “conectadas a profesionales de la salud”. En Bélgica, un doctor habría vendido más de 2.000 certificados covid, según las autoridades locales, y algo más de una docena de sanitarios están bajo investigación.

En Grecia, ante la proliferación de este tipo de falsificaciones, Yanis Ikonomu, portavoz del Gobierno, anunció que a partir del 13 de diciembre los certificados de haber superado la enfermedad expirarán en tres meses y no en seis como hasta ahora. Una vez pasado ese periodo de tiempo, los recuperados de covid-19 contarán con un mes para vacunarse o serán considerados como no vacunados y estarán sujetos a las mismas restricciones de movimiento.

Medio millón de ancianos sin vacunar

Grecia ha centrado sus esfuerzos especialmente en los más de 500.000 griegos mayores de 60 años —franja de edad más frágil ante el virus— que siguen sin vacunarse. A partir del 16 de enero, todos los mayores de 60 años que no hayan recibido al menos una dosis de la vacuna (o que puedan demostrar que ya tienen fecha para hacerlo) recibirán una multa de 100 euros al mes, una cantidad sustancial para los jubilados griegos, cuya pensión media gira en torno a los 700 euros mensuales.

La multa será cobrada automáticamente y el dinero será destinado a financiar el sistema de salud público. “No es un castigo”, aseguró el primer ministro Mitsotakis, “es el precio que se paga por la salud”. Según fuentes gubernamentales, en las siguientes 24 horas al anuncio del Gobierno se disparó el número de nuevas citas para la primera dosis entre esa franja de edad, un total de 17.500.

Alicia Alamillos

Pero no solo Grecia ha impuesto medidas estrictas y una vacunación obligatoria para un sector de su población. Frente al preocupante aumento de los contagios de coronavirus en algunas zonas de la Unión Europea y la aparición de la variante ómicron, que amenaza con superar a la variante delta, son cada vez más los gobiernos que están endureciendo sus políticas este otoño y se están planteando la vacunación obligatoria para conseguir frenar la expansión del virus. Austria fue el primero, con multas trimestrales de hasta 3.600 euros para quienes rehúsen aplicarse la pauta completa. Pronto podría ser seguida por Alemania, donde está previsto que se presente un proyecto de ley en el Parlamento para aprobar la vacunación obligatoria a partir de 2022.

Pero el melón de la vacunación obligatoria para forzar a los antivacunas todavía está por abrir en muchos países europeos. Por el momento, la mayoría prefieren seguir con el palo y la zanahoria. La nueva normalidad viene con certificados.

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