Lección de carisma de un señor aburrido: así ha frenado Draghi a la ultraderecha italiana

En octubre de 2019, Matteo Salvini estaba eufórico. La coalición italiana de derechas, encabezada por el líder de la ‘Lega’, acababa de rubricar una aplastante victoria en las elecciones regionales de Umbria. “Esta paliza no la olvidarán en 30 años. Ahora les quitaremos todo, les quitaremos Emilia Romaña”, decía exultante el milanés. Como político populista, Salvini ha demostrado maneras; como vidente, no tanto. No solo no vencieron tres meses después en Emilia Romaña, sino que en las recientes elecciones municipales de Roma, Milán, Turín, Nápoles y Boloña la paliza la han recibido ellos.

¿A qué se debe el batacazo de la derecha italiana? ¿Quizás a un señor tranquilo, católico, liberal, tecnócrata y con fama de gran economista que ya gobierna en Italia y cuya principal oposición es conservadora? ¿A un montón de errores internos entre una coalición que es a la vez apoyo y oposición del actual Gobierno? ¿O a una pasada de frenada por el extremo por atreverse a flirtear con las paranoicas teorías conspirativas del covid y agitar las plazas en plena pandemia?

EFE

Los analistas en Italia tratan de encontrar una explicación al varapalo que se ha llevado la coalición conservadora en las pasadas elecciones municipales italianas. Las encuestas dicen que son de largo la opción favorita de los ciudadanos, y las urnas dicen que no hay que creer a las encuestas. Hay varios factores que parecen influir en este resultado: Draghi, la pandemia y su propia guerra interna por liderar una coalición que abarca, les guste o no a sus líderes, un espectro ideológico que va del centro liberal al neofascismo.

Traducir esa última frase a un ejemplo concreto significa que en esta coalición conservadora cobija votantes como un profesional de clase media de Milán, pro-UE, que cree en la economía de mercado, pretende pagar menos impuestos y acepta, aunque sea con desinterés, temas como el aborto o el matrimonio gay; con un obrero de la periferia de Roma, ultranacionalista, anti-inmigración, que necesita subsidio, está a favor de la familia tradicional y en contra de la UE. ¿Qué tienen en común ambos votantes que no sea una animadversión mutua a la izquierda? Y con Draghi en el poder, ¿de verdad puede alguien argumentar que ahora mismo gobierna la izquierda?

Esa divergencia la señaló, tras conocerse los resultados de la especialmente dolorosa derrota en Roma, la romana Giorgia Meloni, líder de Fratelli d’Italia (FdI): “Queda un tema que nos penaliza: los tres partidos (FdI, ‘Lega’ y ‘Forza Italia’) tienen tres posiciones distintas. Cuando una pieza del centroderecha gobierna junto con el centroizquierda, es normal que esto dificulte la creación de una alternativa clara y provoque desorientación en el electorado”.

Javier Brandoli. Roma

Esa frase apunta directamente al apoyo que ‘Forza Italia’ y ‘Lega’ dan al Gobierno Draghi y es el inicio de algo que se va a dilucidar las próximas semanas: el futuro de esa federación de centroderecha que especialmente Silvio Berlusconi quiere sacar adelante. El miércoles 20 de octubre, ‘Il Cavaliere’ convocó una reunión de urgencia en su mansión de Roma para limar asperezas con Meloni y Salvini. Imágenes de cordialidad entre sus líderes, pero ¿es viable ese proyecto?

El conservador prefiere a Draghi

La encuesta de intención de voto de Rai3 del 19 de octubre coloca ya en tercera posición a la ‘Lega’, con un 17,9%. Según ese mismo sondeo, primero queda FdI con un 20% y segundo el PD con un 19%. No hace tanto, la ‘Lega’ superaba el 30% de intención de voto y su líder, Salvini, se veía imbatible.

Pero las encuestas son fotos de un momento que no interesa tanto por cifras exactas semanales, sino porque muestra tendencias. Y la tendencia de la ‘Lega’ es tan descendente que el liderazgo de Salvini comienza a cuestionarse. “El centroderecha ha perdido las elecciones porque no ha sabido interpretar el momento, el espíritu de reemprender del país. El centroizquierda lo ha sabido hacer mejor. Faltaba una cultura de Gobierno en el apoyo a un ejecutivo de unidad nacional, presidido por una figura extraordinaria como Draghi, que supo dar confianza a familias y empresas”, ha dicho Giovanni Totti, gobernador conservador de Liguria.

“La mayoría de los italianos confían en la ciencia y la medicina y en un Gobierno que ha impuesto esas medidas”.

El gobernador señala en la dirección opuesta a Meloni, que exige más ortodoxia en la oposición, y se refiere al ‘green pass’ y las vacunas, temas en los que la ‘Lega’ navega a dos aguas, como claves. “La mayoría de los votantes de centroderecha y de los italianos han visto, con razón, la vacunación y el ‘green pass’ como una verdadera oportunidad para dejar atrás los dos horribles años que hemos vivido. La mayoría de los italianos confían en la ciencia y la medicina y en un Gobierno que ha impuesto esas medidas”, ha soltado Totti. La misma opinión, dicha en alto, la tiene el gobernador del Véneto, Luca Zaia, miembro de la ‘Lega’, y otros destacados líderes regionales conservadores que ven con estupor que Salvini siga la senda de Meloni en este campo.

“¿Yo para qué voy a incentivar la llegada al poder de un iletrado como Salvini, que cada día dice una cosa, si Draghi, que es un hombre preparadísimo, es el primer ministro?” o “entre Draghi y Salvini, ¿a quién elegiría cualquiera para llevar un negocio?”, son frases literales escuchadas a votantes conservadores estas semanas.

Draghi, un banquero, economista liberal y católico, es el líder preferido por una parte de los votantes de centroderecha italianos, que se sienten más seguros con ‘Super Mario’ manejando esta crisis económica que con sus propios líderes. Esa parte del electorado liberal, centrista y desencantada con el giro radical de los conservadores, se ha abstenido en estas elecciones. En Roma, por ejemplo, ha votado el 40%, mientras que en Turín la participación ha sido del 42%. Los analistas creen que eso ha facilitado el triunfo de los progresistas.

Javier Brandoli. Roma

Los italianos, por ahora, quieren un gestor, pero tampoco eso será eterno. A la gente le gustan mucho los gestores mientras dan ayudas y le gustan poco cuando imponen recortes. Así que, a dos años vista, en las elecciones generales de 2023 este escenario puede ser distinto.

¿Es ‘Súper Mario’ imbatible?

El apoyo a Draghi entre la población es mayoritario —en torno al 70%— y aunque es bastante transversal ideológicamente, buena parte proviene de votantes progresistas. El primer ministro, por ahora, no ha tocado ninguna línea roja de la izquierda o los populistas, como por ejemplo la paga de ciudadanía que el Movimiento 5 Estrellas impuso como bandera. Con este panorama, ¿se puede afirmar que queda Draghi para rato?

La respuesta se puede vislumbrar mirando atrás y analizando un ejemplo similar como fue el gobierno tecnócrata de Mario Monti. Duró un año y medio (entre noviembre de 2011 y abril de 2013) y se formó también para afrontar una gravísima crisis. Hay varias diferencias, como que ese gabinete era exclusivamente tecnócrata mientras que en el de Draghi hay políticos de todos los colores. Pero la diferencia clave es que a Monti le tocaba aplicar recortes en todo tipo de servicios y ayudas por imposición de Europa, mientras que a Draghi le ha tocado, por ahora, repartir vacunas y dinero que le ha dado Europa. Todo el apoyo a Draghi, más allá del carisma, tranquilidad y respeto que genera su figura, se basa en que por ahora es el hombre afable que cuida la economía, paga a desempleados y ha hecho un buen plan de vacunas.

Javier Brandoli. Roma

Pero Italia deberá también devolver ese dinero que ahora recibe prestado y entonces quizá se acabe la actual fiesta, cuando el banquero explique a los italianos que hay que apretarse de nuevo el cinturón. Si se toma de nuevo el ejemplo Monti; tras empezar con el entusiasta apoyo de todo el arco parlamentario menos la ‘Lega’, el final fue una escabechina. Los partidos dejaron hacer a los tecnócratas, sin mancharse las manos con los recortes, hasta que entendieron que otra vez se podía hacer política y se parapetaron tras el economista insensible al que culparon de todos los males y sufrimientos de los ciudadanos. Como maestro de ceremonia del sacrificio de Monti estuvo el eterno Berlusconi, quien le había retirado semanas antes el apoyo de su partido y anunciaba su retorno en su enésimo juego de poltronas.

¿Eso puede pasar también con Draghi? Berlusconi parece haber salido de su encierro covid para tomar protagonismo de nuevo, Meloni es la única oposición frontal del actual Ejecutivo y Salvini lleva semanas dejando caer divergencias y escenificando un teatro de confrontación y apoyo. Los votantes, sin embargo, parece que están castigando esa línea de querer ser cabeza de gobierno y cabeza de manifestación contra el gobierno al mismo tiempo.

Forza Italia jugará ahí un papel importante. Si se impone Berlusconi y se crea una federación conservadora con partidos de extrema derecha, deberán decidir si fuerzan o no un adelanto electoral. Hoy eso parece un suicidio. Además, esa federación con la extrema derecha dentro abandona un centro liberal que alguien puede ocupar. Draghi puede que no se presente a una reelección en 2023 y busque ser presidente y no primer ministro, o prefiera un alto cargo en Europa. Pero su mandato, su figura, ha devuelto el poder al centro. Y el poder siempre genera imitadores.

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