¿Necesitamos un Ejército europeo? La UE ya tiene ‘battlegroups’, pero nunca se han usado

La caída de Afganistán y la crisis para evacuar a nacionales y colaboradores ha evidenciado, una vez más, la alarmante dependencia europea del poderío militar estadounidense. En los pasillos de Bruselas volvió a sonar con fuerza la idea de crear un Ejército europeo, independiente de la OTAN, que le enseñe a Europa —en palabras del alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell— a “hablar el lenguaje del poder”.

El proyecto de un Ejército común es tan viejo como las instituciones europeas y cada vez cuenta con más apoyos entre las capitales. Para Borrell, crear una fuerza de respuesta rápida con 5.000 efectivos sería el primer paso hacia una fuerza armada capaz de materializar la llamada ‘autonomía estratégica’ de los 27. ¿El problema? Que en realidad la Unión Europea ya cuenta con una fuerza de respuesta rápida desde 2007, pero pocos la conocen porque nunca se ha usado.

Nacho Alarcón

Los llamados EU Battlegroups (Grupos de combate de la UE) son dos batallones de emergencia de unos 1.500 soldados cada uno, de los cuales siempre hay uno activo para responder a cualquier crisis o amenaza. Los batallones son multinacionales y rotan semestralmente. España liderará el contingente del segundo semestre de 2022. Con estos batallones, la UE puede realizar dos despliegues de respuesta rápida durante un mínimo de 30 días, extensibles hasta 120 con reservas y reabastecimientos.

En teoría, tras la aprobación de su despliegue por parte del Consejo de la UE, los Battlegroups no deberían tardar más de 10 días en comenzar su misión sobre el terreno y pueden ser utilizados para las tareas que contempla el artículo 43 del Tratado de la UE: prevención de conflictos, fases de estabilización inicial, intervenciones humanitarias y de rescate, gestión de crisis o misiones de paz. En la práctica, la llamada no ha llegado todavía en sus 14 años de existencia.

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Para activar los Battlegroups sería necesaria además una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en la mayoría de ocasiones, como explican documentos públicos del Servicio de Acción Exterior de la UE (EEAS, por sus siglas en inglés). No obstante, también se menciona un caso donde no haría falta contar con el visto bueno de la ONU: la evacuación de ciudadanos de la Unión Europea.

¿Por qué no se utilizaron para ayudar con la crisis en Afganistán? Fuentes militares confirman que los batallones estaban listos para la acción, pero su intervención no fue solicitada por los líderes europeos. Los motivos no están claros. ¿La velocidad de la implosión afgana, que pilló a la inteligencia occidental fuera de juego? ¿El coste? ¿La voluntad política?

Como cualquier decisión en materia de política común de seguridad y defensa europea (PCSD), es necesaria la aprobación por unanimidad del Consejo de la UE, que incluye a los ministros del ramo de los Estados miembros. En ningún caso podría activarlos unilateralmente la Comisión Europea, el Servicio de Acción Exterior de la UE o el Estado Mayor de la Unión Europea.

¿Quién pone los soldados? ¿Quién paga?

Sobre el papel, los batallones están formados por al menos 1.500 soldados de varios Estados miembros, que normalmente son reforzados con grupos especializados para transporte y logística, hasta llegar a casi 4.000 efectivos en algunos casos. “Un Battlegroup es la mínima fuerza militarmente efectiva, creíble y coherente, capaz de desplegarse rápidamente y de llevar a cabo operaciones autónomas o la fase inicial de operaciones de mayor envergadura”, afirma otro de los documentos publicados por el EEAS. Sobre el terreno, todo es más complejo.

Estos grupos de batalla tienen problemas para financiarse, ya que los costes de entrenamiento y preparación recaen sobre los propios participantes, y para lograr que los Estados aporten tropas. La participación es voluntaria y nadie está obligado a enviar a sus soldados. El Estado Mayor de la UE organiza dos conferencias al año para coordinar los ‘Battlegroups’ y normalmente, un país se presentan voluntario para liderar un batallón con apoyo de otros países. Pero las tropas siguen perteneciendo a sus respectivos ejércitos y los Estados miembros tienen la última palabra.

“Cada vez hay más dificultades para completar los batallones”, explica Yf Reykers, experto en defensa europea de la Universidad de Maastricht, a El Confidencial. “Los países no quieren ceder a sus tropas por los costes y porque también las tienen comprometidas con la OTAN y su fuerza de respuesta rápida. El nuevo Fondo Europeo de Apoyo a la Paz pretende aumentar el presupuesto compartido, pero los batallones son financiados principalmente por los países participantes en cada ocasión”, agrega el experto.

Este fondo, que ha entrado en vigor este año y dispone de 5.000 millones de euros en el período 2021-2027, serviría para reembolsar el potencial coste de un despliegue militar y evitar que todo el peso económico de los batallones recaiga sobre los Estados participantes.

Actualmente, Italia lidera el Battlegroup del segundo semestre de 2021 con el apoyo de Austria, Croacia, Eslovenia y Hungría. Tomaron el relevo de Alemania, cuyo Battlegroup —de unos 4.500 soldados y formado por 10 países— estuvo operativo más tiempo del asignado, hasta marzo de 2021, debido a la falta de relevo por la pandemia. Según medios especializados alemanes, durante el período de extensión excepcional, el batallón se limitó a una aportación binacional de Alemania y Países Bajos y vio muy reducidas sus capacidades.

Un buen ejemplo de los problemas que enfrenta la fuerza de respuesta rápida de la UE es que todavía no hay relevo asegurado para Italia. Por el momento, no está confirmado quién liderará el primer Battlegroup de 2022, según explican fuentes europeas a El Confidencial. La segunda mitad del año próximo el contigente será ibérico, liderado por España y con apoyo de Portugal.

Cómo conseguir la ‘autonomía estratégica’

Afganistán convirtió la ‘autonomía estratégica’ en uno de los temas del verano en la UE y ahora la alianza geoestratégica Aukus entre EEUU, Reino Unido y Australia ha puesto más presión sobre Bruselas para dar respuesta a los desafíos de seguridad del mundo pospandémico. Úrsula von der Leyen señaló la necesidad de tener una Europa más fuerte durante el discurso de presentación de su ejecutivo ante el Parlamento Europeo en 2019: “Esta es la Comisión geopolítica que tengo en mente y que Europa necesita de manera urgente”, dijo la Presidenta de la Comisión Europea.

Pero la historia de los actuales Battlegroups y la de un posible Ejército europeo son un precedente que avisa de lo complicado de esta misión. Ya en la década de los cincuenta, al tiempo que nacía la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, fracasó la idea de forjar una Comunidad Europea de Defensa y con ella la promesa de un Ejército común bajo una única autoridad militar europea por el rechazo del parlamento de Francia. Hubo que esperar casi medio siglo hasta que en 1998, el presidente francés Jacques Chirac y el primer ministro británico Tony Blair recuperaron la idea con una declaración conjunta: “La Unión debe tener la capacidad de actuar de forma autónoma, respaldada por una fuerza militar creíble”.

Unos meses después de la iniciativa francobritánica, el Consejo Europeo de Helsinki de 1999 impulsó el desarrollo de un prototipo de fuerza de acción rápida que la UE estrenó en junio de 2003 con ‘Artemis’, la primera operación militar autónoma europea en República Democrática del Congo. Este fue el molde para la creación de los ‘EU Battlegroups’, que alcanzaron plena capacidad operativa el 1 de enero de 2007.

Pero mientras se pide aumentar el tamaño de la fuerza de respuesta rápida de la UE —algo que Suecia, por ejemplo, ya ha rechazado— y se debate si mantener o no el paraguas estadounidense en materia de defensa, los batallones siguen “dormidos” por la falta de voluntad política, en palabras del profesor Reykers. “El consenso es que el tamaño de los Battlegroups es demasiado pequeño para la mayoría de las crisis en las que sería necesario intervenir. Una fuerza de 5.000 soldados sería mejor, pero aumentar el número total no resuelve el problema de la financiación y de cómo actuar de manera independiente, sin necesitar, por ejemplo, a Estados Unidos”, continúa.

Tras catorce años de espera activa, los Battlegroups han contribuido a establecer procesos comunes de entrenamiento y certificación militar, pero al mismo tiempo uno de los mejores ejemplos de la falta de integración europea en materia de defensa. No obstante y pese a todos sus problemas, calificarlos como un fracaso sería ir demasiado lejos para Reykers: “¿Cómo puede haber integración sin un cuartel general militar de la UE verdaderamente fuerte? ¿Es posible lograrlo mientras los Gobiernos de los 27 tengan la llave? Lo dudo”.

El Battlegroup 2022-2 hablará español

España tomará el mando de la fuerza de respuesta rápida europea durante el segundo semestre del año que viene con el apoyo de Portugal, según ha confirmado el Ejército de Tierra a El Confidencial. El Battlegroup 2022-2 estará compuesto por un Batallón de Infantería como base de una agrupación táctica y capacitadores como equipos de operaciones especiales e inteligencia.

Además, España aportará un Cuartel General Operacional y un Cuartel General de la Fuerza a nivel táctico bajo responsabilidad de la Fuerza Terrestre del Ejército de Tierra. También participarán capacitadores estratégicos del Ejército del Aire, la Armada, la UME y la Guardia Civil. Portugal, por su parte, aportará ingenieros, inteligencia y Policía Militar.

España ha participado desde su creación en los Battlegroups de la UE y los ha liderado en varias ocasiones, las más recientes en 2017 y 2019, con participación de la División Castillejos del Ejército de Tierra o la Legión y el apoyo de Portugal e Italia. Antes de comenzar el período de seis meses de disponibilidad en el segundo semestre del año que viene, las tropas deben realizar un ejercicio conjunto de integración para ser certificadas, siguiendo los criterios del Estado Mayor de la Unión Europea. Una vez aprobado el Battlegroup, el día a día de los soldados durante los seis meses de espera queda en manos de cada país, siempre que las tropas estén listas para su despliegue.

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