Seamos claros: Boris nunca tuvo intención de cumplir el protocolo de Irlanda tras el Brexit

El protocolo de Irlanda viene a ser el Santo Grial del acuerdo del Brexit. Durante los cuatro largos años de arduas negociaciones entre Londres y Bruselas, el principal desafío siempre fue el evitar una frontera dura en Irlanda que pusiera en peligro la paz entre católicos y protestantes. Cuando se firmó el pacto de divorcio, se pensó que se había logrado evitar el abismo. Pero pronto comenzó la comidilla en los pasillos de Westminster: Boris Johnson no tenía ninguna intención en cumplirlo.

El que fuera Fiscal General del Estado, Dominic Grieve, lo adelantó a El Confidencial en enero del año pasado. Y los peores presagios se están cumpliendo. Downing Street quiere renegociar ahora por completo el protocolo porque considera que no funciona, ya que está creando problemas de abastecimiento y tensiones políticas con los unionistas. Problemas, en definitiva, que todo el mundo anticipó, pero que el propio Johnson negó en su momento.

Celia Maza. Londres

“Tenemos una oportunidad breve, pero real, de poner en marcha un nuevo arreglo, para desactivar la crisis política que se está gestando, tanto en Irlanda del Norte como entre el Reino Unido y la UE”, expresó este martes en Lisboa David Frost, secretario de Estado británico para el Brexit, tras su reunión con la secretaria de Estado para Asuntos Europeos del Gobierno portugués, Ana Paula Zacarías.

Lo cierto es que se ha convertido ya en una especie de nueva tradición. Ante las dificultades generadas por el Brexit, Londres culpa ahora a Bruselas de intransigencia y se ve legitimado a no cumplir con lo pactado. En el caso concreto del protocolo, Downing Steet ha llegado a aplazar ya de manera unilateral hasta en tres ocasiones las nuevas reglas de juego.

El Brexit crea un auténtico reto para la frontera entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte, la única terrestre que existe ahora (aparte de la de Gibraltar), entre el Reino Unido y la UE. Ante la negativa de Johnson de permanecer dentro de unión aduanera (lo que habría facilitado las cosas al evitar controles de mercancías), finalmente se acordó una compleja solución por la cual Irlanda del Norte queda ahora dentro de la unión aduanera de la UE y alineada además con el mercado único.

Celia Maza. Londres

De este modo, la frontera se ha “movido” al mar de Irlanda, que separa a Irlanda del Norte de Gran Bretaña (Inglaterra, Escocia y Gales). Los controles, por tanto, deben realizarse ahora en los puertos norirlandeses. Pero esta situación está creando grandes tensiones políticas entre católicos y protestantes y problemas de suministros. Entre los efectos colaterales está la llamada ‘guerra de las salchichas‘, ya que la regulación de la UE no permite la exportación de este tipo de productos para consumo humano desde terceros países a territorio europeo que no estén congelados, por motivos fitosanitarios. Pero Londres amenaza ahora con ignorarlo.

Lo que Frost exige es una revisión drástica del protocolo, empezando por la retirada de una de sus disposiciones fundamentales: la supervisión judicial de la aplicación del tratado en la región por parte del Tribunal de Justicia de la UE. “No se trata únicamente del tribunal en sí mismo. Es el sistema mismo del que el tribunal es su vértice, un sistema por el que se aplican en Irlanda del Norte leyes sin ningún tipo de escrutinio democrático o de discusión”, señaló en su discurso. “Incluso ahora que la UE considera posibles soluciones al problema, su comportamiento tiene un aire de sugerir ‘hemos decidido lo que es mejor para vosotros, y vamos a hacer que se cumpla’”, remató.

Asimismo, Frost también quiere eliminar la barrera de aduanas entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte, lo que daría acceso al Reino Unido al resto del mercado interior y dejaría en manos de la buena fe y de las inspecciones puntuales que productos no autorizados por la UE crucen la frontera invisible que divide la isla de Irlanda.

Está previsto que este miércoles el vicepresidente de la Comisión Europea para Relaciones Interinstitucionales, Maros Sefcovic, se pronuncie al respecto. Todo indica que la UE estaría dispuesta a realizar algunas concesiones. En la ‘guerra de las salchichas’, por ejemplo, planea ofrecer una cláusula especial que permita la entrada de “bienes de identidad nacional” desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte. Con todo, hay líneas rojas que no está dispuesto a cruzar, como el papel del Tribunal de Justicia de la UE. Y aquí se plantean serios problemas.

Si no se cumplen sus expectativas, Londres no descarta activar para finales de mes el artículo 16, un freno de emergencia que permite que cualquiera de las partes adopte medidas unilaterales si considera que el Protocolo está causando “graves dificultades económicas, sociales o ambientales que pueden persistir” o perturbar el comercio.

Nacho Alarcón. Bruselas

Si alguna de las partes no está de acuerdo con la acción de salvaguardia unilateral, puede tomar represalias con “medidas de reequilibrio proporcionales”. Por lo tanto, no se descarta que, a modo de respuesta, Bruselas pudiera imponer aranceles a las importaciones británicas en la UE o una suspensión parcial del acuerdo de libre comercio entre Bruselas y Londres. En definitiva, un auténtico caos, muy alejado del paraíso que en su momento prometieron los euroescépticos.

Según Frost, las relaciones con el bloque están ahora en “equilibrio flojo” y “algo rebelde”, aunque, a su juicio, “no siempre tiene que ser así”. Asegura que el Brexit ha modificado los intereses internacionales del Reino Unido y, por tanto, cambiarán sus reglas de “relaciones europeas” para marcar un camino diferente en política económica.

Irlanda del Norte celebra el próximo mes de mayo elecciones y el ambiente no puede estar más tenso. Los unionistas siempre han considerado que el protocolo era es una gran “traición” que quebranta la integridad territorial del Reino Unido. Los problemas causados por los nuevos controles han creado en los últimos meses grandes disturbios que recuerdan los peores años del conflicto del Ulster.

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